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REPERTORIO AMERICANO EI SENTIDO DE LA HISTORIA Con Ginebra Por LUIS DE ZULUETA De El Sol. Madrid, octubre del 85 Aquí lo que hay objetan algunos es una campaña colonial de Italia en Abisinia.
Después de todo, una de tantas guerras coloniales como han emprendido los europeos en Africa. Sí. Hay, en efecto, una guerra colonial.
ΕΙ ontinente negro ha conocido otras. Pero ahora, en el presente conflicto, hay algo más. Lo que hay en el fondo alegan otroses una pugna entre el secular imperialismo británico y el nuevo imperialismo italiano. Acaso. Pero hay algo más. no habrá se dice también una lucha profunda entre las naciones que están satisfechas de la situación presente y aquellas otras que viven descontentas del actual reparto del mundo, aspirando a una revisión de fronteras y a una nueva distribución de territorios. Es posible. Pero hay algo más. ese algo más es cabalmente lo que a todos nos importa. De lo otro podréis opinar que atañe sólo a las naciones interesadas. Alla con sus combates, diréis, los italianos y los etiopes. Allá con sus pleitos Britania y Roma. Allà con sus querellas gananciosos y disgustados. Pero hay algo más! Algo que es mucho; algo que es lo esencial en el conflicto presente; algo que es decisivo en estos momentos para la suerte de la civilización; algo que interesa a todos los hombres, por ser hombres, y muy especialmente a nosotros, por ser españoles.
En cada giro de la Historia, ya lo sabemos, existen luchas egoístas entre partidos, naciones, pueblos y razas. Hay turbios instintos, ambiciones brutales, ávidas codicias. Con todo ello, pero no por ello ni para ello, se ce la Historia. Porque hay algo más. Late en lo hondo de cada una de esas crisis un cierto ideal humano, un impulso espiritual que se abre paso y tiende a realizarse en el mundo. Este ideal, explícito o implícito, que a veces los contemporáneos no ven, cegados por el polvo de la pelea, es precisamente lo que luego da todo su valor a aquella etapa histórica e imprime su sentido a aquella fase de la vida de la humanidad. en qué consiste ahora ese algo más. ese algo que es mucho, ese algo que es todo?
Ciego será, con moral ceguera, quien no perciba.
El impulso espiritual que hoy sacude al mundo pugna por lograr un comienzo de organización económica, jurídica, politica y ética de la vida internacional. Dentro de cada Estado, de mejor o peor manera, rige la ley, existe un orden de Derecho. Mas entre Estado y Estado, hasta ahora no ha habido más ley que la fuerza, ni otro orden que la espada de Breno. La vida internacional es anarquía.
El fruto de esa anarquía, la guerra. La guerra, sin embargo, con la técnica moderna, se ha hecho tan horriblemente destructora, con la actual interdependencia económica y social de unos y otros países tan neciamente estéril, puesto que sume a vencedores y vencidos en la misma miseria, que ya los pueblos, sobre todo después de la tremenda experiencia de 1914 a 1918, suspiran por aboliria, renunciando a la bárbara anarquia milenaria e iniciando entre ellos ese estado de convivencia jurídica que llamamos sociedad.
El primer esbozo más o menos imperfecto de esa sociedad lleva hoy justamente el nombre de Sociedad de Naciones. Pero ¿de veras marcha el mundo en este sentido. qué significan entonces los nacionalismos agresivos, los Estados fascistas, la educación combativa, los países en pie de guerra, la competencia de los armamentos, las arengas belicosas desde lo alto de un carro de asalto. Significan cabalmente las resistencais con que todo humano avance tropieza. Más aún: que todo humanc avance suscita y levanta.
Resistencias tanto mayores cuanto mayor sea, a su vez, el impulso espiritual renovador más importante y decisiva la transformación que se, prevea. Sin esas resistencias perdería su dinamismo nuestra vida. la Historia no es idílica, sino dramática.
No obstante, prevalecerá al cabo nuestro siglo el principio de Sociedad de Naciones frente a la recaída en la anarquía internacional. Prevalecerá, no sólo porque lo exigen motivos espirituales, sino porque lo imponen inevitablemente las mismas condiciones técnicas de nuestra época.
La sociedad brota de la comunicación. En otros siglos, las comunicaciones de Estado a Estado eran lentas, difíciles, escasas. lo largo de millares de años, un mensajero a caballo ha sido el único medio de relación entre los pueblos. De pronto, en unas cuantas décadas, los medios de comunicacóin se desenvuelven prodigiosamente: la locomotora, el buque de vapor, el telégrafo, el teléfono, el automóvil, el avión, la radio. la televisión. El mundo ha cambiado. Todos los pueblos están juntos, reunidos, en contacto estrecho, en comunicación constante. Comunicación implica comunidad. o las naciones, renunciando a los medios científicos de comunicación, retornarán a la vida bárbara o primitiva y volverán al relativo aislamiento de antaño, o habrán de organizarse en normas de Derecho dentro de una cada vez más perfecta Sociedad de Naciones.
Esta es la trascendencia histórica del momento actual. aun habrá quien se queje de que nuestro siglo carece de grandeza. Diga más bien que a veces los hombres son pequeños cuando los tiempos son grandes! Lo son, y mucho, los nuestros. Procuremos sólo saber comprenderlos y saber vivirlos. Con Ginebra, sin Ginebra o contra Ginebra. Sin Ginebra no puede ser. Si no existiera, habría que inventarla de nuevo, porque la Sociedad de Naciones simboliza todo el actual problema del mundo. con Ginebra o contra Ginebra. Los que en el fondo están contra ella, aunque quieran disimularlo, encarnan hoy la reacción frente al sentido espiritual de la época. Quienes están con Ginebra marchan hoy con el impulso ideal de su tiempo.
Los hombres han de elegir. los Gobiernos, y las naciones. Claro está que la prudencia, la previsión, tienen sus deberes, Habrá en el camino, a lo largo de los años, muchas curvas, muchos momentáneos retrocesos, muchas decepciones. No importa. En definitiva, como siempre, acertarán los pueblos que hayan marchado en el sentido de la Historia.
En una noche lluviosa de septiembre, hace casi un siglo y medio, un grupo de militares alemanes y austriacos del ejército que al mando del duque de Brunswick avanzaba hacia París formó un corro en el campamento, allá en la llanura de Valmy. Todos estaban cabizbajos y despechados, porque la jornada había sido mala. Las fuerzas enemigas, las tropas francesas de la Revolución, les habian cerrado el paso. Sabido es que entre los malhumorados comentarios sobre aquel combate local se alzó en el corro la voz de un paisano, un escritor amigo del duque de Wéimar, que dijo estas palabras: Aquí, y en el dia de hoy, comienza una nueva época de la Historia Universal.
No pareció cumplirse en los primeros tiempos el augurio de Goethe. La Revolución francesa acabó en Bonaparte; Napoleón acabó en Santa Elena. Pero, al cabo, el impulso espiritual que triunfó en Valmy dió su sentido al siglo xix. Quién sabe ahora que oscilaciones, qué contrariedades, habrá de sufrir el ideal internacional que hoy empuja al mundo! Nadie deja de ver, por otra parte, lo que en él se mezcla de impurezas ocasionales o de apetitos colectivos. Mas con todo, cualquiera que tenga alguna sensibilidad espiritual podría repetirse ahora ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones: Aqui, y en el día de hoy, comienza una nueva época de la Historia Universal.
In angello cum libello Kempis. En un rinconcito, con un librito, un buen cigarro y una copa de ANIS IMPERIAL SUAVE. DELICIOSO SIN IGUAL.
FABRICA NACIONAL DE LICORES SAN JOSE, COSTA RICA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica