REPERTORIO AMERICANO Tomo XXX SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San losé, Costa Rica 1935 Sábado 25 de Mayo Año XVI No. 732 Núm. 20 Aduana lingüística Glosas en Alfonso Reyes Senderos Izquierda y progreso Derechas e izquierdas Con los panameños de honor estamos La pide que Panamá declare reincidido el Tratado Hay Bunau Varilla SUMARIO Alfonso Reyes Una imagen de Hugo Francisco Valdes Victor Hugo en Madrid.
Enrique Macaya Lahmann El caso de Chopin Salvador de Madariaga En el 125 aniversario del nacimiento de Chopin Luis de Zulueta Versos nuevos Juan del Camino Proceso y juicio de la República Española Noticia de Libros y Autores.
Otro ensayo de terapéutica nacional Adolfo Salazar Diez Canedo Pio Baroja Gustavo Pittaluga Emma Gamboa Villalobos Domínguez Américo Castro Aduana lingüística Por ALFONSO REYES De Literatura. Rio, Junio de 1933 con Pera nes Code Grange en una La desaprensión. la incuria, las pocas ganas de informarse a fondo de las cosas, el figurarse que la creación comienza nuestra pobre vida personal, y hasta la fraternal malicia con que consideramos la casa del vecino. todos esos vicios de la mezquindad y la pequeñez. Pensar que andan por ahí millares de hispanoparlantes asegurando que el portugués lengua cien veces ilustre es un castellano estropeado! cuando lo han dicho se quedan tan contentos como si jacabaran de inventar esa burla ya tan sobada, el más común de los lugares.
Justo es decir que este disparate tiene su equivalente del otro lado, pues tampoco entre los de habla portuguesa faltan algunos audaces que anden repitiendo por ahí que el portugués está más cerca del latín y que, en consecuencia, es una lengua de mayor dignidad. Doble disparate: porque la distancia del latín es fenómeno inconmensurable en el caso, y porque tampoco establecería tal distancia criterio alguno de excelencia. En otros siglos se pensaba que las lenguas románicas llamadas vulgares, eran una corrupción del latín en el sentido moral de la palabra.
No sentimentalicemos los fenómenos de la evolución lingüística Desafío al latín clásico a decir, con sus propios recursos, lo que yo me soy capaz de decir en mi castellano vulgar del siglo xx. Naturalmente lo que más se nos parece es lo que más nos choca en sus dierencias. el choque puede llegar hasta el sentimiento de lo grotesco. Pero este sentimiento es igual y es igualmente legítimo del lado castellano y del portugués. Acontece aquí algo parecido a lo que acontece con la canturía o sonsonete de cada región. Los mexicanos dice, por ejemplo, el argentino tienen un cantito al hablar.
Pero lo mismo dirá el mexicano de los argentinos, y los dos con igual razón.
No hay habla neutra. Todos cantamos, win wiejó cane Al Ray sino que ya sólo sentimos la canción extraña y no la nuestra, que se nos borra como un perfume habitual tan legítimas todas. Es lo de la paja y la viga en el ojo: oímos la tonada en la voz ajena, y no la sinfonía en la propia.
Pues de modo semejante hallamos chistosos o antipáticos (según el temperamento de cada cual) esos cambios de acento entre el castellano y el portugués: imbécil imbecil, farmácia farmacia; esos cambios de significación que parecen hechos de propósito para desconcertarnos. barata por cu caracha o corredera, basura por escoba, escoba por cepillo, y otros más que pudieron amargar la vida en el Brasil a cierto prohombre de Panamá. El cual se apellidaba y para colmo, con teiteración de doble apellido de un modo parecido a Bastos y que aquí ni siquiera puede nombrarse, Porque éste es el mayor escollo: las palabras usuales de las dos lenguas, que en otra resultan vitandas. Consejo a la Dirección del Turismo: a todo viajero de lengua española que desentbarque en un puerto de habla portuguesa entréguesele un cartoncito con la lista de palabras iguales a las palabras castellanas, pero que en portugués significan otra cosa, y en el caso de significados indecentes, póngase una crucecita roja, como para el nombre hispano americano del mao mao.
La verdad les que dentro del solo orbe castellano pudiera hacerse algo paecido. Qué puede entender el sombrerero español si el viajero argentino le pide un ranchito (sombrero de paja. Pues, y el pánico en un salón argentino cuando un español llama al nácar por su castizo nombre de concha? el adjetivo que aplica una señora argentina a la falda arrugada, ese adjetivo abominable que empieza con ch?
No lo oigan mis castos oídos mexicanos! El mexicano, por su parte, no puede pedir en la Argentina una caja de cigarrillos con el diminutivo habitual Glosas en Alfonso Reyes Por FRANCISCO VALDES Envio del autor. Don Benito (Badajoz. España Calendario. libro pequeño No se quiere hacer aquí el elogio del libro pequeño, como el Arcipreste le propagó de las mujeres chicas: restañando sus ardiGes sensuales, y pregonándolas como mal Inenor: Del mal, tomar lo menos, dicele el sabidor; por ende, de las mujeres, la mejor es la menor.
El libro pequeño puede no ser la joya literaria, pero es la joya de la tipografia. Eso de que en un bolsillín pueda seguir nuestros pasos sin borrar la linea de la americana, y en todo sitio ser nuestro confidente, es ya una prenda de calidad. Pasa a la página 307. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica