REPERTORIO AMERICANO 85 poemas rojos Por MIGUEL OTERO SILVA De 12 poemas rojos. Editorial CARIBE. 1933. Barranquilla, Colombia LAS MANOS DEL VIEJO MARTIN sin el orgullo de la doma, con las manos cansadas Gustavo Machado propicias hoy para ordeñar las vacas: Mirate las manos, viejo Martin, Llanero que tienes que sus arrugas son surcos una tradición de cuatro y maracas. y sus callos espigas en flor.
cuando se emocionan las cuerdas del arpa y se lleran de música clara Ellas empuñaron el hacha como la garganta de los turupiales. y cada golpe en el tronco del árbol cuando en las maracas lo sentía el ramaje baten los capachos su cárcel eterna con un temblor de pájaro azorado. tú sabes que son los capachos el árbol caicc los únicos prezos que cantan alegres. fué un puñetazo en el pecho del campo.
Pero en tus cantares Madera del árbol que se fué muy lejos, hay siempre un sentido de vieja amargura madera del árbol que no viste más.
y hasta en el galope de los galerones va montada ei pelo tu melancolía.
Mirate las manos, viejo Martin, Qué extrañas le suenan las cosas de ayer que tus dedos son mástiles cuando te ibas tras de Páez, de tu musculoso corazón.
o tras de Boves, a mancharte de sangre la lanza, Ellas empuñaron la azada a cantar un corrido en Aragua y se abrieron los surcos padres, y a sentar en la grupa y la tierra seca sintió en las entrañas una mulata con los senos duros.
la espera dulce de las novias.
Cuando no era ni Boves ni Páez Cayó la semilla en el surco sino la conquista del llano y se hartó de tierra, de vida y de sol.
lo que iba persiguiendo tu lanza.
La llanura seca que se tornó verde, Son otros aquellos de ayer la llanura ajena sin tu paludisino frenando las venas que se coldó de pájaros y tus deudas ancias en la pulpería, y de luz.
sin el caporal insolente y el sable en las manos del jefe civil.
Mirate las manos, viejo Martín, Una celda de La Rotunda de Caracas la huella que dejó la simiente Madera de Amighetti Son otros aquellos cuando rodó sedienta de florecer.
que con bauprés de lanza y proa de caballo rompieron a Morillo en Las Queseras o a Bolivar en La Puerta.
Ellas empuñaron la hoz EL LLANERO Que se iban tras de Boves y las espigas de trigo se doblaron Ricardo Montilla o tras de Páez, como una mujer.
a mancharse de sangre la lanza. por la herida de la caña Llanero, corrió la sangre dulce y blanca.
músculo cansado, Mas te traemos sol en las palabras fueron libres a la vifia hombre hecho piltrafas por el paludismo para que tus ideas amanezcan verdes y volvieron colmadas de lágrimas verdes. como el araguaney como la sabana después de la quema. el cafetal se desgranó en rubíes.
que se secó a la vera del pantano verdoso. Para que vuelvan a desbordar tus impetus Café, azúcar, pan y vino: Manojo de fibras gastadas: como tus ríos sin orillas.
lo que falta en tu casa, viejo Martín.
chamizas humanas no tras de los otros arrinconadas a la puerta del caney en ruinas.
sino tras de ti inismo Mirate las manos, viejo Martín, Ojos de remanso le eches pierna al caballo olorosas a frutos maduros, bebiendo distancias soleadas: a conquistar el llano a campiña en sazón.
áridas pupilas para ti y tu galope.
propicias para todos los horizontes áridos, Para que el llano sea tuyo Ellas cosecharon las flores Ideas cnamuscadas por primera vez.
y la pradera se incendió en claveles, como la paja de la sabana seca. vida sin rumbo: se abrieron las rosas espléndidas, revuelo callada de garzas EL ÑERO (1)
se irguieron los lirios sedosos.
El viento caminante que espanta la lluvia Pablo González Méndez se detuvo una noche y no saben ni pueden marcharse.
y lleno de perfumes Curtidos de yodo los bronquios, Llanero que dices marchó al amanecer.
cincelados en sol los músculos, cosas a la zamba, fecundada de brisas la testa, cosas amargas Flores que agonizaron en tocadores sospe. que un llanero no debe decir.
chosos que traes el caballo domado, Nero equivale a camarada entre los marinos margariteños.
o en altares de palo glorificando santos de cartón.
Mirate las manos, viejo Martín. Deja caer la simiente que cada compañero es un surco y cada palabra una semilla buena.
Cosecha tus flores: con flores de acero y de sangre ha de hacer la luz.
Cosecha tus frutos: el mundo es fruto vuestro.
Empuña fuerte el hacha: tala, tala mucho Quiere Ud. buena Cerveza. Tome Selecta No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube entonces, lo tuyo será tuyo, viejo Martín. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica