Imperialism

REPERTORIO AMERICANO 131 Quiere Ud. buena Cerveza. 99 Tome No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube Estampas Plan de políticos; necesidad de pueblos, no Por JUAN DEL CAMINO Colaboración. Costa Rica y Marzo del 35 cia nimbaba todavía de nuevos resplandores. Jauja, Cuzco, Cajamarca, ciudades de ensueño; Atagualpa y Pizarro, los dos titanes, entrevistándose en ei misterio de la noche; el fraile Valverde levantando la cruz desnuda frente al esplendor del monarca inca; hazañas generosas y traiciones siniestras; bajeles que se hundían bajo el peso del oro conseguido. Cosas increíbles que en cualquier parte se hubieran oído con escepticismo o con jacara, pero en aquel concurso toledano se escuchaban con milagrosa buena fe y, a lo sumo, con el mismo gesto de asombro comedido de las manos con que los caballeros del entierro del conde vieron arrebatar su cuerpo por dos santos de la Corte celestial, o con que Sancho oía confundir a su señor los rebaños con tropas de guerreros.
De todo esto, tan natural y tan peregrino, iban departiendo los dos hombres graves que subían la cuesta de la colina toledana. Al llegar a su cumbre, allí donde asoman las cercas de los primeros cigarrales, se detuvieron por última vez para volverse a contemplar el perfil de la ciudad amada y todopoderosa, con su armonía de cúpulas y torres y, en medio, la flecha de la Catedral como una pica que clavase en el suelo al caserío para quitarle la tentación de volar. antes de separarse comentaron la última noticia: Pizarro, el 18 de enero, sobre la aldea de Lima, había fundado la ciudad de los reyes, capital del reino nuevo. Lima! Por vez primera volaba este nombre sonoro y dulce, de mujer y de fruta, sobre los tajos castellanos. ahora han pasado cuatrocientos años. El Perú no es ya un reino de hadas, sino una gran nación libre, llena del dolor y de la gloria que llevan los hombres vivos y reales sobre sus espaidas de carne y hueso. Lima, la ciudad próspera, celebra el centenario de su fundación con la gustosa melancolía que da, al mirar hacia atrás, la madurez lograda y opulenta. La sangre de dos razas que se vertió para erguirla en aquellos días lejanos de azar y de tragedia corre fundida en una sola por sus venas actuales. España y el Perú son hoy dos hermanas que se tienden las manos, regadas por la sangre común.
Han pasado cuatrocientos años. Otro español de 1935, como aquellos de cuatro siglos atrás, piensa en Lima desde lo alto de los Cigarrales. sus oídos llegan las mismas campanas que celebraron el nacimiento de la ciudad nueva bajo el mismo cielo eterno y azul.
Han pasado muchas cosas y acaso no ha pasado nada. Porque sólo es algo y es grande lo que es igual desde el principio: la inquietud por una justicia más perfecta, el amor entre los hombres, la fe en el progreso de los mundos. ahora, como entonces, por rutas infinitas e invisibles, esta emoción eitlaza, de corazón a corazón, las llanuras del Perú con la meseta de Castilla.
Los políticos panameños disparan su flecha estridente y dicen que la clavan sobre el fallo que dió el ya difunto se ñor White, dejándolo desacreditado, sin la pretendida invulnerabilidad de que el Departamento de Estado lo ha revestido. Esos políticos salieron apenas conocido el fallo a pedir a los Gobiernos suramericanos que se rebelaron contra él. Esfuerzos perdidos fueron los de los políticos, porque nadie pensó en reprochar al juez yanqui lo hecho al trazar una frontera que le habían entregado indecisa y devolvía con un relieve inconfundible. Han guardado su desquite esos políticos y al establecer hoy la compensación de territorios como base de un arreglo definitivo entre su país y el nuestro, le clavan flechas al pobre fallo. Perdió éste su integridad la va nidad del político paladea la victoria.
Los políticos nuestros nada dicen en contra ni a favor de lo que estampó el señor White para que se cumpliera.
Simplemente aceptan el plan de arreglo entregando y recibiendo territorios. Algunas gentes sí condenan el posible arreglo y entonces piden el cumplimiento del fallo yanqui. No debemos perder lo que tenemos conquistado por una sentencia que dió el jefe del más alto tribunal de los Estados Unidos, dicen los descontentos con el arreglo. agregan: con sólo pedir a los Estados Unidos que haga cumplir esa sentencia Panamá tiene que someterse. Tratar a base de desconocimiento de ella es perder la ocasión que el Departamento de Estado nos dio cuando Panamá nos metió en la asonada bélica de hace unos años.
Dijeron los hombres de entonces que cesáramos en nuestra movilización y ellos harían lo demás. lo demás era obligar a Panamá a someterse punto por punto al fallo del señor White.
Creemos que el justo punto de vista no lo dan al observador sereno ni el político panameño, ni el descontento costarricense. En aquél falta honradez. En el nuestro sobra confianza.
Es imposible que el político panameño que lanzó maldiciones contra el fallo del político yanqui y quiso echarle encima la cólera de los Gobiernos suramericanos, encuentre hoy que el simplísimo arreglo en proyecto vuelva cosa muerta el fallo. Nunca podrá el hombre que vive de la política, que es cosecha de posiciones y granjerías, entablar lucha contra las disposiciones y órdenes del Departamento de Estado. Era natural que el político saliera a gritar que lo hecho con Panan por el señor White había sido terrible iniquidad. El político vive de estos gritos a tiempo. Si no los da pierde prestigios como patriota y como estadista. De modo que la emprendió calculadamente y de una manera tenaz contra la sentencia que fijó fronteras a su país y al nuestro. Poco tiempo después todo había vuelto a su calma y el político no varió un ápice su conducta zalamera con el Departamento de Estado.
De modo que cuando lo oímos ahora enaltecer el proyecto de arreglo limítrofe porque hiere eso que él mismo llama majestad del fallo White, no podemos creerle. Es imposible creer en político alguno. en el de Panamá menos, porque los intereses yanquis en esa nación son inmensos y en halagar y dar jerar quías al político está su mayor éxito, El panameño que siente la penetración im perialista del Departamento de Estado estará con nosotros, en este juicio. El Canal de Panamá exige todos los sacrificios a ese panameño. la zona que ocupa la obra canalera fué entregada al yanqui imperialista por el político panameño. aquello es lo capital. Por el Canal tiene el panameño que vivir como arrimado en su propio suelo. Por el Canal Panamá es factoría, El político lo sabe, pero habiendo dado él la tranquilidad de su pueblo hace como que vive en perpetuo sacrificio y lucha por ella. Entregó lesa tranqulidad y por rescatarla no ha de batallar jamás.
No nos lean mal y quieran pensar que hemos tomado el trillo patriotero en esta cuestión de límites en las tierras fronterizas.
Desconfiamos del político panameño que para halagar a su pueblo Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica