154 REPERTORIO AMERICANO ra él la fuerza y la gracia, en el Museo del Prado: Sentí que se ilustraba, por dentro de mi barro, sangre da Calcuchima con sangre de Pizarro; y quise en el Museo, pensando en mi montaña, ser la mitad de América y la mitad de España.
Hoy, con el tono indolente de quien ve pasar la vida como a través de un cristal crepuscular, dice: exaltó su emoción en versos de viril resonancia que hacen pensar en los exámetros griegos y que son dignos de ser esculpidos en bronce como el evangelio de un pueblo y una raza que es la juventud del mundo: Voluntad es la clava con que Alcides sacude el Olimpo, voluntad es escudo con que Aquiles se lanza al fragor.
Es el arco de Ulises que dispara los dardos certeros, es la espada vibrante de Alejandro que brilla en el sol, es un árbol sin flores en que muere Jesús endiosado y es la vela sonora que despliega en su nave Colón.
Una América hay siempre que te aguarda, Colón. serás grande!
Un altar que te espera tras la muerte, Jesús. serás Dios!
He llegado, en tres siglos de viaje, desde España nombrado por Cervantes Virrey en el Perú.
de hoy no hacen sino mostrar fragmentos de esa creación inagotable que es el alma de un hombre. El dolor y la alegría, la vida y la muerte, la exaltación y el abatimiento no son sino los versos de una estrofa que sólo el poeta sabe rimar y armonizar, forjando con las notas dispersas que llegan a visitarlo en el silencio de su retiro la plenitud de una ideal sinfonía.
Este hombre que no tuvo infancia, nos guarda, en medio del desencanto, pura y fragante el alma que no pudo expandirse en juegos y canciones. Aco.
modándolos a su vida sentimental que ha conducido su barca errante por los mares del mundo crea ahora sus propios cuentos y nos habla de la Cenicienta, Caperucita, la Bella Durmiente, el Gato Bandido, Barba Azul o el Lobo, pero siempre el protagonista es su corazón atormentado y dulcificado en el sufrimiento. Nuestra naturaleza le presta su tapiz mágico para sus Mil y Una Noches. cuando piensa en su vida nos habla también de las mil y una noches de mis aventuras. Cuando comienza a escribir su autobiografía la titula Las Mil y Una Aventuras. Siempre, con insistencia, aparece citado el libro eterno, que ha venido leyendo y releyendo desde la infancia y que le mantiene a flor de alma esa niñez ensombrecida por la tragedia y la muerte.
10, enamorado siempre del misterio, que lo ha llevado a través del laberinto de todas las religiones en busca de su alma: Yo no sé si fuí acaso pájaro en una Antilia que al ir de nube en nube como una anunciación salir quiso al encuentro del alma de Castilla y se posó en un mástil del barco de Colón.
Persiguiendo esta elegancia de la forma se enamora del áureo vellón de las vicuñas, princesas encantadas que fiorecen en el silencio blanco de la cordillera andina. Ayer el poeta hallaba el más claro y viril símbolo de su vida en la quilla que desafiaba viento y marea con una enérgica y armoniosa elegancia, para hacer su ruta en el océano y rescatar el vellocino encantado. En versos épicos de bíblica entonación dibujaba el perfil helénico de Córdoba, el compañero de Bolívar. célebre por sus arrogantes palabras que resuenan en la historia de América como una trompeta inmortal para señalar el camino de la victoria. Colombianos: Armas a discreción: de frente; paso de vencedores. Hoy, en un gesto de renunciación suprema en que hay algo de fatalismo oriental y de cristiana resignación, el poeta que ha escrito en su escudo la frase rotunda y combativa de encuentro camino o me lo abro propone como lema del desencanto y la derrota. No serán las vicuñas princesas o vestales, que, en el pitagorismo de las reencarnaciones, en sus venas mantienen fuegos sacerdotales o rumian añoranzas de danzas y canciones. Amo el lujo y el ocio de aquella Edad remota y algo oriental hay dentro del disuelto rubí de mis venas y dentro de mis canciones y dentro de casi toda la vida que viví.
Vuelve otra vez el poeta a sus juegos de hastío elegante, lánguida flor de decadencia, en los que palpita un alma antigua y refinada, sabia esotéricas iniciaciones: esta genealogía oriental, aunque la supongamos sueño de poeta, hay que agregar la ingenita gallardía española y la enigmática tristeza americana, que hace al poeta decir al indio: Aremos en el mar.
en Y, sin embargo, Chocano continúa fiel a sí mismo. Sus versos de ayer y Beatitud de mi estancia dormida.
Yo bendigo el sopor de esta hora, sin ninguna ambición fementida, sin ninguna esperanza traidora, más allá de la muerte y la vida.
Corre en mis venas sangre tuya, y por tal sangre, si mi Dios me interrogara que prefiero. cruz o laurel, espina o flor, beso que apague mis suspiros o hiel que colme mi canción responderíale dudando. Quién sabe, Señor!
Y, dejándose llevar de este amor de profunda raíz religiosa, el poeta que cantó un día: que el trabajo no es culpa de un Edén ya perdido, sino el único medio de llegarlo a gozar nos hace hoy voluptuosa y maravillosamente un elogio de la negligencia sagrada. Bolívar, héroe de su epopeya, toda música y escultura, le da alas para escribir un poema al desaliento: Vidas no. Viene de la página 152)
Méjico logra un matiz que aun no llego a analizar, cuestión de acento, y no de acentos, que corresponde a la modulación lánguida de algunas canciones del país, que al pronto parecen música vulgar europea, y acaban por infiltrar una nueva y sutil ponzoña. Así Urbi.
na, el poeta de ayer, que supo llegar hasta hoy fiel a sí mismo y a su raza, sin despertar de su sueño a fuertes mayas o aztecas lujosos, atento a la palpitación incansable de un corazón calladamente apasionado.
España dió a Urbina, con su postrer reposo doméstico, lleno de ausencias mejicanas, los ecos de su vida nacional, cuyo estruendo llegaba hasta el amortiguado, más puro y genuino, y que le inspiró algunas de sus mejores páginas De España no le cautivó el esplendoroso pasado ni la brillantez externa. Supo sentir su fuego tenaz, su calor amigo.
Logia el poeta realizar en sí la síntesis del sentimiento autóctono y la cultura hispánica. Su poesía trae un acento que no conocíamos. Alcanza en ella el milagro de la inteligencia ordenadora del caos. Sabe caer de rodillas ante el Quetzal, ave sagrada de las Mil y Una Noches de América que tiene el silencio en su garganta entristecida por la pérdida de su imperio y el arco iris en su pluma heráldica. sigue cantando este deslumbramiento de la belleza, aunque, como el ruiseñor de la leyenda, le arranquen los ojos para sentir más celeste su desesperado canto humano. Minero profundo, continúa el poeta buscando bajo nuestros bosques y en el fragor de nuestras ciudades el tesoro oculto de incas y aztecas y descubriendo, más que ese oro de adalinesco resplandor, el recinto secreto e inviolaEmbarquémonos todos en un solo navio luciendo en proa un lema que sea un desafio. Aremos en el mar!
El poeta dijo un día: de prosa.
Donde ha habido laureles na tenido que haber voluntad. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica