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REPERTORIO AMERICANO La formación política Por CARLOS ASTRADA De Gaceta de Buenos Aires. Octubre de 1934 Nuestro pueblo aun espera de st!
Universidad y concretamente de las Facultades de Filosofía y Letras o de Pedagogía y Humanidades existentes, la incitación y el aporte espiritual que le permita pulsar histó.
ricamente su destino. Aun espera de sus casas de estudios superiores el impulso necesario para plenificar su ethos peculiar, para dar a éste auténtica vigencia. espera tanto más este aporte nuestra nacionali.
dad porque necesita con urgencia reacrisolar en un tipo unitario, en una común orientación histórica la radical heterogeneidad de su constitución étnica.
Carlos Astrada Hoy vemos con claridad que una integral formación espiritual concebida como expresión imperativa de la época en que vivimos exige del hombre como totalidad, del hombre enraizado en una determinada comunidad nacional, juicios valorativos y decisiones frente a situaciones y hechos histórica y políticamente troquelados. La formación espiritual no es, no debe ser una mera y romántica aventura a través de las distintas modalidades y productos de la cultura ya hecha y cristalizada; cultura cuyos representantes erróneamente creen poder prescindir del destino histórico y político de la comunidad popular para la que esa cultura pretende tener validez y vigencia.
Hoy asistimos a la crisis y caducidad del ideal formativo humanista, ideal que desgraciadamente nunca logró plena efectividad en nuestros estudios universitarios. ahora sorprende a la Universidad argentina, desprevenida casi, e!
advenirniento de un nuevo ideal formativo, que perfila sus exigencias con alcance ecuménico. Nos referimos a la idea de la formación política del hombre, idea que se traduce por una verdadera tarea formativa, la que no puede ser extra universitaria, sino de incumbencia de la Universidad misma, y, que por tanto, tiene que ser acometida por ésta. Hoy es ya evidente que las otras ideas formativas, vigentes y prestigiosas otrora, y particularmente la humanística de cuño clásico, se han vuelto anticuadas, ajenas al espíritu y exigencias del tiempo. En su más profunda concepción, el tipo de formación humanista se presentó y pretendió imponerse como un ideal inflexible y ambicioso. Qucría activar la individualidad humana hasta en sus últimas fibras, engendrando en ella, de acuerdo a la petición de Guillermo de Humbolt, uno de los más destacados cultores de ese ideal, un verdadero universo. Vale decir, que quería hacer del hombre un microcosmo espiritual. En Europa, y particularmente en Alemania, la enseñanza superior y ante tndo la Universidad, y más allá de ésta todo esfuerzo espiritual de pɔnderación han sido señoreados por la idea formativa del humanismo. Pero es lin hecho indubitable que ya en la segunda mitad de la pasada centuria la base espiritual en que reposaba la idea formativa humanista de tipo clásico estaba completamente quebrada. Fueron socavados sus fundamentos por el positivismo, que destruyó la unidad dei mundo espiritual, por el materialismo, que suprimió la autonomía del mismo, y por el liberalismo de ascendencia individualista, que fragmentó la realidad espiritual y social en parcelas aisladas e independientes. De modo que, en la actualidad, la nueva idea de una formación política del hombre no encuentra en la idea humanista reducida a mero enunciado verbal un verdadero adversario contra quien afirmarse. La tarea de la formación política sólo halla ante si un hórrido vacío espiritual, que es decir la pura barbarie en que se debate el caótico presente.
La nueva idea formativa que luego enunciaremos en forma más concretaviene impuesta por urgentes exigencias de la realidad histórica misma. Esta circunstancia le otorga validez y hace de ella la idea formativa del presente, llamada a triunfar. Precisamente la reforma pedagógica hoy universalmente aceptada, reforma en la que la nueva idea formativa del hombre político tiene su antecedente inmediato, ya se alejó del clásico ideal humanista, vale decir, de aquella representación estática de la cultura, que se forjaron, entre otros, Guillermo de Humbolt y Schiller, y según la cual el ser humano debe modelar su alma tal como se elabora una obra de arte. Para el nuevo ensayo pedagógico no se trata de que el ser intelectual se diluya y pierda enteramente en su objeto. El ser uno y totalitario, del cual aquel constituye sólo un aspecto, es un proceso vivo, una volición activa, una realidad siempre dinámica y productiva que, más allá y por encima de todo objeto que le es propuesto y de las finalidades objetivas que realiza o aspira a realizar, se afirma a sí mismo como suprema instancia de toda cultura y de todo destino humano e histórico.
El cminente sociólogo alemán Hans Freyer es quien ha formulado con más precisión y acuidad la nueva idea formativa, que en la actualidad se abre rápidamente camino (véase la Politische Semester. Jena, 1933. La idea formativa nos dice Freyer que vale para nos otros es la idea del hombre político, es decir el hombre que enraiza en su nacionalidad, se sabe ligado de modo responsable al destino histórico de su Estado y, como espiritualmente soberano, se entrega a la plasmación del futuro.
En Alemania, ya en el movimiento juvenil iniciado antes de la guerra, despunta la idea del hombre político como virtual actitud polémica contra el romanticismo, el esteticismo, y todo particularismo extraño a la realidad vital. El movimiento juvenil arranca de un punto de partida orgánico, de una voluntad de vida colectiva que aspira a infundir en todo lo real una necesidad instintiva de orden y jerarquía. La estricta disciplina que se impusieron las formaciones juveniles Re este movimiento postula, en principio, como deber y tarea del adolescente, realizar en su propia individualidad el tipo humano que él concibe como el más noble y completo, y, con esta decisión, consagrarse al servicio efectivo de la comunidad en que la vida lo ha colocado. No otro sentido puede entrañar el movimiento juvenil argentino iniciado el año 18, en Córdoba, si este movimiento se comprende con fidelidad a sí mismo y si hoy, para retomar su continuidad histórica, está dispuesto a rescatar su real significado creador de las deformaciones dogmáticas y del inoperante verbalismo en que en más de una ocasión ha degenerado.
La idea formativa del hombre político nos dice Freyer representa hoy, para todos los que no viven en el pasado o en una insula privada, la norma válida de acuerdo a la que hay que formar a los hombres, y según la cual la juventud tiende a formarse a sí misma (Op. cit. página Las fuerzas esenciales del hombre contemporáneo, convergentes en unitaria finalidad, tienden a este tipo formativo, en el que también encuentran plena realización las actitudes fundamentales de aquél.
Formación política aduce Freyerno es un modelo auxiliar externo, de acuerdo a la época, que por motivos prácticos en bienvenido, sino que incluso representa una norma válida que, como toda idea formativa, cabel realizar en muy diferentes niveles. Lo decisivo es que la idea de la formación política, susceptible de una última profundización, es una forma del ser humano que éste, juntamente con cada una de las demás formas, puede asumir. No es cuestión de que lo político devenga el (Pasa a la pág. 10. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica