306 REPERTORIO AMERICANO ALBERTAZZI AVENDAÑO ABOGADO SAN JOSE, COSTA RICA OFICINA: 75 vs. Oeste Botica Francesa TELEFONOS: OFICINA No. 3726. HABITACION No. 3133 que en nuestra tierra, ni menos mencionar nuestro clásico dulce de leche de Celaya. Und so weiter.
El hispanoparlante cree convencerse a primera vista de que ciertas palabras portuguesas son términos españoles mal usados adrede: grade por reja o cancela, escaler por bote o lancha, vidro por frasco, xingar (ya lo solté por lin) por denostar o injuriar, y aun el galicismo paletó, que entre nosotros es un abrigo y entre ellos es un saco, chaqueta, americana o como se llame. Pero ellos tendrían igual derecho a acusarnos a nosotros de que trocamos adrede los significados. Hagamos de cuenta que el demiurgo de las lenguas ibéricas contaba con expresiones y símbolos escasos, y, para tener un par de lenguas, a veces se limitó a cambiar los sentidos. Son muchos los peligros de la cercanía. Poseer a la vez, y: poseer a la perfección, cuatro lenguas afines y que se perturban entre sí y aun atajan el aprendizaje por lo mismo que se entreadivinan, como el portugués, el castellano, el italiano y el catalán, yo lo reputo por la mayor acrobacia lingüística. Junto a esto, me río del árabe que habla alemán o del malgacho que traduce a Góngora, como mi amigo el poeta Rabearivelo. Aquello sería, al pie de la metáfora, tan sutil como partir un cabello en cuatro. Lengua cien veces ilustre la portuguesa. Ilustre por ser la expresión de una grande epopeya histórica que dejó sus huellas en todo el mundo conocido, y todavía supo abrir nuevos caminos al esfuerzo humano. Navegación y descubrimiento, civilización y conquista: tales las hazañas del pecho siempre invicto lusitano. Con razón descubre Valéry Larbaud este rastro real en el testimonio de las palabras suntuarias, las que designan objetos de lujo y cosas preciosas. Lengua también ilustre por sus tesoros literarios, madruga a cristalizar las formas de la lírica independiente en la Península Ibérica, cuando todavía no se atrevía con ellas nuestro castellano central. El mismo rey Don Alfonso el Sabio, que da su unidad a la prosa castellana, tiene que pasarse a la otra lengua vecina, al galaico portugués de los trovadores, cuando se ensaya en los metros líricos para cantar los loores de Santa María.
ama de veras la lengua castellana tiene que amar a la vez la lengua portuguesa. Ambas se fertilizan la una por la otra, y mutuamente se acarician y halagan. Yo me complazco en citar siempre que puedo el consejo del purista Estébanez Calderón al joven escritor y diplomático Juan Valera. a propósito le diré, si es que ya no ha caído en ello, lo útil que nos es la lectura de los buenos prosadores portugueses. Los lusismos sientan maravillosamente a nuestra lengua: son frutos ide dos ramas de un propio tronco, que se ingieren recíprocamente para salir con nueva savia y no desmentido sabor La luz del latín cae y se refracta en los dos prismas. Ambos efectos de refracción, conjugados, comparados, nos ayudan a mejor percibir el primitivo sabor latino, que a veces el uso ha desgastado. las palabras como que se enriquecen en este juego. Dos testimonios sobre el aprendizaje de una lengua: uno, aquellos ensayos de Mark Twain sobre El italiano sin maestro, chistosa descripción de las tribulaciones de un angloamericano entre la abundancia de nuestras formas verbales: otro, más reciente y de mejor calidad para mi gusto, los Divertimientos filológicos de Valéry Larbaud, cuando se entregó solo, en Lisboa, a la entretenida tarea de pasarse del francis al portugués, apuntalándose un poco con el latín y un mucho con el castellano. Esta ciencia, esta lengua dice la he aprendido como se obtiene el amor de una mujer. nos va reiatando, punto por punto, su sabrosa aventura: Yo era todo ojos y todos oídos, todo atención y respeto, consciente de habérmelas con los elementos de uno de los grandes idiomas literarios, con un vocabulario y una sintaxis glorificados por algunos de los más grandes poetas, dramaturgos y prosistas del Occidente. Si todos llegaran al portugués con igual inteligencia de amor!
Tipo del error iberoamericano en política y en todo: el platense medio (no el erudito) aunque dispuesto a confesar sus italianismos, porque, viniendo de Europa, le parecen menos humillantes difícilmente reconoce y acepta el se le hayan deslizado, frontera adentro, algunos brasileñismos en el habla corriente. la recíproca es igualmente verdadera, y en igual grado lamentable. veces y aquí está el toque de perfección las diferencias milimétricas en los significados secundarios son las que dan a la frase su atmósfera castellana o portuguesas Yo puedo decir en ambas lenguas: La juventud universitaria, en plena mocedad. Pero se me antoja que esta forma es más directa e inmediatamente castellana, y que la correspondiente portuguesa sería más bien. La mocedad universitaria, en plena juventud. veces, apoyando más acá o más allá en las connotaciones accesorias, la palabra, de una a otra lengua, de tal modo parece trasladar su sentido que viene, prácticamente, a significar otra cosa: tal el adjetivo exquisito, encomiástico en castellano y peyorativo en portugués: tal el adverbio apenas, que en castellano significa una dosis mínima y en portugués equivale a solamente. veces, al traducir del portugués, os encontráis con una cosecha de palabras castellanas caidas en desuso o poco difundidas, como curuja (lechuza. virszon (brisa. Cierto día creí descubrir una de las leyes diferenciales en la evolución de ambas lenguas. No me refiero a aquella aparente pérdida silábica (caliente quente, doliente doente, vuelovoo, dolor dor, color cor. sino a algo más medular y profundo. Simplemente al discurrir por la calle, reparé en las expresiones usadas por gente de apariencia humilde. Cerrando los ojos, yo, en mi imaginación, hubiera vestido con otros trajes a los interlocutores y les hubiera prestado otra condición social superior. Ignoro si el portugués europeo ofrecerá el mismo fenómeno, y nada tendría de extraño que la inimitable cortesía brasileña haya impreso poco a poco en el habla su sello de característica pulidez, pero me figuro que mi observación tiene valor general. poco andar, un vendedor pregonaba, a voz en cuello. Sorbetes de diversas cualidades. frase que en las calles de Madrid casi sería recibida con silbidos nor alambicada y compuesta. El vendedor, en la metrópoli de la lengua hisipánica, hubiera procurado, al contrario, alardear de plebeyismo vescoper la expresión y el tono más de la mediacalle: Heláos, de tóos ellos. o algo parecido recordé que aun la gente mexicana, recién llegada de su solar, hace sonreír un poco a los madrileños por aquella su manerita que resulta.
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