REPERTORIO AMERICANO 345 unos nas.
es Pero Segundo ensayo sobre el antiacademicismo de don Pío Baroja El lugubrismo de Baroja. Humorismo y artritismo. El clima histórico y la generación del 98. Baroja es así. Por GREGORIO MARAÑON plemente, un trozo de humanidad que, Otra de las objeciones habituales al De La Nación. Buenos Aires. mayo, 1935, cuando se empieza a ver desde la lejanía aparece limitado por un cierto nuBaroja académico se basa en su sentido mero de figuras ingentes, como las zolúgubre de la vida: objeción trivial porque esa apt extraña de captación nas demarcadas por altos arrecifes. La humanidad comprendida entre esos lide lo espantoso está tan netamente limites señeros es, sin duda, como el resgada a la genialidad artística de nuesto de la humanidad; y esas mismas catra raza, que si la diéramos categoría bezas que brotan de la superficie y la dede heterodoxa, nuestro Parnaso se conmarcan, parecen puestas allí por el vertiria, si no en una isla desierta, en azar, sin un propósito concertado. Pelugar poblado por rematadas mediaro, no obstante, el hecho de la existennías. Ya Ortega y Gasset, en los cocia contemporánea de cuantos mienzos de la celebridad barojiana, a hombres de categoría representativa, poco de aparecer su hermosa y desolasimplemente esto, imprime a la vida dora novela El árbol de la ciencia. de su tiempo un sello particular, que comentó su propensión a lo negro y a ellos, sin advertirlo, simbolizan, y, con lo terrible con aquella exactitud que frecuencia, sin ellos proponérselo, de se impone como definitiva en los juicios su momento se deriva un cambio radidel gran escritor y añadía estas palacal en el curso de las corrientes humalabras proféticas: Sí, Baroja prolonga Lo que tiene esta obra de fatal, una tradición muy honda de nuestra lide histórico, en su profundo sentido teratura y es más entrañablemente casbiciógico, esto es, de independiente de tizo que la misma Academia Española.
la deliberada intención de quienes la Yo no creo, sin embargo, que, como se representan, hace que éstos no se den ha dicho, pueda relacionarse el costumcuenta exacta de ella y por eso son sus brismo lúgubre pero austero de Baroja, Pío Baroja propios representantes los que la niecon nuestra novela picaresca, que (1934)
fundamentalmente cínica e inmoral, gan con la máxima sinceridad.
los que la vemos a distancia, no tenepara mí, salvando sus excelencias literarias y su valor informativo, una ver radamente para no tropezar demasiamos más remedio que relacionar, por do con ellos.
dadera plaga hispánica, agente de los El artrítico exagera los ejemplo en este caso, el cambio brusco más poderosos en la obra disolutiva de riesgos de la intemperie y de las fruide la retórica eufórica y hueca hacia un nuestra decadencia. Baroja pinta los ciones sensuales para justificar las limipesimismo contrito, que se opera al fimismos suburbios de la humanidad estaciones de la vida libre a que le obliga nalizar el siglo pasado en la vida espapañola que sirvieron de paisaje a nues su temperamento; y encarece los asñola, con la obra de unos cuantos estros pícaros; mas con un sentido quizá pectos siniestros de la existencia para critores, que predican y ejercen, desde dar todo su sentido al ambiente manso no optimista, pero de implacable reccampos distintos, ese cambio de actititud. Ninguno de sus personajes som y un tanto egoísta en que le confina su tud. Sus edades son, quizá, más diverbríos tiene trazas heroicas, ninguno especial vitalidad. Es, en cierto modo, gentes de lo que se admite dentro del triunfa en la vida, ni muere tranquila como el legítimo consuelo que experi concepto, por cierto vaguísimo, de una mente en su cama, vencedor a fuerza mentan las monjas de clausura al hi generación; su actitud brota, aquí y de bellaquerías, sobre el infeliz de bue pertrofiar, a través de las rejas del allí, por impulso espontáneo y sin acuerna fe, como ocurre casi siempre en la convento, los peligros del mundo. do previo; los matices sociales, religionovela picaresca. La de Baroja es trissos, estéticos de cada uno, son, si se te, pero con frecuencia, ejemplar.
quiere, totalmente distintos. Todo ello, El lugubrismo de Baroja, mezclado Pero sobre éstas, sin duda discuti es verdad. Pero nada de esto es reparo a partes iguales, con un concepto paci bles, tendencias personales, hay que esencial que oponer a la realidad indisfista y bonachón de la vida, tiene anotar el sello incuestionable de pesi cutible de los hechos. Precisamente, lo cierto aspecto de humorismo que pu mismo que puso originalmente a su obra más típico de estos movimientos sodiéramos llamar espurio, que nada tiene el cariz histórico y psicológico de la ciales, como agudamente ha comentaque ver con la gracia cínica de Guz generación a que don Pío Baroja perte do de Madariaga, es su aparente mán de Alfarache y compañeros de Sin querer se nos viene a las falta de preparación; como que no es gremio. este humorismo se refiere, manos el tema, harto manoseado, de la la voluntad de los hombres quien los sin duda, el mismo Baroja cuando trata generación del 98, que, desde que fué ordena, sino una fuerza histórica y, de buscar explicación médico al fin, creado, apenas ha habido plumífero esque en otra ocasión hemos llamado aunque frustrado a la actitud humo pañol que no lo haya tomado como clima histórico.
rista en el artritismo. mí no me pa pretexto de sus divagaciones. Baroja, rece Baroja un Por eso Baroja, en las horas serenas humorista verdadero uno de los individuos señeros de la geporque el humorista es, ante todo, un neración famosa, negaba, no hace mude la plenitud actual, reconoce, a pecínico y nuestro autor se ofrece, en cada cho, su existencia. Inútil empeño. Si sar de sus anteriores negativas, la reauna de sus obras, con el corazón en la entendemos por generación un grupo lidad de esa influencia colectiva por mano, con lealtad absolutamente anti de hombres, más o menos coetáneos, parte de un grupo de hombres, entre humorística. Lo que sí es, como buen enrolados deliberadamente en una de los que ocupó él categoría rectora.
artrítico, un hombre que está a la de terminada y común empresa social, claPuede llamarse a ese grupo generación fensiva de los peligros que le procura ro es que esa generación es un mito; del 98 o como se quiera. Es lo de mesu naturaleza, y que se defiende de ellos ella y todas. Pero una generación es nos. Lo que no cabe duda es que exiscon inteligencia, es decir, no huyéndo siempre algo distinto de eso, algo mu tió y que estará para siempre enlazada los, como los tontos y los niños, sino cho más vago, en su sentido cronológi con los seis o siete nombres que, sin planteándoselos y abultándolos delibe co y en su sentido intencional. Es, sim darnos cuenta, nos brotan al hablar de un nece. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica