REPERTORIO AMERICANO 35 Dr. García Carrillo CARDIOLOGIA (Radioscopía y Electrocardiografía. METABOLISMO, VENAS VARICOSAS.
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Back Bay Boston, Mas.
lonias sueño apresurado al galope de su corcel de guerra, bosquejo que repite mil veces en su afán unificador y que otras tan.
tas se le desdibuja en el espejo incierto de un mundo que todavía no tiene conciencia de sí mismo. He arado en el mar. dirá Bolívar al cabo de la jornada.
Martí se proyecta sobre ese dolor y so bre ese sueño. lo que en Bolívar no aparece sino como presentimiento, por la pri sa con que tuvo que actuar y el vasto esce.
nario de su epopeya, en Martí se aclara y se concreta, en el sentido de que el cuba no integra el concepto de soberanía ameri.
cana superándole su configuración ro.
mántica para asignarle un rol de servicio auténtico y de vigencia permanente para la colectividad humana. Martí creador de pueblo y patria es un impulso emproado a determinar una soberanía que no recaiga sólo en el ámbito geográfico y político, sino que constituya patrimonio del pueblo, bien del pueblo, traducido en de rechos reales, irrenunciables, como son, por ejemplo, el derecho al pan, el derecho al trabajo, el derecho al uso de los recursos naturales y el derecho a la propia deter.
minación individual o colectiva con.
forme las necesidades del hombre y de su medio. La tierra misma dentro de este concepto martiano de la soberanía deja de ser una realidad aparte del hombre, para constituirse en su hogar. escabel de sus plantas, sustento de su cuerpo, espacio libre de su espíritu.
Es más: José Martí, hombre profunda.
mente realista, precisamente por ser un gran soñador, no se conforma con la noción de pueblo como entelequia abstracción de entidad multitudinaria, informe y sin voz sino que le da al pueblo una categoría de forma viviente y perfectible, con posibilidades de crecimiento en la misma proporción en que se liberan los individuos que lo componen.
De este sentir, más que pensar, surgen en Martí los dos aspectos más notables de su personalidad: el combatiente y el maestro. El uno se da entero a la empresa de agitación política y de aglutinamiento de fuerzas que requiere la batalla por su país; el otro el maestro se consagra febrilmente a la tarea de ir labrando al hombre en el individuo, creando, haciendo al pucblo con cada ciudadano rescatado por la mano de su palabra.
De tal modo es entrañable y humanísi.
ma la concepción martiana de pueblo, que en ningún momento puede separarla Martí de la concepción de Patria, pues así como la multitud se convierte en pueblo, por su ascenso a una jerarquía de Humanidad liberada, el pueblo el hombre, en el for:do es el que va haciendo a la patria, sacándosela de su propio corazón y dándole los contornos de su esperanza y de su sueño. Finalmente, si por algo la imagen patria se confunde con la imagen tierra, es por lo que la patria tiene de surco laborable, de diaria faena individual, de razón valedera para el sudor y el llanto del hombre.
Estos descubrimientos de Martí, su don de profecía y, sobre todo, su magia para elevar la realidad a un plano de excelsitud, necesariamente deben obedecer a una ley. Cuál es esa ley dentro del hecho mar.
tiano. Qué poder misterioso guía y coordina las diversas manifestaciones de su genio. Qué norma rige su sereno equilibrio entre la imaginación y la voluntad, entre la pasión y la ternura?
Ley, poder, norma, se resumen en un solo acontecimiento: La presencia del poeta.
Porque el Poeta no determinó a Martí sólo en el canto, sino que señoreó todo su ser y le transfirió esa condición de fanal ardiente, en el cual Martí se consumía a sí mismo para iluminar a los hombres.
Martí orador, por ejemplo, posee la facultad de arrebatar a sus auditorios, pero no por los recursos efectistas de lo que se conoce con el nombre de elocuencia fascinación momentánea que no cala los hondones del alma, sino porque su palabra es verdad, y le nace del sentimiento, no como recurso verbal, sino como una cria.
tura viva, gestada y alimentada con su sangre.
Martí, el maestro, el sociólogo, el filósofo, el escritor, más que por una formación académica, transmite sus conocimien.
tos por los caminos de la intuición. Su cultura aun teniendo los lineamientos de la disciplina y el método es siempre más sabiduría que erudición, porque en Martí hasta la letra muerta se hace vida, y aun los viejos símbolos palpitan como cosa nueva y reciente, de igual manera que, en el otro lado de la medalla, sus anticipaciones y presentimientos sobre el futuro, son tan claros y flotan en tal aire de sencillez familiar, que parecen ya dichos desde la más remota Antigüedad.
En síntesis, al hablar de la sabiduría martiana, no obstante que Martí fué un le.
trado de cuerpo entero, conocedor exper.
to de las corrientes culturales de su siglo, no es herético referirla al don sobrenatural de los profetas, más que a una ciencia ad.
quirida en la Universidad y en los libros.
Martí el combatiente, el predicador infatigable desde el exilio, el arcángel arrebatado de Dos Ríos, nutre su decisión y su fortaleza, no de las reservas físicas de su cuerpo hay constancia biográfica de que la salud de Martí fué siempre vacilante y precaria, no de un espíritu conformado para los azares de la guerra. Martí es hombre de paz y de soledades contemplativas sino de algo impalpable, superior a la criatura, superior a las limitaciones de la miseria física, y que de algún modo con fiere a su persona, que tiene suavidades de pétalo, la consistencia del acero. Dónde reside esa energía que en Mar.
tí se da con tan abundoso caudal? Reside en su extraordinaria capacidad de amor.
Quien ama, cree; quien cree, es fuerte; quien es fuerte puede morir por lo que ama. No olvidemos que Martí, el combatiente, lleva a la patria en su corazón. es allí, en esa isla de canciones y llanto, que Cuba derrama sus lágrimas de cauti.
va, o sueña en la promesa del hijo, jura.
mentado para luchar por su rescate.
Esa facultad de fundirse y hacerse uno con el objeto amado, también es condición de poeta.
Martí, el soñador, refleja en su persona tal sortilegio de poesía, que, sin él pro.
ponérselo, siendo un hombre de romance y no de aventura, entra al misterio de la feminidad con la delicadeza de un aroma, y recibe el tesoro del amor, en ofrendas que van, desde el encanto de la sonrisa hasta la flor que se dobla sobre la muerte.
Martí, el amigo, es en la amistad la entrega perfecta, y es en esta forma de amor, desinteresada como ninguna, que fulgura con más limpieza el diamante de su poe.
sía. Ya se sabe que la poesía en sí misma, es entrega. la más pura, la más alta, la más generosa de las entregas. aún va más lejos el poeta en Martí: no sólo hace un culto de la amistad, sino que, en su ejercicio de compasión en un sentido cristiano de solidaridad con el pró.
jimo, llega a sentir y a proclamar el amor hacia el enemigo: Cultivo la rosa blanca en junio como en enero. para el amigo sincero que me da su mano franca; y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni oruga cultivo: cultivo la rosa blanca.
Finalmente, para ratificar la esenciali: dad poética, profética, de José Martí, acudimos a una huella identificadora de su pacto con el fuego de Prometeo. Aludi.
mos, en este caso, a un elemento de la expresión martiana, elemento que, aun siendo más formal que de fondo, es muy importante para fijar lo característico de su temperamento: el hecho de que el verbo de Martí, cuando habla, cuando escribe, cuando proyecta, se manifiesta por medio de símbolos, figuraciones, sentencias, imágenes, todos ellos instrumentos connaturales de la expresión poética, desde los días virginales y palpitantes de El Cantar de los Cantares, en la mañana del mundo, hasta los últimos descendientes de Job, en este siglo atómico de expiación y crujir de dientes.
Hemos contemplado hasta aquí, en el Apóstol cubano, al Emancipador en función de poeta. Cabe todavía examinar un hecho curioso en la individualidad mar.
tiana: el poeta emancipador.
El Martí de doctrina, de sacrificio por su pueblo, de trabajo en un aspecto social y político, es el combatiente detrás del cual está el poeta. Pero en una dimensión más íntima, José Martí, el esteta, siente la obligación de convocar a América para que se exprese a sí misma en las artes y en la poesía. Testimonio de ello es su constante campaña de agitación estética especial.
mente en sus días de México encaminada a llamar la atención de las juventudes Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica