REPERTORIO AMERICANO 159 El oso y la aba desa Por FRANCIS VIELÉ. GRIFFIN (Versión de RAFAEL LOZANO. Envio del traductor. 906 Bassett Tower. El Paso, Texas. y, desde entonces, ese animal no quiso alejarse de aquel recinto, viviendo entre las virgenenes piadosas, no como un oso feroz, sino tan manso como uu cordero Vida de Santa Gulia no temblabas al escuchar el sonido del cuerno fragoroso? en sus ojos fijos ella veía el nocturno terror de la gran selva umbría.
Ya vencido mi padre, me tuvo que entregar y a Dios yo le pedia me viniera a ayudar: Me puse el velo obscuro sobre un vestido blanco y, al escapar de aquella pasión que era quebranto, me llegué con sigilo era también la víspera del día de guardar hasta el altar donde encontraste asilo.
Fuera del rezo, cuando se habla a Dios con embeleso, nunca se oye el murmullo de una voz. el oso solamente escuch a la badesa que habla con los ojos o con un gesto de terneza, mas nunca con sus labios rojos. la abadesa, en el silencio, sabe lo que le dice el oso con su mirada grave.
Así se comunican aquello que se ignora porque es la palabra demasiado sonora y la vida por ella es brutal y salvaje, hallando en el silencio el único lenguaje donde la idea cobra su amplitud y desarrolla toda su virtud: y la Bella y la Bestia, en comunión secreta, dicen el sueño del poeta.
La abadesa, tan dulce y pálida, se abisma, y, mientras lo acaricia con su florida mano.
vive de nuevo su sino lejano y en el silencio dice: Oso hermano, nuestras dos vidas son una y la misma, por eso me amas y por eso te amo.
Yo, como tú, vivía en la gran selva umbria que circunda el castillo de mi padre entre cuyos muros el silencio encierra, pues no se oye nunca un perro que ladre ni el ronco sonar de un cuerno de guerra. tú, que viviste en el bosque umbroso, dime, hermano oso. fuiste tú también acaso dichoso. en sus ojos fijos ella veia la selva rebosante de alegria.
Fuera del viento que ríe en los ramajes y del caer de los frutos salvajes sobre la herrum. bre de las hojas rojas, fuera quizás del cuerno montaraz que llora largamente, el silencio es tan imponente en el atrio y en el umbral que se escucha, desde el portal abierto a la arboleda sobrecogida religiosamente la plegaria en voz queda que entona sin distingo, de rodillas entre las bancas, el coro unánime de monjas blancas en la víspera del domingo.
Bajo la ruda cimbra del portalón umbroso, el bosque, convocado, respira sus inciensos hacia el altar radioso donde todas las flores, con su boca febril y emocionada, besan las plantas del Crucificado para aliviarle sus dolores.
El viento dice su prez musitada.
Desde el portal da su aroma el bosque autumnal en pos del Todopoderoso, en pos del incensario majestuoso a los pies del Crucificado; en pos del simbolo diverso que El nos ha dejado en santa piedad por el Universo.
Disturba la paz. que extasía en la hora beatificada el ulular de una cacería que se acerca por la cañada: es la loca jauría precipitada que se hunde en la sombra profunda, es el cuerno que inunda de alaridos terribles la floresta, destranquilizadora ya de tal modo que, la Superiora, grave, fina y apuesta, vuelve los ojos al portal abierto y ve acercarse, con andar incierto, un oso que hacia ella se encamina y que a sus pies se inclina, manso, humilde y anuente.
Las monjas rezan fervorosamente.
Después, en el mismo marco de piedra, la jauria ululante que arredra enseñando los dientes, temeraria y brutal, se detiene de golpe en el umbral bajo los látigos de los sirvientes; y el Emperador baja de su cabalgadura, se signa y, con unción, se llega a la clausura.
Entonces, se levanta y dice la abadesa: Carlomagno, el asilo es sagrado. el Emperador se arrodilla y reza y sigue de caza por el collado.
Es la estación en que los días van en decrecimiento.
El oso recorre todo el convento, se esconde tras las celosías y sigue a la abadesa en sus actividades, ya profanas o pias, y hasta en las mismas solemnidades; y en el jardín, donde hilan la lana, va en pos de ella, pisando su huella, ntejor que un paje tras su castellana.
De ahí que en toda víspera del día del Señor se abra el portal tan grande como un resplandor para invitar a la plegaria hospitalaria a todos los que busquen asilo, paz y amor.
Por eso, hermano oso. nos hallamos unidos en el silencio fervoroso. en sus ojos fijos ella veía la oración que cice la selva pía.
Yo quisiera, ahora que mi vida está muerta, que el cielo del buen Dios me entreabriera su puerta; pero yo desearia que tú fueses conmigo como cuando pasaste el portal, oso amigo; triste el cielo estaría sin hallar tu mirada a la que me tienes acostumbrada; yo quisiera ir contigo, si el buen Señor me deja. Así dijo, y entonces lo besó en una oreja.
Ella estaba sentada bajo un árbol florido que de pétalos blancos le regaba el vestido; el bello sol de junio hacía fluir el oro por la gran escalera del claustro en calma, levemente sonoro por un trino feliz de aguzanieve.
Ella, tal vez, soñaba, la cabeza caida, porque al abrir los ojos a la tarde vencida, en lugar de aquel oso a quien besó en la oreja se encontró con Jesús en su gloria berineja, que le dijo, con una sonrisa indefinida. tal como se contesta a un niño que inte rrogaDulce abadesa, frágil cual nenúfar que boga, que tu buen alma sea bendecida por la piedad que anida en tu corazón virginal; ven, la gracia que pides mi padre te la otorga, porque era yo, tu Dios, ese pobre animal. Amour Sacré)
Cierta vez, un hidalgo me encontró de su gusto, masiyo lo rechacé con gesto adusto; mi padre tampoco cederme quiso y tuvo que cerrar el puente levadizo.
Aun me pongo a temblar pensando en el combate que se entabló como debate.
Dime, hermano oso, Máximas y. Viene de la página siguiente)
realizar al mismo tiempo la reforma de las costumbres y de las opiniones.
heroico a lo que es monstruoso, teatral, palpable; a lo que salta en verdad a los ojos y sacude los nervios. Transportes, desarreglada fantasía, intuiciones intermitentes a las que se llama geniales, desorden, bohemia, agitación nerviosa, en vez de serenidad viril, de espíritu metódico, de pensamiento tenso y poderoso, de existir puro y sin tacha, de actos y acciones efectivas. Pero nosotros queremos poesia, no fantasía; fuerza, no atletismo.
El mundo desea que lo engañen, pero esto no es una razón para engañarlo.
Una política realmente demo.
crática tiene este problema ante sí. camo neutralizar la influencia perniciosa del espíritu de partido? Debe haber partidos, desde luego, pero éstos no tienen derecho a estorbar el desarrollo de los individuos.
Todos nosotros queremos ser jefes. no cabe duda que debe haber jefes, pero el jefe no debe ser un amo. Buen jefe será quien sepa servir, quien se sienta a si mismo conducido y desee serlo.
Que cada cual tenga la preocupación de sí mismo. Esfuerzos en ser politicamente la más poderosa individualidad posible. Individuos es lo que necesitamos Las masas responden siempre al llamamiento No creo que la reforma necesaria pueda realizarse en el solo dominio económico. Es preciso Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica