EDITOR: García Monge Correos: Letra Suscrición mensual: 00 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Desde que Garrison fundó su Liberator no hubo paz en la Unión: cómo crecen las ideas en la tierra. José Marn.
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Giro bancario sobre Nueva York.
Leyendo a Gracián cabalgata de los pecados capitales La Por MANUEL MONTOLIU De La Prensa. Buenos Aires como dia son SAKENES Baltasar Gracián Si algún libro notable de la literatura española no ha sido estudiado toda como merece, es sin duda aquel que fué considerado por Schopenhauer uno de los mejores libros del mundo: el Criticón del padre Baltasar Gracián. En su composición no sabemos qué es más de admirar: si el ingenio y la agudeza excepcional del pensamiento y la fuerza expresiva de los mitos y de las alegorías intelectuales que forman el tejido vital de la obra. la erudición prodigiosa la lectura inmensa que su composición supone. Esla última cualidad ha tenido consecuencias en la historia literaria, pues el estudio de las fuentes en que bebió el autor de aquellas páginas es una labor formidable que hasta hoy ha hecho retroceder a los críticos, historiadores y eruditos que se han consagrado al estudio del gran escritor bilbilitano. Consta por diversos testimonios, que Gracián fué hombre de insaciable y variadísima lectura. No hay lisonja escribió Gracián como un libro nuevo cada día. Sur memoria vierte después de haberlas amoldado a su genio peculiar un caudal inagotable de ideas, ejenplos, sentencias y anécdotas, recogidas en las páginas de los libros que sin tregua ni descanso hojeaban sus manos y devoraban sus ojos, siempre ávidos de maravillas intelectuales.
Uno de los pasajes más famosos del Criticón es el capítulo que cierra la primera parte y que lleva por título La feria de todo el mundo. En él leeunos la espléndida fábula de la evasión de los pecados capitales, escapados de la caverna en la que Dios había cerrado todos los males del mundo. Esta fábula sirve a Gracián de pretexto para trazar el análisis del carácter de los diferentes pueblos de Europa y parece ser imitación de un pasaje del Satyricon. obra publicada en 1603 por el escritor inglés Barclay. Los pecados, escapados del infierno, se esparcen por el orbe y van a caer en diferentes países. El primer pecado cuyas huellas sigue Gracián es el Orgullo o la Soberbia. La Soberbia, como primera en todo lo malo, cogió la delantera. Topó con España, primera provincia de Europa. Allí vive y allí reina con todos sus aliados: la cstimación propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie.
el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho, alto y hueco, la gravedad, el fausto, el brío. En otro capítulo de la misma obra, Gracián desahoga el amargo pesimismo que le inspira el estado lamentable de la economía en Esropa en mar y tierra. Son vivos, ingeniosos, pero sin fondo. No hay tontos en Francia pero son mediocres; corteses, pero de poca fe. Gracián les lanza esta grave invectiva: El primer esclavos; pero el segundo, amos; el tercero, tiranos insufribles.
En el reparto de los pecados capitales, a Italia le toca en suerte el Engaño.
Los italianos son maestros en la astucia. Italia, para los españoles contemporáneos de Gracián, era la patria de Maquiavelo, la tierra clásica de la diplomacia, en todo el sentido peyorativo de la palabra. Gracián presenta el carácter italiano como una singular mezcla de doblez y de haraganería. Un italiano que circula por el libro de Gracián, finamente caricaturizado, y que el autor bautiza con el nombre de il bei poltrone. da en lenguaje macarrónico esos sabios consejos: Ora va de regola.
Atenzione. No pillar fastidio ni niente. Ceno poco, usa il foco, in testa capelo, e poqui pensieri en el cerbelo. Oh la bella cosa!
El pecado de la Gula es el que caracteriza a los alemanes. Por esto al huir del infierno se refugia y se aclimata en Alemania. He aquí algunas de las chistosas observaciones que hace Gracián sobre la incontinencia en la bebida que se atribuye a los rubios hijos de Germania: aunque algunos alese han emborrachado sino una sola vez, pero les ha durado toda la vida. Un alemán sobrio se le puede contar como un prodigio. añade esas otras observaciones sobre el carácter alemán que son de un gran valor psicológico: Son corpulentos, pero sin alma; bravos, pero feroces; hermosos, pero nada bizarros; tienen la sutileza en los dedos, pero no en el cerebro.
Gracián hace caer la Ira en Africa. Pasó al Africa y a sus islas adyacentes, gustando vivir entre alarbes y entre fieras. los restantes pecados les señala el siguiente destino: La Inconstancia aportó a Inglaterra; la Simplicidad a Polonia; la Infidelidad a Grecia; la barbaridad a Turquía; la Astucia a Moscovia; la Atrocidad a Suecia; las Delicias a la Persia; la Cobardía a la China; la Temeridad al Japón.
La observación de Gracián sobre la Pereza es ingeniosa. La Pereza dice. aún esta vez llegó tarde, y hallándolo todo embarazado hubo de pasar a la América a morar entre los indios.
El único pecado que quedaba aún por naturalizar en algún país, después de esta larga lista, era la Lujuria. Gracián. Pasa a la página anterior)
manes paña como consecuencia del desequilibrio producido por la entrada de las grandes riquezas de América. este propósito Gracián trata con fina perspicacia y con una aguda intención satírica la visión deprimente de la bancarrota de la hacienda española. Los franceses escribe se quejan de que la fortuna no les haya dado América.
Pero se engañan. Qué Indias para Francia como la misma España. Lo que los españoles executan con los indios. no lo desquitáis vosotros con los españoles. Los españoles son vuestros indios. Los españoles brindan flotas de oro y plata a la sed de todo el mundo. En otro capítulo del Criticón. el Orgullo, que ha venido a refugiarse en España, inspira a los espafioles un desprecio olímpico hacia el trabajo. Gracián hace decir a un español hablando con un italiano, que en Su patria todos son nobles. El italiano, a quien Gracián hace hablar en un gracioso iano macarrónico, observa. Signori, in Ispagna ¿quién guarda la pécora? Anda le replica el espafiol, que en España no hay bestias ni hay vulgo como en las demás nacio lies.
En Francia va a caer la Codicia. El vulgo, observa Gracián, es allí miserable y ruín, pero la nobleza es un modelo de cultura y galantería. El carácter francés es agradable, pero ligero; belicoso, pero inquieto. Gracián define a los franceses como los duendes de Euno Imprenta «LA TRIBUNA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica