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REPERTORIO AMERICANO HISPANICA SEMANARIO DE CULTURA San José, Costa Rica 1935 Tomo XXXI Jueves 12 de Diciembre Núm. Año XVII No. 741 Alberdi precursor Con Xavier Villaurrutia Suma de ocios El orfed de Palmares Paso a un huésped (y 2)
Del homenaje costarricense al Sr. don Luis Quer y Boule, ex Ministro de España en Costa Rica SUMARIO Salvador de Maradiaga Ariel, arielismo y arielistas Ortega Otra vez con el fatidico monstruo de tanto dólar Gilberto Owen Juanita Valladares Emilia Prieto Mariano Picón Salas Prosas La creación del estudiante. Quesada Virgilio en España Rogelio Sorela José Pijoán Juan del Camino Pbro. Pallais Alberto Sanin Cano de Izaro Alberdi ibérico Alberdi precursor Por SALVADOR DE MADARIAGA De Sur. No. 10. Buenos Aires, Rep. Arg.
Que los Alberdi en 1879 1881 Loado sea el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires por haber pensado que el mejor homenaje a Juan Bautista Alberdi en el cincuentenario de su fallecimiento sería la publicación de diez mil ejemplares de una de sus obras.
cuerpos públicos, ya sean municipales, politicos o hasta eclesiásticos, emancipándose del lugar común de mármoles y bronces que con otras dichas y desdichas heredamos de los Romanos, imaginen un homenaje al espíritu como un nuevo impulso, una nueva onda de difusión dada al impulso inicial, es cosa tan excepcional, precisamente por ser tan natural y lógica, que nadie en el mundo de las letras hispanas tendrá derecho a regatear los plácemes al Concejo de Buenos Aires por haber tenido la originalidad y la audacia de actuar conforme al sentido común en el cincuentenario de Alberdi.
Pero loado sea dos veces porque entre las obras del gran espíritu argentino ha tenido el acierto y la oportunidad, en estas tristes horas, de escoger precisamente los inestimables y, por desgracia, casi desconocidos apuntes sobre El crimen de la guerra que hacen de Juan Bautista Alberdi un precursor, quizá uno de los más preclaros, de la evolución humana hacia la paz inteligente y creadora, en último término la misión más honda que a la civilización atlántica le toca cumplir.
Cuando llega a mis manos, en su viril castellano nativo, este texto venerable, recuerdo la ocasión en que por vez primera tropecé con la obra de Alberdi. Era recién terminada la guerra, cuando el azar de mi volandero destino me llevó a servir en la Secretaria General de la Sociedad de Naciones, y lo que ante mis ojos tenía era una edición inglesa de El crimen de la guerra publicada en 1913 por la casa Dent, de Londres. Maduradas ya en mi pensamiento, como fruto de la guerra mundial y de mi labor ginebrina, casi todas las ideas que de entonces acá vengo sirviendo, sobre la constitución de la República Universal como única alternativa para la guerra endémica entre las naciones, cuál no sería mi asombro al verlas todas admirablemente discutidas y afirmadas en aquel libro escrito durante la guerra franco prusiana. pesar del disfraz impuesto por la lengua extranjera en que a mí llegaban, yo reconocía en aquellas páginas a la vez claras y vibrantes. llama sin humo, a un espíritu de mi estirpe ibérica, y de aquella primera lectura me quedó como impresión dominante esta del iberismo de Alberdi, hecho de un sentido profético singular, de una admirable intransigencia ante la injusticia y de una absoluta francos, a recoger por subscripción popularse otorgaría el 19 de julio de 1870. Qué fechas. qué fechas! Alberdi escribe sus cuartillas entre el fragor de la artillería europea y todos los apuntes finales se resienten de la impresionabilidad de aquella alma sensible ante la terrible tragedia y la tremenda injusticia que una guerra implica siempre para personas y naciones. Pero además, aquel tema al que los pacifistas de París solicitaban su atención, evoca en él ecos de la patria lejana. No es la guerra civil guerra al fin también. No es para Alberdi toda guerra, aun la más internacional, guerra civil tambien. No es su tesis que todos los hombres son hermanos y que por lo tanto no hay guerra justa. Cómo le sería posible no intercalar en su argumentación hechos, gentes y argumentos de la historia argentina, en su época tan sumida todavía en algaradas, alzamientos, pronunciamientos, guerras y más guerras?
Así se observa en su libro un primer elemento de desorden mental que procede de la espontaneidad, del fuego a que le obliga la riqueza de sus emociones tópicas: la proximidad física de la guerra franco prusiana y la intimidad moral, más resonante todavía en las cámaras de su alma, de la guerra civil, endémica todavía en las llanuras del Plata, aportan a estos sus apuntes una tumultuosidad que a veces hace vibrar su inspiración y a veces, si no obscurece, al menos conturba y hace zigzaguear su pensamiento.
De aquí también una de las causas, hay otras, de cierto apasionamiento en sus juicios. No quiero más ejemplo que aquella pagina en que, por condenar al guerrero en sí, le lleva a hacer de San Martín una semblanza por demás pesimista. Es dudoso. dice. que Plutarco hubiera comprendido entre los ilustres modelos al guerrero propuesto a la juventud argentina como un tipo glorioso de imitación. Le reprocha el haberse dejado distraer de su labor libertadora por una especie de ambición miiltar que le indujo a aceptar el gobierno del Perú y a querer agrandar el país de su mando, por la anexión del Ecuador, que de su parte apetecía Bolívar para componer la República de Colombia. Así explica la esterilidad de la entrevista de Guayaquil entre San Martín y Bolívar, y finalmente la indiferencia para las cosas americanas que ve en el vencedor de Maipú. Al cabo de diez años (la mitad casi del tiempo que dió al servicio de España. San Martín dejó la América en 1822 y vino a Europa donde vivió bajo el poder de los Borbones, que no pudo destruir en su país, hasta que murió en 1850, emigrado a tres mil leguas de su país. Hasta el hecho de que universalidad humana que se niega a reconocer vallas infranqueables ni en la frontera, ni en la raza, ni en la religión.
Pero ahora, leo a Alberdi en castellano. iqué castellano. Qué sobriedad, qué fuerza, qué relieve de medalla en las fórmulas! ΕΙ espíritu de Alberdi, tal y como se adivina en los rasgos de su fisionomía, viril y delicado, con esa intima mezcla de caracteres masculinos y femeninos que se observa en todos los grandes creadores, masculino en su pensamiento y fondo, femenino en su estilo y forma, transparece en estas páginas a las que sólo falta una última mano esa última mano que al ibérico le es tan difícil dar para hacerlas del todo inmortales.
Porque estas páginas, tal y como con laudable sinceridad y pulcritud nos las presenta el Concejo bonaerense (hubiéramos deseado, sin embargo, un breve ensayo histórico)
no son tanto un estudio acabado como un conjunto de apuntes y elementos para el estudio del tema que llevan por título. Fueron escritas como aportación a un concurso abierto por la Ligue Internationale et Permanent de la Paix sobre El Crimen de la Guerra Denunciado a la Humanidad. Los manuscritos habían de presentarse lo más tarde el 31 de enero de 1870 y el premio. de cinco mil Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica