EDITOR: GARCIA MONGE CORREOS: LETRA En Costa Rica SUSCRICIÓN MENSUAL: 2. 00 REPERTORIO AMERICANO 11. 524 Exterior: El semestre. 50 El año, 00 o. am.
SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El suelo es la única propiedad plena del hombre y tesoro común que a todos iguala, por lo que para la dicha de la persona y la calma pública, no se ha de ceder, ni fiar a otro, ni hipotecar jamás. JOSE MARTI.
Giro bancario sobre Nueva York.
Virgilio en España Por DE IZARO De El Sol, Madrid, setiembre de 1932 CLAR SVB AVG. CASA Esta mañana de aire puro, latino, que empieza con olor de frutales y de albañilería nuevo, acaba por traerme, hacia las once, la mejor promesa literaria del tiempo entrante. Miguel Artigas me habla de su Virgilio en España. Es la obra paralela del Horacio en España. de Marcelino, aunque con su veneración al maestro, Artigas no quiera que se enuncie semejante idea. Empecé con los clásicos. me dice y a ellos vuelvo.
Siempre se vuelve a las grandes cosas naturales. Para el hombre de letras, los clásicos son como el país natal: el lugar encantado de los recuerdos de infancia del espíritu, la memoria de un Mincio cristalino, orlado de fábulas y juegos, encantado de ninfas, ingenuo de algas verdes, de rocas, de carpas doradas y de anguilas huidoras y sombrías. Toda el alma jónica, odisaica, homérica, todo el gusto de la peripecia y el reconocimiento consiste en volver. Es lo propio del hombre que es a la vez ingenioso y bien nacido. Miguel Artigas, director de la Biblioteca Nacional, en la plenitud de un talento que es, todo él, honestidad y riqueza de cultura, hace, a través de tantas islas inolvidables de las letras, el retorno a Virgilio. Será otro libro necesario como el de Góngora. otro libro inmediatamente clásico en la moderna crítica española. Inmediatamente surge la figura de Garcilaso.
Como las sor inmortales que a Eneas se aparecen, una vez he visto a Garcilaso en las riberas de la infancia virgiliana, allí donde el Mincio sale del lago Benacense y desde donde se ve también la perla de Sirmio. el lugar de la agonía de Cátulo el enamorado. Era un pradillo verde, junto a los fosos llenos de agua, frente a unos bastiones militares del tiempo del Imperio español, y entre lo elegíaco del final de Cátulo y lo pastoril de la infancia de Virgilio, armado y enlutado, el caballero Garcilaso, dulce y heroico, se me aparecía. No puedo ahora apartar de los ojos esta pálida y noble imagen, al hablar del libro de Artigas. Virgilio en España es, sobre todo, Garcilaso como modelo y Garcilaso como símbolo: una interpretación virgiliana de la historia de España, una interpretación de la historia que cifra su ideal en el equilibrio de la pastoral y de la epopeya.
No es un rasgo indeferente el que las tręs figuras más altas de poético espíritu en el apogeo de la que fué Hispania Romana, sean Garcilaso, Camoens, Cervantes, tres héroes de la gran epopeya ibera, que son los tres mejores enamorados de la pastoral hispana. Cuando dejan de pelear Garcilaso, Camoens, Cervantes, escriben sino pastorales. si Camoens y Cervantes hubiesen muerto a la edad de Garcilaso, de ellos nos hubiesen que dado laureles de guerra teñidos en sangre y primores de bucólicas cosas. La Galatea. Las églogas. Así los contrarios en toda su neta oposición se suceden en los grandes espiritus. que viven sin vivir en sí su patria y su tiempo, porque esta sucesión de contrarios épica y pastoral, guerra y paz, armamento y desarme, actividad y contemplación no es sino el alma de la historia. Pero a este punto dedicaremos en breve más extensas consideraciones. El mismo Don Quijote no sería lógico porque es propio del loco el agotar la lógica de su razonante locura si no quisiera hacerse pastor. Es un rasgo necesario, de toda necesidad, en el Quijote. La grandeza de Virgilio, su gran creación humana y poética del Imperio es este equilibrio entre la pastoral y la epopeya, jamás visto, jamás soñado, hasta que empiezan a sonar junto al arma virmuque cano el ille ego qui quondam gracilis modulatus avena. Escudo de la Reina Isabel: jugo, las Geórgicas. la pastoral, el haz de flechas, la Eneida, la epopeya y la sed de aventura. Como tantas veces, desde hace años hemos repetido. Este es, en realidad, Virgilio en España. Este es Garcilaso y éste es Cervantes. Este es el genio de España si se le quiere dar tal nombre.
No habrá caso de imitación y originalidad parecido a Garcilaso respecto a Virgilio. Si se da una edición de Garcilaso en que todas sus concordancias, semejanzas e identidades cor.
Virgilio vengan puestas de manifiesto, parecerá cosa abrumadora. Habrá églogas en las que desde este punto de vista crítico a Garcilaso quede bien poco al parecer. Habrá trozos como él de el pino de Alcides en que cuatro versos traducidos de las bucólicas latinas se conviertan en ocho, con ligeras variantes, de la égloga castellana. Pero, qué profundas diferencias con tantas simpatías y semejanzas!
Toda esta crítica garcilasiana, todo este análisis escrupuloso está por hacer. Un buen ensayo, como será el de Artigas, nos revelará a Virgilio en España. al Virgilio de Garcilaso, y servirá de fundamento a ulteriores estudios. Claro está que en Garcilaso pudo mucho también el Virgilio en Nápoles. el Virgilio de Sanazzaro, que con el de España, ya venía predispuesto a formar un todo literario.
Sanazzaro, originariamente Salazar, de claro origen español y vascongado, con caracteres españoles de raza y estilo, criado en la corte aragonesa de Alfonso y ciudadano de un país incluído en los dominios de España, estaba en condiciones privilegiadas, a pesar del antiespañolismo ocasional del final de sus días, para influír poderosamente en el pensamiento literario español. El libro de Miguel Artigas va a consistir en un amplio ensayo o discurso sobre Virgilio en España con un apéndice de abundante, dice él y nosotros decimos, de completa bibliografía.
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