270 REPERTORIO AMERICANO saber que amanece en mi corazón; oír en el alba una sola voz. Eso quiero yo!
Regresar sin odios, cerrar sin pasión; hallarme en los sueños celindas con sol; dormir escuchando una sola voz. Eso quiero yo!
ANUNCIACION ¡Trasunto de cristal, bello como un esmalte de ataujía!
Desde la galería esbelta, se veía el jardín. Maria, virgen, tímida, plena de gracia, igual que una azucena, se doblaba al anuncio celestial.
Un vivo pajarillo volaba en una rosa.
El alba era primorosa. cual la luna matinal, se perdía en el sol nuevo y sencillo, el ala de Gabriel, blanco y triunfal. Memoria de cristal!
una mis versos. cogiendo un poco de perejil del cajón de la puerta de la casera, hice una corona, y se la puse en la cabeza, honor fugaz y máximo, como a un lacedemonio.
EL GRILLO REAL ¡Qué angustia el grillo aquel de aquel junio raro (junio cóncavo y profundo. allí encima de mi ventana abierta, tan dentro de mi soledad, como un cascabelón en el mismo centro interior de mi oído! Mi sueño era un infinito de pesadilla y sobresalto: era todo el cielo negro de verano, hecho monotono goteron sonoro y pesado, de estrella de plomo y eternidad de sombra; ei mar inmenso de betún nubiano, condensado en breve ola terrible y ahogante, que, en cada rítmico golpe.
ine atragantaba; era el mundo en concentración, que descansaba sobre mis sesos auditivos, preso yo por la cabeza (i qué tirones. de él. Por fin, no pude más; a Honorito Igelmo, el niño del portero, dueño del grillo real, que si me lo quería vender; que le daría un duro, o dos, o cinco, lo que él quisiera; con la idea de llevarme el acerado animalito oscuru al Retiro y hospedarlo entre la yerba más distante.
El chiquillo abrió unos ojazos enormes, asombrados, que a mí me parecieron dos grillotes melancólicos, de honda música triste, creyendo yo que se le convertían en pena, con mi pregunta.
No, gracias al dios del silencio, existente, para mí, aquel día! Me dijo el castellanito: Por el duro, voy a traerle al señor cinco grillos de los buenos.
SOLEDAD Hallarme en las manos jazm nes con sol; por despacio que se pise, lo llena a uno hasta los ojos de su blanco polvo cernido, el niño está con la fuente, en grupo franco y risueño. cada uno con su alma. Aunque no hay un solo árbol, el corazón se llena, llegando, de un nombre, que los ojos repiten escrito en el cielo azul Prusia con grandes letras de luz: Oasis.
Ya la mañana tiene calor de siesta y la chicharra sierra su olivo, en el coTral de San Francisco. El sol le da al niño en la cabeza; pero él, absorto en el agua, no lo ente. Echado en el suelo, tiene la mano bajo el chorro vivo, y el agua le pone en la palma un tembloroso palacio de frescura y de gracia, que sus ojos negros contemplan arrobados. Habla solo, sorbe su nariz, se rasca aquí y allá entre sus harapos, con otra mano. El palacio, igual siempre y renovado a cada instante, vacila a veces. el niño se recoge entonces, se aprieta, se sume en sí, para que ni ese latido de la sangre, que cambia, con un cristal movido solo, la imagen tan sensible de un calidoscopio, le robe al agua la sorprendida forma primera. Platero, no sé si entenderás o no io que te digo: pero ese niño tiene en su mano mi alma.
LA CORONA DE PEREJIL ver quién llega antes!
El premio era un libro de estampas, que yo había recibido la víspera, de Viena. ver quién llega antes a las violetas. la une. las dos. las tres!
Salieron las niñas corriendo, en un alegre alboroto blanco y rosa al sol amarillo. Un instante, se oyó en el silencio que el esfuerzo mudo de sus pechos abría en la mañana, la hora lenta que daba el reloj de la torre del pueblo, el menudo cantar de un mosquitito en ia colina de los pinos, que llenaban los lirios azules, el venir del agua en el regato. Llegaban las niñas al primer naranjo, cuando Platero, que holgazaneaba por allí, contagiado del juego, se unió a ellas en su vivo correr. Ellas, por no perder, no pudieron protestar, ni reírse siquiera.
Yo les gritaba. Que gana Platero. Que gana Platero!
Sí; Platero llegó a las violetas antes que ninguna, y se quedó allí, revolcándose en la arena.
Las niñas volvieron protestando focadas, subiéndose las medias, cogiéndose el cabello: Eso no vale. Eso no vale. Pues no. Pues no. Pues no, ea!
Les dije que aquella carrera la había ganado Platero y que era justo premiarlo de algún modo. Que bueno, que el libro, como Platero no sabía leer, se quedaría para otra carrera de ellas, pe10 que a Platero había que darle un premio Ellas, seguras ya del libro, saltaban y reían rojas. Sí. Sí. Sí!
Entonces, acordándome de mí mis.
mo, pensé que Platero tendría el mejor premio en su esfuerzo, como yo en le dije LA FRENTE PENSATIVA ¡Quién sabe del revés de cada hora. Cuántas veces la aurora estaba tras un monte. Cuántas el regio hervor de un horizonte, tenía en sus entrañas de oro el trueno!
Aquella rosa era veneno.
Aquella espada dió la vida.
Yo pensé una florida pradera en el remate de un camino, y me encontré un pantano.
Yo soñaba en la gloria de lo humano, y me hallé en lo divino.
Cansancio mental Neurastenia Surmenage Fatiga general ALEGRIA NOCTURNA Allá va el olor de la rosa. Cógelo en tu sinrazón. Allà va la luz de la luna. Cógela en tu plenitud. Allá va el cantar del arroyo. Cógelo en tu libertad!
son las dolencias que se curan rápidamente con SOKINOCOLA CANCION DE INVIERNO Cantan. Cantan. Dónde cantan los pájaros que cantan?
Ha llovido. Aún las ramas están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan los pájaros. En dónde cantan los pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan El valle está muy lejos. Nada.
Yo no sé dónde cantar los pájaros (cantan, cantan. los pájaros que cantan.
el medicamento del cual dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que presta grandes servicios a tratamientos dirigidos severa y científicamente ESTIO Cavaré desde la aurora.
Cuando en ocaso esté el sol, la frente al ocaso, aurora me será su exaltación.
Cavaré la roca dura, hasta que la sola flor Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica