DemocracyJoaquín García Monge

280 REPERTORIO AMERICANO Juárez juzgado por Castelar Y, si el heroísmo de Lincoln, es grande, no es menos el heroísmo de Juárez. El puede repetir la sentencia de Lucano: Victrix causa diis placuit, sed victa Catoni. El heroísmo en la prosperidad es bello, pero en la adversidad es sublime. Los hombres que se levantan cuando se desploma un mundo sobre su cabeza, son los hombres mayores de la historia. Vencido, abandonado de Amé.
rica, maldecido por una teocracia que quiere a toda costa conservar sus perecederos bienes; entregado al extranjero por una turba de traidores; extendida la espada del primer imperio de Europa sobre su frente; puesta la bayoneta de los zuavos en su pecho; acompañado de generales ineptos o serviles; representante de una raza decaída; jefe de un pueblo sin esperanza, Juárez no se rinde al destino, y, severo e inflexible se levanta, en medio de las ruinas, como la personificación sagrada de la República y de la patria. Un republicano de la antigüedad, un hombre de Plutarco, tampoco hubiera comprendido esta grandeza. Después de la batalla en que libraba la suerte de las leyes, en aquella triste noche de Filipos, Bruto, el último romano, Bruto que había llevado amor a la libertad hasta el olvido de todo sentimiento, cuando los soldados de los triunviros le cercaban, de rodillas a los pies de un esclavo le pide la muerte; y, al sentir el acero en su corazón y espirar, como el cielo sonriera sereno y los astros brillaran tranquilos, cual si nada triste sucediera en la tierra, exciamo: Virtud, nombre vano, engañosa palabra. ay! esclavo del destino he sido y he creído en ti. Grito de desesperación, que es el grito último con Gue se despide para siempre del mundo la República romana. Pero Juárez, hombre de nuestro siglo, creyente en la eficacia de la libertad, y en la virtud de la ley del progreso, mantiene en sus manos los últimos girones de la bandera de la República, porque sabe en medio de sus desgracias, que los tiranos pasan, los tiranos perecen, y la libertad no puede morir, mientras Dios presida el movimiento de la historia.
Es imposible que haya habido un hombre más firme en sus convicciones, ni más dispuesto a desafiar la adversiEn México reinaba una política lismo militar y el feudalismo teocrático, el pretoriano y el fraile. La presidencia del Poder Ejecutivo fué confiada a un general, y la del Tribunal Supremo de Justicia a Juárez, por un artículo constitucional su funesta herencia! Un ciudadano al frente del ejército; un abogado al frente de un pueblo, dividido por horribles luchas y castigado por bandálicas facciones! Pero, desarmado, sin ningún arte militar, por la energía de su carácter, por la fuerza con que supo tremclar la bandera de la República, reunió en torno suyo a los buenos republicanos Donde plantó esa bandera allí estuvo la patria. En medio de la guerra.
en medio de la peste, alzó con mano firme y segura la Constitución. Para esto tuvo la energía de la voluntad y la voz ce la conciencia, la severidad de su magistratura y el rigor inflexible de la ley; y más que la fuerza material, la fuerza de su derecho. Así de Veracruz fué a México y resucitó a la República.
Se necesitó una traición sin ejemplo, irrupciones infames, batallas formidables, sitios como el de Puebla y desgracias como las de México para desalojarlo de la capital de la República. Cuánta grandeza hay en medio de esa decadencia! Ser grande con un pueblo grande como lo fué Washington es fácil.
Lo difícil es ser grande siendo todo pequeño; perseverante en medio de la inconsecuencia; firme cuando el cielo y la tierra se conjuran contra un hombre.
Miradlo perseguido, acosado, sin recursos; con las fuerzas de Francia en su contra; desafiándolo todo con su frente erguida, iluminada por los resplandores de la conciencia, mientras que el remordimiento cubre de negras sombras la frente de los vencedores.
Estamos seguros de que si el príncipe Maximiliano va a México, mil veces el recuerdo de Juárez turbará sus sueños, y comprenderá que mientras haya un hombre tan firme, no puede morir la democracia en América. Esos caracteres son ideal de moralidad, vivo y luminoso, que la historia recoge en sus páginas, y que obran siempre en la vida de los pueblos. Si Washington ennobleció la cuna de una República, Juárez ha santificado el sepulcro de otra República. Del sepulcro así ennoblecido se levantará firme y eterna.
su Benito Juárez (Hacia 1862)
militar teocrática, a cuya sombra crecían los males del régimen colonial, sin ninguna de sus ventajas. Promulgóse una Constitución democrática que emancipaba la conciencia para renovar el espíritu y consagraba la desamortización para renovar hasta el suelo de la República. Contra ella se conjuró el feudaCarta alusiva dad.
INDICE INDICE Cartago, 14 de abril de 1935.
Señor don Joaquín García Monge.
San José.
Mi estimado amigo: Anoche tuve ocasión de ver la pellcula Juárez y Maximiliano. La lepresentación viva del imperio mejicano, que terminó con la sangrienta tragedia del Cerro de las Campanas, ha despertado en mi alma, con la fuerza de los años mozos, la admiración que siempre he tenido por la figura de don Benito Juárez. Recordé entonces que hace más de treinta años, había guardado entre mis recortes de periódico, un juicio del gran don Emilio Castelar sobre el indio zapoteca. Le envio esa bellísima página, para que usted la re.
produzca en su Repertorio Americano.
Creo que de ella pueden extraer nuestros jóvenes una hermosa lección de civismo y de fe en los principios democráticos que inspiran las instituciones políticas de las Repúblicas americanas y que hoy parecen flaquear ante el empuje de nuevos vendavales.
Con este granito de arena quiero ayudar la hermosa labor que usted realiza, y con él reciba el testimonio de aprecio de su atento y y amigo, Enrique Sancho ENTERESE ESCOJA Wagner: Para los pequeños y para los mayores conversaciones sobre la vida y el modo de servirse de ella. 50 Salvador Segui: Taquigrafía Seguí. 00 Pijoán: Mi Don Francisco Giner (1906 10) 50 Felix Marti Alpera: Nociones de ciencias físicas, químicas y naturales 50 Luis Joubin: Metamorfosis de los animales marinos. 00 Eikenberry, Waldron: Biología pedagógica. 30 Pierie Bovet: La paz por la Escuela. 50 Solicitelos al Admor, del Rep. Am.
ENTERESE ESCOJA José Mallart: Colonias de educación. 50 Gabriel Compayré: Herbert Spencer y la educación cientifica 50 Carlos Urquieta Santander: Diccionario de medicación herbaria. 00 Las mejores poesías para la declamacion. Selección de las mejores poesias mundiales para declamar, a base de los programac de Berta Singerman, aumentada con otros numerosos y escogidos poemas)
Camila Henriquez Ureña: Las ideas pedagógicas de Hostos. 00 Solicitelos al Admor. del Rep. Am. 00 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica