Violence

312 REPERTORIO AMERICANO Una imagen de Hugo Por ADOLFO SALAZAR De El Sol. Madrid. Así se en y El siglo xx, hijo del siglo xix, no ha faltado a la regla según la cual el heredero que siente hervores geniales debe peinarse un tupé arrogante, ha de levantar la nariz en el aire con insolencia y procede a regenar la herencia paterna, cuyos fundamientos le parecen más deleznables que sus frutos.
Ha de renegar en el caíé, se entiende; en la fervorosa tertulia. No ante notario. El hijo de familia vuelve sienspre al redil cuando llega la hora del reparto.
encuentra que si había dilapidado la honra, le queda a lo menos el bien administrado provecho. Viene la reconciliación tras del arrepentimiento. La familia se reúne con trita en el acto de los solemnes funerales.
El siglo xx, que se hartó de motejar a su progenitor, y que lo que menos le llamó fue estúpido, sentimental, materialista y demagogo (todo lo cual es compatible. le está cantando el Requiem hace unos cuantos lustros. La cantata comenzó, a decir verdad, desde que la biografía novelada vino a constituir un honorable sustituto del folletín de aventuras. Qué mejores aventureros por las selvas del ideal o las maniguas de la vida que los grandes hombres más o menos recientemente desaparecidos? La evocación pierde con la excesiva distancia. Una biografía novelada de Pascal o de Montaigne corre el riesgo editorial verdaderamente grave de no interesar a nadie. Una biografía, por poco teñida que esté por el romance, debe ser capaz, a lo menos, de acelerar el pulso del lector; de inflamarle en una visión caliente de su personaje. El mejor asunto será aquel que aclare los orígenes de nuestra vida contemporánea y nos ilustre sobre sus más iseñalados autores.
Los abuelos; esto es, el siglo xviii. a seguida, aquellos papás un momento vilipendiados. Todo el siglo xix se convierte en cementerio. Todo él está tremolando aniversarios. Festejémoslos. El siglo xix es como aquellas Fétes des Morts tan llenas de empaque con que mientras alboreaba el siglo nuevo llenaba de dignidad el que moría entre hipos sangrientos.
Un aniversario sucede a otro. Nacimiento u óbito, tanto importa. Hacer que reviva lo muerto. Gran propósito.
Romántico neto. Victor Hugo, tan amigo de los contrastes, habría aplaudido. Mors e vita. hubiera podido titular la colección a tono con la violencia de claroscuro tan favorecida por el gusto de la época. Cincuenta años hace que Víctor Hugo murió. En 1902, la pasión por los aniversarios no había bajado a la caile. Ya que no el centenario del nacimiento, festéjese el de la muerte. En Francia, a lo menos, no se ha dejado pacsar inadvertida otra fecha famosa en los fastos del siglo y de la literatura, fecha que es Víctor Hugo quien la escribe: 1830, el estreno de Hernani.
El quincuagésimo aniversario de la muerte de Hugo desempolva las viejas coronas; dora de nuevo las bayas de sus laureles.
Alguna llega rodando hasta nuestra quieta vida madrileña.
Por obra de gentes de buen espíritu ha podido verse en Madrid una colección de ediciones notables del gran poeta, y con ellas, algunos dibujos de su mano, que, al decir de los que entienden en ese arte, no son de un gran dibujante, pero sí a lo menos de quelqu un qui y connait. No de alguien que ha puesto su técnica a punto de rendimiento, circunstancia que radica para muchas gentes el escape de la simple atición; pero, en todos los casos, ejemplos de gran belleza expresiva, de imaginación viva de una hechura que para sus productos quisieran (o quisiéramos nosotros ver en ellos) muchos llamados profesionales.
El aniversario de Hugo agita la edición francesa. Una muestra que nos llega, entre las de mayor modestia, es de las más sustanciosas de contenido y estimulantes para el lector aficionado a la crítica. De sus cien páginas, ochenta están dedicadas a este menester en sus aspectos más calificados. Lo biográfico, en otras veinte, consiste en un repaso sumario, pero muy preciso, del film tan alterado por la sucesión de luces y sombras que es la vida de Hugo. Biografía de vivo paso, concebida dentro de ese estilo cinematográfico que deja en el lector la imagen bien dibujada y el revuelo de las peripecias; lo dinámico de una vida y el interno estímulo. El tono y el tempo.
George Brunet es conocido por sus estudios sobre la literatura romántica (1. Su breve libro sobre Víctor Hugo presenta en presión todos esos antecedentes, que no expone, pero cuyas esencias dan sabor intelectual a su prosa.
Verdadero estudio crítico, el hombre está estudiado por Georges Brunet en función de su obra. El carácter, las peripecias de la vida. en qué grado incitan y modelan la creación?
Estudiemos primeramente de qué elementos se compone esa personalidad poderosa, esa fuerza vital tan robusta y tan pujante, eso olmo o ese roble (robustez es precisamente como si se dijese modo de ser del roble. esa humanidad que reivindica desde los primeros momentos cuanto le es más valioso: la inteligencia y la magnífica fisiología, traducidas adolescencia rutilante, madurez jugosa y la gloria de una ve(Pasa a la página 314)
Victor Hugo (en 1829)
Victor Hugo en Madrid Por DIEZ CANEDO De El Sol. Madrid.
se los cincuenta años de su muerte, Victor Hugo, conmemorado en Francia con glorifcaciones y discusiones, víctima otra vez de la inquisición periodística, no acarreadora, de elogios sino a costa de largos desvios, vuelve a tener puesto de actualidad en Macrid gracias a la Exposición conmemorativa de dibujos originales, grabados, libros, retratos y autógrafos, organizada en el Instituto Francés por su director, Paul Guinard. Guinard es un hombre ejemplar en todo. Su conocimiento de nuestras cosas raya en maravilla.
Escritor de arte suya es una notable historia del arte francés, publicada originariamente en castellano por una difundida colección. no tiene el nuestro secretos para su curiosidad, siempre despierta. Grandes exploradores de España estos franceses del Instituto! Recordemos no más los nombres de Pierre Paris, de los dos Mérimée, Ernesto y Enrique; anotemos a su lado el del actual director de la Casa de Velázquez, Maurice Legendre, de quien es fundamental un libro sobre Las Jurdes, y que ha captado en su Portrait de Espasne algunos rasgos esenciales de nuestra tierra.
en (1) Georges Brunet: Victor Hugo. Colección Maitres de Litteratures. Edisiones Rieder. Paris. Pasa a la página 315. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica