36 REPERTORIO AMERICANO Figura hu ma na Colaboración. Madera del autor. San José, Costa Rica, novbre. 1935 UN buscará la frente, la cuenca de mi mano, y manantial los ojos, de mi desilusión; y el cabello que es negro, ya de dolor es cano.
Los pechos de la loba perdieron su pezón. mi mano ya tiene la forma de mi frente; fanático que espera botón de su dolor.
Regadío de aguas que manan de mi fuente, de luna sin creciente, y noche sin albor.
y el árbol crea madera, y se arropa en corteza, y el cóndor cree que baja con un gajo de sol, y apenas mis dos brazos sostienen mi cabeza, como ese viejo poste la luz de su farol.
SMAX.
Max Jiménez ESLABONES DE LA CONTINUIDAD Los desalm a dos Por ANTONIO OLIVER BELMÁS Envio del autor. Madrid, 1935 do, un poco en pos de sí mismo, a través de los días y de los cielos. Esos actos apreciables, esa serenidad del ánimo, ese dulce semblante del que se entraña en su alma, no se logran de un modo verdadero sino después de haber sido tempestuosos, de haber ido encorazonados tras de eso que no se deja captar, por más que lo anhelemos, porque se encuentra escondido entre las estrellas.
en un sentimiento, en una conducta o en una revelación.
Un criminal no es un desalmado, porque para ser desalmado es preciso, primeramente contar o haber contado con el alma. En verdad, un criminal es un in almado: el hombre que se encuentra aún más allá de los seres arrebatados en frialdad.
Si aquellos, en lo espiritual, eran cenizas de hogueras estelares, el in almado en cambio es el hombre que no logra adaptarse el alma que le está destinada, el hombre que inconscientemente, claro está, cierra todas las puertas a ese alma que se le quiere entrar y que, por tanto, no puede sentir la ausencia de su alma, ir desalmado tras de ella.
Los que buscan el amor universal, parece que van locos o desalmados. En verdad, lo que buscan es su propia alma que se les ha ido, camino de la perfección.
La Historia está llena de esos ejemplos. Cuántos seres han cruzado por el planeta, siguiendo a su alma que iba embriagada de cosmos, a través del espacio! cuán dramático, este ir atraídos por nuestra propia alma. Caminamos por galerías oscuras, por las que sin verla, escuchamos de cuando en cuando su fluir, que aquí se acerca y allí huye, en un juego emocionante y misterioso, en el que nunca triunfamos, porque jamás alcanzamos esa Voz, lo que nos condena a vivir como extraños de nosotros mismos, porque es fuera de nosotros en donde vivimos.
Por el contrario, hay momentos en los que los seres trasmanados de amor universal, del amor que todo lo contiene, no sienten su alma fuera de ellos. La luz, el agua, el día, la noche, el vegetal, las otras almas de los humanos, afluyen a la suya, como a un río mayor o como a un mar. Estos seres no son tan inquietos; su semblante es dulce y todas sus acciones son apreciables. La serenidad vive en ellos, porque estos seres que sin salirse de sí mismos todo lo atraen, son tiernamente espirituales. No más espirituales que los otros, que viven extrañados de sí mismos; distintamente espirituales, porque moran entrañados en sus almas.
Para que un hombre viva entrañado en su alma, antes ha de haber estado extrañado de ella, ha tenido que ir un poco desalmaDesalmados son todos los místicos, todos los poetas, todos los sabios, todos los filósofos. Si estudiamos a fondo la biografía de estos seres, obtendremos bien pronto una gráfica significativa del camino que recorrieron en la búsqueda de sus propias almas. si nos adentramos en sus rutas, observaremos que ninguno ha alcanzado totalmente el alma deseada, aunque sí matices de ella, que han quedado aprehendidos en un verso, Los locos tampoco son in almados. En los locos, el alma sí entra en el cuerpo, pero sin lograr jamás una conjunción definitiva; es decir, el alma del loco entra y sale de él constantemente. De aqu que un sabio, un místico, un filósofo, un poeta, puedan parecerse a un loco, que es el hombre cuya alma se le fué o se le quiere ir, por un motivo puramente físico. Los que yo nombro desalmados, también tienen huidas o para volar sus almas, pero siempre, por un motivo espiritual.
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