10 REPERTORIO AMERICANO ta la precipitación atmosférica, y pre: Hoy va a llover fuerte, sen nigno habla con tanto encomio su va de llover, de llover sin tasa tencian los entendidos. Hay agus fundador Don Juan Vázquez e hisni medida, de llover en todas ci puesta por el lado de Tobosi y toriadores tan reputados como el recciones, pero especialmente al esa es agua segura. dicho y he Dr. don Domingo Juarros, y geosesgo y de suerte que nadie pueda cho, al rato el aguacero. así lle grafos eminentes, y lo que es más, salir bien librado del agua por gamos otra vez a octubre rabian casi todos los cartagos, cosa que prevenido de paraguas que vaya do de ver convertida en un ori sería para sorprendernos si no esTornamos a oir todas las tardes nal del cielo a esta nuestra Car tuviéramos ya acostumbrados a los mismos pronósticos de sier tago, de cuyo temperamento be esa trágica obstinación de nuestros coterráneos en considerar bueno lo que es malo o apenas regular, y en vivir apegados, contra toda evidencia, a cuantos mitos han tenido aquí origen. El mito del buen clima, el mito del buen gobernante. Supersticiones de todas clases: físicas, políticas, religiosas y sociales.
La gran trayectoria política de Latino América por ANTENOR ORREGO Envio del autor. Cajamarca, Perú, julio de 1935. 2 NACIONALISMO, LOCALISMO NACIONALISMO PATRIOTISMO CONTINENTALES Estamos ya bastante lejos de las culturas y de los gobiernos localistas, que fueron, por excelencia, las culturas y los gobiernos medioevales. El torreón y la almena fueron todo el castillo feudal e importaban desde el punto de vista del espíritu, la restricción absoluta y plenaria de toda universalidad. ΕΙ señor, el castellano, era el señor en el sentido más lato de la palabra: administraba la espada y la horca que constituían los signos y los instrumentos efectivos de su dominio. Sabemos que la monarquia fué, entonces, sólo una abstracción moral o jurídica y que el soberano era tan abstracto y tan débil en el teIreno de las realidades políticas y militares que su actitud natural y habitual era una actitud defensiva, frente a las insolencias y a los latrocinios de sus vasallos. El poder concreto, el poder de facto, el poder hecho carne de realidad tangible, residía en el señor.
No quiere decir esto que el espíritu medioeval careciera de un espíritu unitario y congruente, ni que participemos de la leyenda oscurantista de la Edad Media. Nunca fué más cierto, si cabe, el antiguo aforismo de que la multiplicidad se da siempre dentro de la más rigurosa unidad. Lo distinto, lo dispar, lo inconexo, en el sentido absoluto del concepto, no puede ser órgano de expresión histórica, porque es negación y contraposición, porque carece de concatenación biológica y, de consiguiente, no alcanza jamás a ser el vehículo y la expresión de una época.
El localismo provincial o parroquial de la Edad Media constituyó una etapa necesaria y lógica dentro del proceso de la cultura occidental y tuvo, en algunos aspectos, sus espléndidas floraciones espirituales. Entonces el mundo europeo no pudo ser sino localista y provincial. Como todo organismo comienza a generarse por la célula, el organismo político y cultural europeo debió generarse por la célula política y cultural que es la parroquia, la provincia o la marca territorial. la restricción del espacio tenía que corresponder, por correlación lógica, la restricción del espíritu. Es el incoercible proceso dialéctico. El feudo, el señor y el castillo desempeñaron una misión biológica y educadora de enorme trascendencia, porque, sin ellos, lo que ahora conocemos por el mundo contemporáneo no habría podido nunca constituirse.
Con el hundimiento del sistema feudal comienza la era de los nacionalismos; comienza, también, en realidad, la era de la monarquía. la unidad celular de la parroquia, sucede una unidad de más amplio circuito: la unidad de la nación. la congruencia biológica del feudo, sigue una congruencia biológica de más dilatada envergadura. Sólo, entonces, la Monarquía teórica, abstracta y moral, se hace tangible y concreta. Entonces, también, el soberano es el soberano en carne de la realidad política, económica y militar.
Réside en él, el poder de facto, el poder concreto y la soberanía jurídica se traduce en dominio.
Mas, la modalidad o el clima de la Edad Media debía prolongarse hasta la Revolución Francesa, no obstante haberse constituído, desde hacía algunas centurias casi todas las nacionalidades europeas. Las fechas de los manuales no logran jamás encasillar una sustancia tan móvil y flúida como la de la historia. Nada tan falso como las casillas cronológicas. Ocurre con la historia que los hechos precedentes, tiñen, impregnan con su sabor a los hechos posteriores y subsiguientes, a la manera como la cauda de un cometa va dejando su ruta de esplendor aunque su masa cósmica se encuentre a millones de leguas de distancia. En verdad, el espíritu del Castillo feudal trasvasándose a la monarquía personalista y al absolutismo del derecho divino de los reyes, cayó con la Bastilla. El Estado soy yo pasó a ser, el Estado es la nación. Es ya el nacionalismo europeo que destaca sus perfiles, pero es un nacionalismo que todavía no ha rebajado el espíritu parroquial.
Desde entonces acá toda la cultura occidental es una cultura nacionalista, pero el patriotismo europeo no tiene aún otro sentido que el de la restricción localista. La parroquia medioeval se prolonga, un poco más dilatadas sus fronteras, hasta nuestros días.
El objetivo paneuropeo de Napoleon choca contra la parroquia feudal y ella es hasta el presente el gran obstáculo para la unidad política y económica de Europa. El nacionalismo restrictivo de cada nación arrastra al mundo a la guerra de 1914. La pugna presente de Europa es la pugna desgarrada de sus nacionalismos. Jadea entre la energía gravitante de su pasado histórico y las fuerzas dinámicas y creadoras del porvenir. El patriotismo parroquial o patriotismo nacionalista lucha, con patetismo trágico, por hacerse patriotismo paneuropeo. En este forcejeo surge, a veces, la petipieza o el paso de comedia que anuncia, sin embargo, la madurez y el logro del futuro. La historia contemporánea está llena de estas zarzuelas operetas bufas que contienen, no obstante, un germen de sustantividad biológica. No es que queramos hacer una paradoja. Hemos aludido acaso, a la Liga de Naciones?
Ya Guillermo Ferrero apuntaba que el nacionalismo europeo no sólo era parroquial en el sentido político, económico o militar, sino en el sentido geográfico, territorial o topográfico. Basta viajar, decia el publicista italiano, unas pocas horas en Europa para que el paisaje, la forma de gobierno, la lengua, la religión, las costumbres, la raza y el espíritu cambien de un modo radical.
Efectivamente, de Paris a Berlin o a Londres hay más distancia psicológica que de Méjico a Buenos Aires y hay más extensión histórica, política y etnológica que entre el Rio Bravo y el Cabo de Hornos. Mientras en Europa la frontera es hasta cierto punto, natural, porque obedece a un determinado sistema orgánico y biológico, en América Latina es una simple convención jurídica, una mera delimitación caprichosa que no se ajusta ni a las conveniencias y necesidades politicas, ni a las realidades espirituales y económicas de los Estados. Mientras en Europa, con frecuencia, los pueblos originan y construyen los Estados, en América el pueblo es una gran unidad y los Estados son meras circunscripciones artificiales. Mientras pueblo y Estado en Europa son casi sinónimos porque hacen referencia a las mismas realidades, porque éste es la traducción política y jurídica del estado económico, físico y anímico de aquél; en América Latina pueblo y Estado tienen un sentido diferente y, a veces, hasta antagónico porque el Estado es una simple delimitación o convención que no designa una parcela sustancial de la realidad. En Europa el Estado fué una fuerza unificadora y constructiva; en América Latina es una fuerza atonizadora y disgregante. Las diferencias entre los mal llamados pueblos de Indoamérica son tan minimas y tenues que no logran nunca constituir individualidades separadas como en el Viejo Mundo. De norte a sur los hombres tienen el mismo pulso y la misma acentuación vitales. Constituyen en realidad un solo pueblo standard de carácter típico, específico, general y ecuménico.
Así se comprende que mientras el nacionalismo parroquial en Europa tiene que vencer formidables barreras naturales, históricas y biológicas para superarse y hacerse patriotismo paneuropeo, el nacionalismo lugareño de América, el patrioterismo restrictivo de cada Estado no tiene ningún obstáculo, natural, tradicional o atávico para ascender y alcanzar un nivel superior.
En Europa, hasta cierto punto, el nacionalismo restrictivo es el resultado de un sisteu Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica