226 REPERTORIO AMERICANO)
resultan ya los poetas de hace diez años.
Yemos venido cayendo en vertical, pendiente abajo de cuarzos y brulotes, y la melodía de anteayer ya parece nuestra abuela.
Los mejores libros de Magallanes Moure se llaman La jornada y La casa junto al mar. Apenas salieron del país. El varón de la vida perfecta no buscó el diálogo extranjero.
del cabal amigo que sabía ser, del verdadero hombre de convivio, por limpio y escuchador, por excusadar, vivió no poco solitario el que venía tallado para la más linda camaradería.
Su único viaje a Europa lo gastó en ver paisajes y monumentos; no golpeó puertas de colegas ilustres. los cuarenta y seis años se nos murió, sin que le esper áramos esta mala muerte brusca. El gran cortés se acabó con cortesía, como el agua de regato que se sume de pronto en un hoyo dei desierto de Atacama. Iba de su pueblo de San Bernardo a Santiago cuando la angina le cayó al pecho. Por no molestar a los viajeros del tranvía se levantó a pedir al conductor que parase, y éste lo deió cerca de la caja de su hermano, donde se acabó en monientos sin agonía.
Así se nos borró del aire y la luz de Chile, que no han sido usados por hombre literario más digna mente natural.
OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la lunta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338 pesar Lector amigo: Hágase de un ejemplar del Florilegio de Manuel Ma gallanes Moure. Selección del autor. En las ediciones del Convivio. 1921. Con el Adr. del Rep. Am. Precio: 00. 50 El conde Lucanor Por AZORIN Tomado del libro Los valores literarios. Tomo XI de las Obras completas, Rafael Caro Raggio, editor. Madrid, 1921 (Concluye. Véase la entrega anterior)
muy gran pieza en guisa que parecían tan bajos que pasaba el río Tajo sobre cllos; e desque fueron en cabo de la escalera, fallaron una posada muy buena en una cámara mucho apuesta que ahí havía, do estaban los libros y el estudio en que habían de leer. No os imaginéis retortas, matraces, hornillos y redoinas. No un gran caimán puesto colgando de una pared (como vemos en las ilustraciones del Fausto. No tibias humanas ni un ancho infolio y un reloj ce arena colocados encima de una mesa. Esta cámara subterránea, tan honda que sobre ella quizá pase el río Tajo; esta cámara no es más que una biblioteoa henchida de raros y preiosos libros. La estancia no está alumbrada por el resplandor rojo de los hornillos (como también vemos en las estampas populares) Don Illán debía de ser uno de estos hombres que, viviendo en su siglo (el xii o el xx. viven realmente en un futuro en que fuerzas misteriosas que hoy desconocemos pero que presentimos harán que sea posible lo que hoy juzgamos irrealizable. Cuando ha día aprender sino en un lugar muy apartado. Esta misma noche tendrán los dos la misteriosa conferencia. Antes, don Illán llama a su cocinera y le ordena que prepare unas perdices para la cena. Don Illán desea obsequiar con este yantar al viajero.
Llega la noche; se dirigen ambos a esa cámara secreta donde don Illán ha de dar su conferencia. Entraron ambos por una escalera de piedra muy bien labrada, y fueron descendiendo por elia PERIODISTA: Pida SERVICIO INFORMATIVO a su Latin America News and Ads. Service La agencia informativa independiente Don Illán el Mágico. Don Illán el Mágico vive en Toledo. Un mágico es un hombre sencillo y respetable. Tenéis una idea errada de lo que es un mágico.
Un mágico no es un señor barbado y hosco que lleva en la cabeza un cucurucho con estrellas pintadas; un mágico es un hombre silencioso, discreto, de una nirada inteligente y dulce, de unas maneras suaves. Don Illán vive en Toledo; habita en una casa silenciosa y limpia. Grande es su renombre de sabiduría; a todos los ámbitos de España se extiende. Allá en Santiago de Galicia, un deán de la catedral ha entrado en deseos de conocer los secretos del arte mágico. Para qué querrá conocer tales misterios este deán. quién mejor que don Illán podrá si quiere enseñárselos? Pues a Toledo se encamina nuestro deán. Cuando llega a Toledo endereza sus pasos a la casa de don Illán. éste fallólo que estaba leyendo en una cámara muy apartada. es decir, tal vez en un desván, en un cuartito lejos de los ruidos de la calle, y que tiene por panorama que se atalaya desde la ventana una vasta extensión de tejado y de torrecillas, que se destacan Lajo el cielo azul; un cielo por el que caminan unas nubes ancas.
Don Illán recibe cordialmente al viajero. Con exquisita amabilidad se dispone a enseñar su ciencia al deán de Santiago. En el coloquio que acaban de tener el deán ha manifestado que él es ombre ante quien se abre un halagüeño porvenir; ahora es deán; dentro de unos años, seguramente llegará a arzobispo, a cardenal, a papa. El deán, en cambio de la ciencia que le iba a comunicar don Illán, le prometió y le ase.
guró que de cualquier bien que de él oviere, que nunca faría sino lo que el mandase. No hay, por lo tanto, más que hablar. Don Illán manifiesta que la ciencia él ha de enseñar non se poNo depende de ninguna empresa comercial.
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