42 REPERTORIO AMERICANO en en no. Quiere describirme sus sín Diciendo esto me ponía una va ré a lanzar el argumento que me tomas?
sija pequeña debajo del codo, y estaba a flor de labio.
de sufrir, irritarme, desesperarme Algunas veces, balbucée, pa ataba rápidamente alrededor del por cosas sin importancia. To Esa dama es feliz, pero yo co mar tan a pecho esto o aquello. ra ganar tiempo y para entrete antebrazo un tubo de goma. Yo nozco una. ique no lo es! en las noches de insomnio lener su atención tengo como cerré los ojos. Tuve primero una El doctor se volvió a mí, y me vértigos. Sabe. La cabeza me sensación de frío en la cavidad miró.
vantarse y vagar por la casa; senNoté que su expresión era tir la necesidad de desvelar a toda vueltas.
del brazo; luego un golpe seco, un más grave, pero menos duia que. Ah. dice el doctor.
dolor intenso.
dos para torturarlos con la tortuAbrí los ojos y vi el día anterior. Sí, dije yo.
que apretaba contra mi brazo una ra propia. Querer que todos su ¿Se refiere a usted misma, seHubo un nuevo silencio.
fran como sufrimos nosotros. No ampolleta que se llenaba de san ñora? Con gesto casi afectuoso toEntonces me tomó el pulso y sentir más por los otros ni amor, gre muy lentamente.
mó mi mano: Usted no tiene raapoyó ligeramente sus dedos; lueni compasión, ni indulgencia, sino. Ya está! con rapidez me li zón de sentirse infeliz. La someconcentrarnos go sacó un registro, lo abrió y mouna teremos a un tratamiento, la cugó el brazo.
ilimitada jó la pluma.
piedad de nosotros mismos. Repóngase, y vuelva mañana raremos. Me entiende? Le proCreer. Su nombre?
para conocer el dictamen.
meto que curará.
que todos son crueles, Se lo dije.
Con sonrisa bonachona me exEl susto me paralizó. Sentí que egoístas, todos malvados, porque. Su edad?
tendió su mano.
duermen, porque comen, porque la nueva me había vaciado el coTambién la dije.
Este era el momento propicio: razón.
hablan, porque viven. Mientras. Enfermedades anteriores?
Ahora o nunca debía cumplir mi Se lo aseguro, continuo el nosotros, encerrados nuestra Como si lo hiciera al propio, no misión.
doctor. Reconocida a tiempo, la desesperación, esperamos, con came vino a la mente más que una Profesor. me permite una cosa presenta la gravedad lofríos de muerte.
lejana enfermedad de infancia.
Así viví yo.
palabra? Su semblante se nubló. que. Cuánto tiempo. Paperas murmuré.
Alzó de nuevo sus ojos hacia el. Dios mío! Entonces yo. iyo No lo sé. Días que parecían siglos; El profesor escribió en el regis péndulo. Luego con gesto cortés estoy enferma. Doctor. Qué ten noches que parecían eternidades.
tro: Paperas. Luego me miró, larpero resuelto abrió la puerta.
go? Qué tengo?
Unico aliciente, única luz en la ga, fijamente. Mañana, señora, a las nueve. Señora. dijo él con autori oscura desolación de aquella ho Señora, dijo, hasta el momeny cuarto. Para servir a usted!
dad. ante todo, le prohibo exal ra, único consuelo Eglantina!
to creo poder darle un dictamen Cuando sali, vi a la puerta un tarse. Se volvió y tomó una tar Tierna, incansable, se olvidó de sí favorable acerca de su salud.
coche cerrado, y asomada a la jeta del casillero del escritorio; lo y fué para mí más que una herfísica.
mana de la caridad, más que herventanilla, la cara de expresión consultó. He encontrado en usted Me parece que dudó de la menmana.
nerviosa una leve alteración nerviosa que Cerca de mí, su paciente de Eglantina, bajo un tal.
sombrero nuevo adornado de rotiene un interés puramente aca vigilancia era como una lámpara Todavía. prosiguió. como sas.
démico. Hay además el profesor eternamente encendida.
usted debe saber, yo nunca hago. Puedo salir. balbuceo. Me bajó la voz. hay en su sangre la una dignosis sino hasta después de espera. Me ha perdonado?
tendencia (fijese que digo la tenun cuidadoso examen de la san ¡No me hables. dije yo, con dencia. a neoplasma de carácter Una mañana, muy temprano, gre.
calofrios; y me senté a su lado en grave. Usted debe someterse a una me trajeron un mensaje. Era del Lo sé. interrumpi. Mi amicura intensa por cerca de dos doctor Hilgard. Dos palabras: Venla carroza. Cochero. a la Villa ga me ha hablado de sus maraviaños.
Frey.
ga inmediatamente. Atolondrada, llosos descubrimientos este No oí más; creí que deliraba. vacilante, me levanté. Temblando campo. Aquella amiga, profesor, las nueve y cuarto de la ma¿Enferma, yo. Amenazada de un más que yo, Eglantina me ayudó es una persona encantadora, y es a vestirme.
ñana, con ánimo resuelto, llama terrible mal. De aquel mal tetan infeliz.
ba a la puerta del Doctor Hilgard. mible del cual nunca he osado, sin Pocos instantes después entraba El profesor alzó de nuevo los Esta vez nada me impediría cumtemblar, pronunciar su nombre. en el estudio del doctor. Se leojos hacia el péndulo.
plir con el mensaje de Eglantina. Una cura de dos años!
vantó rápido y vino a mi encuen ¿Usted desayuno?
La infeliz había pasado la noche Todo giraba en torno. Una nutro: su rostro tenía expresión más Sí, contesté yo asustada.
en llanto y convulsiones, y yo, cobe me veló la vista.
humana, y sus manos temblaban. Entonces tenga la bondad de nociendo su indole exaltada, teAbajo, como el día anterior. Señora! Ha habido un error desnudar su brazo derecho. se mía un acto insano, alguna locura Eglantina me esperaba en la ca enorme. La diagnosis que le hice levantó.
irreparable.
rroza. Apenas me vió, preguntó no se refería a usted. Mi químico Obedeci temblando.
En la antecámara del doctor me ansiosa: ha cometido un error gravísimo. Siéntese aquí. El doctor me encontré cara a cara con la seño ¿Y bien. Qué ha dicho?
un cambio de ampolletas. Usted señaló una poltrona al lado de. Ha dicho que estoy enferma. está sana. Perfectamente sana.
ra del día anterior. Si no hubiera una caja de instrumentos quirúr sido por su cabello rojo no la haY solté el llanto.
El mundo giró en torno a mí.
gicos. No se impresione, agregó. bría reconocido. Parecía transfi¿Sabéis qué significa vivir ba En el delirio de alegría que sentí, No le haré ningún daño.
Diciendo esto volvió la espalda sivamente del profesor. Yo me degurada, radiante. Se despedía efu jo la pesadilla de una condena me vino un pensamiento: el reatroz?
cuerdo de la señora de los cabey se apresuró a alistar algunos tuve, retrocediendo un poco.
Levantarse, moverse, salir, enllos rojos, con la expresión transobjetos sobre la mesa de vidrio.
trar, siempre con aquel pensa Doctor! Sus ojos despedían figurada por la dicha.
Mientras tanto, tal vez por dismiento fijo; ver a los otros que fulgores, la boca enrojecida son Entonces. era ella?
traer mis pensamientos, y por van y vienen, que hablan y rien reía Usted me ha salvado la Se me escapó un sollozo.
atenuar el miedo que en mi adisin preocupaciones, y preguntarvida. Me siento renacer. El hecho vinaba, se puso a conversar muy se. Habrá alguien entre estas. Ah. Aquella señora que tan mismo de saber que estoy sana amablemente.
gentes que tenga el mismo mal feliz parecía!
me ha librado milagrosamente de La sangre, señora, es el mago El doctor me dió mirada que yo? Buscar en todas partes, que revela los secretos más protoda desventura.
solamente y siempre la tragedia indefinible.
fundos de nuestro organismo, las La fuerza de la autosugestión, de la enfermedad. Estar siempre También a ella la salvaremos, tendencias latentes y oscuras que rió el doctor. El buen Cué tiene con el oído atento, alerta siempre dijo, con voz un poco cansada.
hay en nosotros; es el nigromante razón cuando dice que para curar para notar algún síntoma de me Después, fijando sus ojos en mi que dice el pasado, el presente, y de todo mal basta la convicción joría o de empeoramiento.
Inte rostro, marchito por el sufrimienhasta el porvenir. En esto preci de que no se tiene.
rrogar, escrutar en los ojos de los to, dijo muy emocionado: samente consiste el valor de mis En un rapto de alegría la señootros una mirada de piedad o de. Pobre señora mía. Cómo modestos descubrimientos: mera le tomó la mano y la llevó nersorpresa.
podré compensarle jamás tan hodiante este nuevo procedimiento viosamente a sus labios. Luego sa Abatirse hoy, y rezar, descora rrenda e inútil tortura?
en el examen de la sangre, hoy lió, ligera. He aquí una mujer zonado; levantarse mañana en de Encontré entonces la fuerza padía podemos predecir lo venidero, feliz, observé, entrando en el es sesperada rebelión. Decirse mil ra balbucear tres palabras: afrontar y vencer la enfermedad tudio del doctor; y de seguido, pa veces al día: Cuando estaba sana. Perdonad a Eglantina. antes que ella, de hecho, exista. ra no perder el valor, me apresua ¿por qué no era feliz. Cómo pu me desmayé.
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