Civil War

100 REPERTORIO AMERICANO tomar bicarbonato, ni la de tener fiebre, conserva la cabeza muy despejada y muy sana.
En una ocasión llegó un psiquiatra a verme. Yo sabía que este hombre había dicho que yo era un esquizofrénico.
Le pregunté. Usted no ha encontrado nunca entre sus pacientes algún guasón, alguno que se dedicara a tomarle el pelo? Hombre, eso no es tan fácil. Pues le diré a usted una cosa insistí. Usted me calificó de esquizofrénico y resulta que yo era un guasón, un hombre que se estaba divirtiendo. Yo no sé cuántos hombres de veras sanos de la cabeza hay en España, pero si hay uno, soy yo, que tengo la cabeza sobre los hombros. ahora, aciararé esto: sólo está despierto el que tiene conciencia de que está soñando, y sólo está cuerdo el que tiene conciencia de su locura, y como yo tengo conciencia de mi locura, estoy mucho más cuerdo que la mayoría de los hombres. ahora debo decir una cosa. En estos días, precisamente estoy como he dicho, presidiendo un tribunal de oposiciones. He presidido ya varios y es una cosa terrible; pero lo que he observado ahora es que el nivel medio de la cultura ha subido extraordinariamente.
Unos saben más, otros menos, pero ninguno tiene la manía de llenar el máximo de tiempo. Dicen lo que saben, y cuando no saben, no rellenan los huecos con camelos. Redactan bien y algunos muy bien. Ah! Esto es otra cosa. Como venga una juventud así, podemos esperar algo. Están mejor enterados y no son aquellas oposiciones de mi tiempo, con aquellas luchas y aquellas trincas que eran algo verdaderamente terrible. Yo estoy pasando muy bien.
Voy todas ias tardes y me encuentro mejor que en las Constituyentes, desde luego, porque hay una enorme diferencia. Estas gentes se conducen bien y leen bien. Yo estoy convencido de que leer bien es una de las cosas más importantes. Precisamente en estos días recordaba yo que cuando fuí discípulo oficial de don Marcelino Menéndez y Pelayo nos leyó en clase el prólogo de la Historia del levantamiento y guerra le Cataluña en tiempos de Felipe IV. y salimos todos a comprar el libro para releerlo. Hay que saber que don Marcelino era un formidable lector, uno de los mejores lectores que he conocido.
El que lee una cosa bien, no necesita que se la comenten.
Lo que hay que saber es enseñar a leer, leyendo. Estando yo en el Consejo de Cultura se quiso formar expediente a un pobre señor catedrático, muerto ya, el cual me decía: Hombre. cómo usted, catedrático de Universidad, va a clase a leer un libro. Ah! Si el libro es bueno y se lee bien, ya se hace mucho más que la mayoría de los catedráticos. Yo he comprobado que hay gentes que leen una cosa y no se enteran, pero si se les lee en voz alta se enteran. Leen con los ojos y no con los oídos.
En eso he visto que se ha mejorado y he quedado muy satisfecho. Estamos ante una generación formada ya de otro modo, la cual no será una generación que empiece por ahí a mostrar una inmodesta decencia y a aullar desentonadamente. Porque hasta el aullido puede ser entonado. Se puede aullar con tono, y hay quien ni siquiera sabe aullar. nada más. Ya nos volveremos a encontrar en la vida. Aún no sé el tiempo que me queda de vida. Me ofrezco a todos en lo que me puedo ofrecer. Va pasando el tiempo, viene una juventud estudiosa y espero que, al fin, consigamos que este país entre en una vida un poco más gravemente alegre, un poco más serena y un poco más resignada también.
Le habla a los niños de Salamanca, a los de España.
Hoy, el día en que se celebra en el mundo cristiano la Adoración del Niño Dios por los santos Magos. llamados después Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar. fiesta que viene de abuelos a abuelos y de nietos a nietos desde hace siglos. venimos vuestros mayorespadres, tíos y abuelos a regalaros juguetes de toda clase menos pistolaspara que aprendáis a jugar en paz en la vida, a jugar en paz la vida. sobre todo, venimos a que nos perdonéis. que nos perdonéis muchos pecados contra vosotros y, sobre todo, el de que no siempre os dejemos jugar en paz.
En estos regalos o aguinaidos de Reyes ha puesto su parte aquí, en Salamanca, como en algunas otras ciudades, el señor Presidente de la República de España, haciendo de mago adorador de la niñez, pues cuando visitó esta nuestra ciudad, fué la alegre tropa pacífica de los niños lo que más le conmovió. yo, padre y abuelo de salmantinos, he de deciros de su partecomo él por mi boca, os lo dice en nombre de nuestra madre España que con este agasajo, con esta fiesta, queremos ganar, más que vuestro agradecimiento, vuestro perdón. Perdón, niños de España, para vuestros mayores.
Son muchos los padres que os mandan a la escuela para que no deis dicen guerra en casa, para que los dejéis en paz. En paz? La guerra que dais jugando en casa ;sí que es paz! La guerra condenada, la del demonio, es la que solemos daros nosotros, los mayores. Hay quien se queja de que vosotros, los niños de verdad no esos chiquillos mal educados que juegan a la guerra civil. ocupáis y tapáis la calle con vuestros juegos y no nos dejáis taparla con los nuestros. Mejor es que nos echéis de la calle que no el que nosotros os echemos de ella. sois vosotros los que tenéis que enseñarnos a jugar. jugar sin preocuparnos de ganar o perder el juego, sino a jugar bien. Bien y en paz.
Os hemos dado mal ejemplo, muy mal ejemplo, y estamos avergonzados de ello. No sé si también arrepentidos. Nos figuramos que nuestros juegos son más serios que los vuestros porque en los nuestros se matan los jugadores. Hay muchos de nosotros que quieren enseñaros nuestros juegos. Decidles que no! Que si os divierte despanzurrar un muñeco para ver lo que lleva dentro, os da rabia y asco el que se le mate a un hombre, a un hermano; el que un padre mate a otro padre por lo que lleva, no lleva, dentro. Que si os divierte leer en cuentos cuentos con bonitas estampas. os dan rabia y asco los cuentos con que nos insultamos uno sa otros vuestros padres y abuelos.
Decidies que las escuelas de España deben ser las verdaderas Casas del Pueblo y que no queréis que entren en ellas nuestros malditos juegos de guerra civil. ahora voy a tomar la palabra en vuestro nombre y a decir a mis compañeros, los mayores, a decirles con vosotros: Dejadnos jugar en paz. No queremos estos juguetes si es que no hemos de jugar con ellos en paz y en alegría. No los queremos si es que han de ser comprados con sangre y lágrimas de nuestros padres y de nuestras madres. Con leche y con sudor, sí; con sangre y lágrimas. no! No queremos que nos echéis de la calle y nos encerréis, como al ganado, en las escuelas si es para tapar vosotros las calles y las plazas con vuestros juegos de rabia y de muerte. No dejaremos de daros eso que llamáis nuestra guerra porque queréis que lo dejemos para darnos y daros vuestra guerra.
Si queréis que juguemos, que soseguemos vuestro remordimiento, renunciad a vuestros juegos de muerte a vuestros juguetes de destrucción. no nos enseñéis a amenazarnos unos a otros. Enseñadnos a vivir en paz de trabajo en casa y en la plaza pública. Que España sea una casa de familia. entonces os perdonaremos. ahora os digo yo, niños de España, y os lo digo en nombre no ya sólo del Presidente de la República de España, de la gran casa nacional de la familia española, sino en nombre de ésta, de España, la casa, que no tendremos nosotros, vuestros padres y abuelos, perdón de Dios mientras no tengamos vuestro perdón, mientras El, el Padre del Niño eterno, no nos perdone. Queremos merecer de vosotros absolución de nuestras muchas culpas. Así sea.
OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338.
Repertorio Americano, a la EDITORIAL PAN AMERICA. Bolivar, 375. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica