308 REPERTORIO AMERICANO Silencio y fimidez Senderos Envío del autor. Ilustración de Amighetti El caso Tema enorme para estos días tan habladores y gritantes. Turbión de voces. mientras más se lancen al viento de todos los cuadrantes, mejor serán sepultas en el vacío y menos sustancia de alma tendrán. Silencio En la cuarta serie de Simpatías y diferenclas (yo le edí cesión del título, allá en Río de Janeiro, para colocarla sobre mis escarceos literarios) habla Alfonso Reyes de la timidez de Azorín. Concentrado, curioso, tiInido.
Apenas habla cribe Alfonso Reyes sus notas de cala en 1915. Se acaba de publicar por la Residencia de Estudiantes Al margen de los clásicos y El licenciado Vidriera. Dos claros, finos, breves, intimos livros de Azorín. Dos volúmenes de timidez y de silencio. Porque estaréis sedientos de recoger, con vuestro oído de poesía, la sublime sonoridad de ese silencio de encalmo y transparencia.
Hemos de alejarnos del vozarrón de la vida encrespada y maldiciente. Del trueno de las luchas por la vida. para avecindarse al menos una temporada de vacación en la calma de la lucha por el cielo. Azorín fué un fecundo silencioso. Enmudecía por timidez. pero él, más tarde y siempre nimbado por su silencio, alquitaraba esencia, jugo, ambrosia de sensibilidad.
También se me asocia lo que Alfonso Reyes ha dicho después sobre los callados en Tren de ondas, y lo que cuenta el obispo de Puebla de los Angeles, en el xvii sobre el mutismo de los indios mejicanos, en contraposición a la garrulería de los Casanovas. Habrá que ir a buscar lo más augustamente refinado entre las culturas salvajes, en los países que aun pisan las uvas para destilar el buen licor. Destino, nunca en mil años Me has venido a buscar, Sea cual fuere tu disfraz: Gloria, mujer o cantar.
Al borde del sendero de mi vida, El Destino se ha puesto a esperar.
lado Norte. Ha variado la corriente?
Pero esta duda pruede ponerla en claro la ciencia hidrográfica para concordarla con la geografia Si el río Anas era la divisoria entre las provincias Lusitania y Bética, la colonia metelina no podía ser lusitana, como afirma Plinio autoridad de categoria de transcurrir las aguas de su cauce por donde hoy se deslizan con mansedumbre y fecundidad.
Quede ahí enhiesta la cuestión.
es que quince siglos y medio más tarde, en una de aquellas casas que ya eran feudo del Condado de los Portocarrero, nació el ilustre y siempre valeroso, y afortunado capitán don Hernando Cortés y Monroy, marqués del Valie, caballero de la Orden de Santiago, conquistador de Nueva España, orna10ento de su patria y honra de la nación española. cuando tenía treinta y seis años, pudieron contemplar sus ojos la región más transparente del aire, ésa en la que el barón de Humbold notaba la extraña reverberac ón de los rayos solares en la nasa montañosa de la altiplanicie central, donde el aire se purifica. el valle de Anahuac, sede midíaca del gran Moctezuma.
Aconteció el milagro. El albino Hernando Cortés logra entrar en la maravillosa ciudad lacustre, ya rendida. allí el encuentro. Hemos de imaginar nos refiere Alfonso Reyes a Moctezuma cuando se adeJanta a recibir a Cortés, apoyado en brazos de dos señores, a pie y por mitad de una ancha calle. Su cortejo, en larga procesión, camina tras él formando dos hileras, arririado a los muros. Precédenle servidores, que extienden tapices a su paso.
Lo dice, lo cuenta, lo canta con tersas nalabras precisas, de trenzado mejicano, en su Visión de Anahuac. Uno de sus prime.
ros libros en España, prohijado por Juan Ramón para la Biblioteca Indice, de vida frucaz y melancólico rceuerdo. Definición y concordia. Porgue Alfonso Reyes es una Yaluestra eficaz de ese lazo de hermandad que tienden las letras entre América y Europa. una esencia estilística de ese logro, bien amasado, cuyos ingredientes son estos tres: clasicismo españel, americanismo tradicioral hispanidad moderna, con cu respiro también a Europa. Alado corcel que brega, Que brega por salir al mar Sin rumbo cierto ni horizonte estelarMi vida busca un albergue de infinito Donde poder soñar.
Mas temeroso de mi sino No me atrevo la brida a refrenar.
Encuentro en Anahuac Ensortijada en la queja de los pinos Que es caricia del viento En escala lunarMe llega una voz de mujer Que me invita a meditar. Un pino al alargar su sombra Me detiene al pasar.
Un pino solitario Que era atalaya del pinar. Al borde del sendero de mi vida, Ya el Destino se cansa de esperar.
Desmonto y bajo a tierra Tierra firme de realidadY por primera vez en mil años Nos hemos puesto a pactar.
Enrique Macaya Lahmann San José, Costa Rica, 1985.
Conservo una Biblia latina, con grabados en boj, rida de anotaciones por mi bisabuelo, en un volumen en octavo abultado, a dos columnas la impresión tupida de sus páginas, ya tostadas por el tiempo. Cubiertas de pergamino rugoso. Lectura apretada.
Pocos libros más se conservan de aquella biblioteca que fué la mitad de la vida de un letrado provinciano, hace ya cien años, que sabía mucho de griego y otro tanto de inglés.
Uno que se salvara del naufragio es la Historia y santos de Medellín, que escribe en 1545, don Juan Solano de Figueroa y Altamirano, arcipreste de la villa, y que, más tarde, escalada la Penitenciaría del Cabildo pacense, había de componer su minnuciosa Historia eclesiástica de la ciudad y Obispado de Badajoz: fuente abundosa de erudición extremeña.
Al frente de sus cohortes y alas acudió Metelo Pio, ya encanecido, soldado de su Poma republicana, a esta loma de tierra lusitana, para establecer un castrum. Se tratrataba de vencer al rebelde Sertorio hispanizado. Consultados los auspicios, el toro y la vaca comenzaron a tirar del arado, cuya reja fué señalando la tierra colonial. al poco repartida en lotes cuadrilongos entre los legionarios y los auxiliares.
Un cerro se asentaba en la parte Norte del rio Anas. En su cúspide el viejo pretor y capitán construyó la fortaleza. Las Errata En la poesia número de las que publicamos de Amighetti en el número pasado, hay un verso que dice: la copa como leche se riega en su regazo debe leerse: la ropa como leche se riega en su regazo casas, poco después, se desparramaron en la ladera del Mediodía hasta tocar las aguas ribereñas. Hoy el río lame al cerro por su Cadet Teñimos en 28 colores. Además en Negro y Blanco.
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