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98 REPERTORIO AMERICANO Romance de Sandino De Unirismo. Bogotá.
Por tierras de Nicaragua ya inataron a Sandino.
To mataoron malamente, lejos de los agrios riscos donde no ha mucho flamearan sus banderas de heroismo.
Por tierras de Nicaragua galopan los asesinos hacia una noche de bosques, perseguidores de olvido mientras los sigue el recuerdo como un fantasma sumiso; y sus caballos de sombra lucon un tinte rojizo, igual que sudaran sangre corno en la pasión de Cristo.
Ya las prensas asociadas, o unidas, que dá lo mismo, no han de tener que llamarlos ni a é! ni a los suyos, bandidos; y los Chamorros de América o los Gómez, dá lo mismo, podrán forjar más sin trabas sus panamericanismos.
Todo porque en Nicaragua ya mataron a Sandino.
triunfo. tuvo que esconderlas el Lord con la amargura de la derrota. no existiría el pobre México de hoy desgarrado, pero todavía dueño de su esperanza, si cn Veracruz y en Campeche y en Sinaloa y en Sonora no hubiésemos derrotado a los ases de la marina inglesa de la época, si no hubies.
tenido, entre nosotros, antecesores, un Sandino.
Se suma pues, la figura de Sandino a lo más grande que exista en el Panteón de la estirpe. Tanto más grande su figura cuanto más incomprendida en estos tiempos viles. este juicio no me lo arranca ningur trasporte lírico sino el recuerdo de una sala elegante de cinematógrafo en una ciudad lujosa de esta ciega América nuestra: en la pantalla unos aviones del ejército norteamericano ametrallaban en la selva tropical a una partida de nativos, sandinistas aunque no lo expresaba claramente, el título, y toda la sala, llena de los elegantes, aplaudía a raoiar a los aviadores, bien vestidos, que fingían ser oficiales norteamericanos y hacían como que derrotaban a las huestes desgarradas de los patriotas.
La ira de esta incomprens vergonzosa me acompaña cada vez que pienso en la epopeya de Sandino Lo dejamos pelear solo sin querer ni siquiera enterarnos de lo que hacía. como buscando excusa a nuestra propia deslealtad, acogimos con beneplácito las calumnias y las difamaciones, que lo asechaban.
Conto una especie de agente de Moscú, negado al patriotismo, nos lo quiso presentar aquel Beals corresponsal de la prensa imperialista y a la vez agente comunizante. Mis relaciones continuadas con Sócrates Sandino, único representante autorizado del guerrillero heroico, me permitían advertir la malevolencia y la inexactitud del cargo.
No andaba empeñado Sandino, ni anduvo nunca, en una campaña confusa, sino que ceñía su actividad a un propósito claro, indiscutible y previo a toda reforma social, la ieconquista del territorio patrio invadido. No era una tesis económica mal digerida lo que movía sus arrestos, sino el propósito de hacer pedazos los tratados Bryan Chamorro, impuestos por ei soborno y el fraude. Por último, para disipar toda duda acerca de la falsedad de las imputaciones de Beals, está el hecho de que Sandino al llegar a México se compró un rancho en el Estado de Yucatán. dedicado en él a sus labores de propietario, preparó, al mismo tiempo, una segunda expedición, la más eficaz de todas, contra los interventores de Nicaragua. Otras nuchas sombras se acumularon en torno a la figura del gran guerrillero. No es momento de pretender disiparlas.
ΕΙ solo las deshizo al reiterar su propósito de desistir de su campaña en el instante en que se embarcara, rumbo a su patria, el último marinero de la Unión destinado en Nicaragua.
Exigía Sandino este retiro en la misma hora bochornosa de la Conferencia Panamericana de La Habana, que no sólo Al descanso de sus restos se suma el de los políticos; y veinte mil generales de bigotes retorcidos y espadas que son de acero pudiendo bien ser de vidrio, se sienten más generales desde que murió Sandino.
do en no darse cuenta de que es interés común a la América española, lo mismo el tratado sobre el canal de Nicaragua, que la ocupación de la Bahía Magdalena en la Baja California o la retención de las Malvinas.
Prevaleció por fin en el gobierno de los Estados Unidos, la opinión de la gente más noble del país y se puso término a la ocupaciór militar de Nicaragua. partir de entonces una nueva corriente de simpatía y de confianza, liga los del norte con los del sur, unifica moralmente el continente. Pero habrá de veras comenzado la constricción imperialista? Los tratados Bryan Chamorro están vigentes; sin embargo, lo más probable es que se queden escritos y que no presenciare mos una intriga más, como la de Panmá. El triunfo de Sandino resultó como su lucha, gigantesco. Pero quedaba, le quedaba al héroe una cuestión dudosa, difícil de resolver. Cumpliría su promesa de deponer las armas al retirarse los norteamericanos, cuando quedaban tras eilos en pie, los equivocados que se asociaron al invasor. No era meior barrer con ellos, ya que se quedaban solos en el campo de la deshonra? La forma en que esos mismos elementos se han deshecho de Sandino vuelve a abrir la interrogación que, sin duda, preocupara al héroe. No era justo, no fué justo que el gobierno de la nación libertada quedase en manos de los que habían contribuído a sojuzgarla Pero en esta ocasión también, Sandino opta por el partido de los grandes de corazón. jugándose de nuevo la vida, dió lección de desinterés, tras de darla de patriotismo. Se sometió a un gobierno híbrido; pasó por el disgusto de ver a sus huestes licenciadas mientras los constabularios de ayer, cobraban sueldos para cobijar sus desfiles con la bandera de Nicaragua. Todo lo soportó porque la guerra había sido cruenta y no quería provocar más sacrificios, ni tenía ambición personal de mando. dió a sus enemigos una oportunidad de que se regeneraran. Le han contestado éstos con la más baja de las traiciones. entra Sandino a la gloria, pero vuelve a vestirse de luto la historia de este continente desventurado. Hacer de sus héroes víctimas y de sus sabios hacer proscritos; de los hombres honrados hacer parias y encumbrar en cambio la felonía. cuántas veces en poco más de un siglo de vida hemos hecho lo mismo? Se recuerda a Sucre, asesinado, a Bolívar depuesto por un Páez, a Madero ejecutado: tanto derroche de aristocracias patrióticas, de excelsituades morales, consumado ciegamente, impunemente. a menudo sin sanción de la historia, pues no ha falta do quien exonere o pretenda exonerar a los asesinos si éstos logran hacerse del mando al día siguiente del crimen. Lo que más duele es la forma en que esta pobre raza nuestra malogra sus hombres.
En Inglaterra, en los Estados Unidos (Pasa a la última página)
Mujeres de nuestra América la de los dolores indios y los resquemores negros y los rencores mestizos; mujeres de nuestra América, yo solo una cosa os pido: mañana cuando estén grandes decidles a vuestros hijos, recordándoles al héroe, que aprendan a ser bandidos.
Gonzalo Carnevali volvió la espalda a Sandino y a Nicaragua, sino que vacilo antes de condenar la doctrina intervencionista. Justo es recordar tambien que en aquel mismo instante, mientras tantos traicionaban, entre nosotros, el público de norteamérica escuchaba la misión encabezada por Sócrates Sandino y la auxiliaba con recursos para que explicase a los norteamericanos la infamia que se cometía en nombre dei país de la libertad. Participé yo entonces en algún mitin, pudiendo comprobar, que a semejanza de la antigua Roma, en las metrópolis del nuevo Imperio, se podía hablar contra los abusos del imperialismo, con más libertad que en muchas de las naciones amenazadas por el imperialismo. Los patriotas y los liberales norteamericanos hicieron en muchos casos por Sandino, lo que no hacían los nuestros, prisioneros de su nacionalismo mezquino, que se encierra en la frontera política, obstina Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica