140 REPERTORIO AMERICANO El faro Colaboración. Texto e ilustración Una tarde vendrá, y me dará la mano, una tarde vendrá, y ha de decirme: anciano.
Como el faro del puerto que tiende hilo a los barcos, desde su ovillo rojo que guiña en las tinieblas incesante su ojo, y que amanece muerto.
y mi alma irá a las playas a lavarse en resaca, y llegará a la quilla del barco que no atraca en el fondo del mar.
El barco ya agobiado que se entregó a las olas, los barcos son suicidas como las almas solas, el fondo es descansar y subiré hasta el vuelo de una nube desierta, y sabré que es el resto de una mujer muerta, que se murió de amar.
El cuerpo es el nido del ave que ha volado; cada nube es el alma de un amor cortado, que llora sobre el mar.
MAX JIMENEZ Puntarenas, Costa Rica, Febrero, 1935 Ad Notas del Week. Viene de la página anterior)
cinematográfica, carece de su paisaje natal y predispone a la prehombría, que es la negación misma de la niñez.
Mientras la ciencia no haya arruinado del todo la poesía natural de la vida, los cuentos de hadas refrescarán el corazón de la humanidad, como el húmedo musgo de una cueva mágica. Los cuentos de Hans Cristian Andersen, como las pontas de jabón, encierran toda la luz del universo.
turna regada por el flujo lunar. El Amor Imposible fué una invención suya y con ella diezmó la población de la tierra, que ya no pensaba sino en morir. Ninguno de los grandes azotes bíblicos le ha causado a la humanidad desastres semejantes. La luna debe ser ahorcada en un poste y su cadáver debe ser exhibido como el de un bandolero. Insensible al agravio de este moderno Fouquier Tinville, la luna le arrojó un bodoque de luz sobre las narices y le dió un jocoso aspecto de payaso. Al firmar su requisiltoria le temblaba el pulso como si se hubiera embriagado de vinos dulces. Sintió que el corazón le flaqueaba y quiso respirar el aire del campo. Como en el poema de Silva, el plenilunio desataba sus lácteas madejas. Una rana croaba. El poeta modernista se sentía enfermo de una vaga enfermedad literaria. Al fin y al cabo, dijo, la luna es un dón de la naturaleza. Hay que dejarla que se ponga en ridículo.
Y, como acosado por una fuerza biológica, se metió en una taberna donde unos borrachos recitaban versos de Julio Flores.
LA DECADENCIA DE LA LUNA Voz y grito Colaboración. San José, Costa Rica El brazo de todos sus árboles me ha conservado fiel su rama. Dónde pudiera descansar mi corazón, de sus montañas!
Mujeres en los patios blancos cantan, bajo la luna blanca. un espantoso amor copula en el vientre de las guitarras. Pero mi adolescencia ardía, blanca de la mujer encontrada. Pastan inmóviles ganados.
La gran rosa de la mañana arde sobre ellos, y los frutos como dulce pólvora estallan. Ella lanzándome sus islas.
Manos buscándome, sus playas.
Hecha mi carne de su tierra, huele a la tierra de la patria.
Al celebrarse el primer centenario del romanticismo los grandes críticos no han podido encontrar una definición exacta del fenómeno romántico. Han sido los comentaristas menores quienes han facilitado, por medio de imágenes redondas, una apreciación menos furtiva del problema.
Parece que una de las conclusiones más aceptadas por los escritores del momento actual, es la que se refiere a la influencia lunar sobre la generación de 1830.
Una vez edificada esa conclusión, se ha levantado una requisitoria formal a la luna, Un joven poeta modernista iba a proponer que se le asesinara. Podemos reconstruir su alegato. Los románticos dijono fueron sino unos alunados. El descubrimiento de la luna está ligado íntimamente a la educación nerviosa de los cantores que antecedieron al simbolismo. Toda la inmensa cantidad de cloro que espejea en los poemas de Musset y de Hugo, todo el hipo elegíaco que sacudió el pecho de Alfredo de Vigny, no son sino efectos suyos. La luna del Treinta no fue un astro, fué algo más que eso fué una cátedra. Se hizo amiga del sepulturero e hizo del cementerio de aldea un club de suicidas.
Se confabuló con la rama, con el buho y con el ciprés para asustar y envilecer al hombre.
Se metió, como una sabandija, dentro de la botella de aguardiente y de allí salió convertida en poemas. Se hizo adular por los troveros y regó su harina traidora sobre los ojos de los enamorados. Ejercitó su despotismo en forma tal que podemos imaginarnos a medio siglo xix como una gran alameda nocSuelo de mis primeras voces y de mis únicas palabras. Raíces que enterró mi ombligo! lejos de ti duele la infancia.
Ojos de todas sus estrellas.
Ojos de todas sus cabañas. Dónde pudiera descansar mi corazón, de su mirada!
He detenido los caminos para gritar de esta ventana.
Voces me das, que son las mías.
Te veo en mí y en mí te llamas. este sabor de mis raíces que se me sube a nostalgia!
Adentro de mi vida tengo la música de recordarla.
Los pájaros que me escoltaron, las manos que me desataban. las palomas de ese tiempo ahora como degolladas.
La noche en que habré de morir me irá rodeando tu mirada; tu oscuridad de Dios abierta para que yo siga mi marcha. si muriera en esta hora, el aullido en que te alcanzaba!
Isaac Felipe Azofeifa (Mujeres en los patios blancos la luna de maíz amasan.
En Chile, 1933. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica