REPERTORIO AMERICANO 191 Valle Inclán. Viene de la página 184)
quería ser confesor de emperatrices y de reinas. Cómo siente la naturaleza. Con gracia risueña y sensibilidad contenida. Hay belleza en la vaguedad de las cosas, en las que flotan en el limbo de la distancia o en las nubes indecisas del recuerdo, la hay en las notas que suspiran a lo lejos, y Valle Inclán ama esos ecos dolientes y lejanos. Huye del tono alto y acierta a producir sus acordes con una hechicera combinación de semitonos, divinamente evocadores. Nos habla de la vaguedad risueña y feliz de los recuerdos infantiles, nos mece con la salmodia del viento, las cantigas poéticas del pueblo, la querella de las olas y el rumor quejumbroso de las selvas que alzan al cielo sus cimas pensativas.
Deliberadamente monótono, a veces, para producir la continuidad de algunas sensaciones musicales, va repicando y conjugando la tiransira de sus verbos predilectos. Veamos: Las palabras del peregrino en Flor de Santidad ululan el aire, el viento está llorando a la distancia su llanto de mil años o quejándose en los pinares con voces de otro mundo. En letras antiguas resuenan acentos de cadencia lánguida y nostálgica. Los mir.
los cantan en las ramas y sus cantos se responden encadenándose en un ritmo remoto como las olas del mar. La voz de Adega era devota y su idioma era el arcaico, casi visigodo de la montaña. En la escala de sus notas más queridas, las hay hondas como un eco de la pasión o solentines y graves como las letanias y los salmos. veces los cactus sacudidos por el viento, remedan ruidos de torrente que se despeña a la distancia, en la oscura lejanía. en Gerifaltes de Antaño hay sombras y rumores que tienen una eternidad y una eficacia en el gran ritmo del mundo.
Así el amante del sonido. Vamos, de inmediato. a la sensación pictórica.
El semitono en música y la mediatinta en pintura. Acordando con esas notas siempre vagas y distantes, pinta reflejos dorados, lontananzas y agonías de la luz. Pone en sitio conspicuo, con los cantos litúrgicos, la penumbra de los templos solitarios, la belleza mistica, la santidad contrita. Las nubes, en sus páginas, van volando albas en el fondo sangriento de la tarde que a su vez huye arrebujada en los pliegues de la ventisca.
Delinea montañas de fantástica cumbre, marcando el límite de la otra vida. El sol y las estrellas se ponen en ocasos que duran eternidades. Maria Rosario, el único amor de su vida, en la Sonata de Primavera, era santa y bella conto esos arroyos silenciosos que parecen llevar dormido en su fondo el cielo que reflejan. El marqués de Bradomin se propuso amarla y superar a todos los amantes que en el mundo han sido. LOcuras gentiles y fugaces que sólo duraban algunas horas y que tal vez, por eso, le hicieron suspirar y sonreír toda la vida. así el pintor. Un poco colorista, un poco decadente, con dejo rontántico, quiero decir, sentimental.
Palabras que no viven en ajenos labios, están muertas en los míos, dijo una vez, y ello no es cierto del todo. Acude con harta frecuencia a verbos que no usan otros, a vocablos que saca de no se donde: las esquilas suenan con ingrávido campanilleo, el relámpago deja en los ojos la visión templorosa y fugaz del paraje inhospito, al marqués cercaba la turba clamorante, el viento y los pájaros ululan a toda hora.
Cincelador primoroso, evita, hasta dónde es posible, el que de la sintaxis vulgar, sirte del romance, escollo del prosador, rompiente donde naufraga la elegancia.
Es escéptico. De tarde en cuando se siente la punta de diamante de su ironia. En una historia de España donde leyó siendo niño, le enseñaron que lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota.
En la melancolia del sexo ve el gérmen de la gran tristeza humana, elegante cifra de cierta desoladora filosofia.
Siempre estuvo persuadido que la bondad de la mujer es más efímera que su hermosura.
Es a veces bellamente impío, con impiedad simpática. Zenotemis, en el banquete de Tais, revista de la filosofía pagana agonizante, dice que no hay una sola acción humana, ni siquiera el beso de Judas, que no lleve en sí el gérmen de la redención, y Valle Inclán también descubre en donde me.
nos se espera, el polvo de oro de la belleza.
Le encuentra hasta en el horrendo incesto de la Niña Chole. Sus labios sangrientos eran bellos como su historia! Lo peor es que, a fuerza de elegancia, torna a su heroína casi inocente, casi pura; con el nimbo del amor la ennoblece y la rescata. La otra heroína de la Sonata de Primavera, no sabía, la pobre, que su destino de santa era menos bello que el de María de Magdala.
En la Misa de San Flectus del Jardin Novelesco, tres jóvenes enfermos, mordidos por un lobo rabioso, van a pedir su cura ai san to milagroso. Con voces estranguladas gemian caridad. El abad cantó la misa y ésta fué tan eficaz que los tres penitentes se murieron Aquí la deliberada sencillez, casi simple del estilo, hace resaltar el contraste inmoral del desenlace. Quiénes influyeron sobre él?
Sus ideas, en ocasiones, parecen teñirse un tanto de las de Jean Lorrain (prescindiendo de las expresiones crispadas y violentas de este enfermo, me apresuro a decirlo. Hay en el uno y en el otro como en casi todos los decadentes, cierto abuso intolerable de lo litúrgico. María Rosario tenía su leyenda, como el Duque de Fresnes aunque en nada se parezca la imagen angélica del amor puro con Mr. de Phocas, el endemoniado, que buscaba las miradas de agua doliente para ahogar en ellas a la Ofelia de sus deseos. el encanto perverso de la Niña Chole.
Venus turbulenta, hace pensar en las princesas de Moreas a que alude Lorrain, malditas, fatales y adorables!
Las audacias de Gracián asoman no se sabe donde ni cómo, pero sin su amaneramiento a veces gongorino. Tal vez en un título, en Flor de Santidad. Luis, dice Gracián, era flor de santos y de reyes.
Pero todo está atenuado por Anatole France. Los cjos de violeta de Adega, la zagala soñadora, son los propios de Tais, la divina cortesana, y ciertos sueños y visiones compulsan los de Pafnucio. Quizá el Satanás, Satanás, con que finaliza la Sonata de Primavera, sea eco del Vampiro, Vampiro, con que acaba Tais. Cuando la Niña Chole, tendióse en la halmaca y esperó, remedaba bastante a la temible cortesana que antes, en la gruta, también esperó al abad de la Tebaida: santa.
Pero de todos modos Valle Inclán es un es.
critor original. Nadie, que sepamos, practica en España como él, el arte por el arte. Ha trasuntado cuadros bellísimos con el delicado pincel de su palabra y después de tanta prosa fatigante, descansamos en las ondas suaves de su estilo. se ha retrasado a sí mismo ValleInclán? Acabamos por dudarlo. En algo intervenimos. en la distribución de los colores.
Lectores habrá que con distinto temperamento, copiando pasajes diferentes a los resumidos por nosotros, produzcan otra impresión con otra estampa. El tinte del prisma interior. el fantasma cerebral. Decididamente, no podemos salir de la caverna!
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TELEFONO No. 3736 VICTOR CORDERO Cía. SAN JOSE, Libros y Autores (Registro bibliográfico titular de los libros y folletos que se reciban de los autores y de las Casas editoras. En un cuaderno de 36 págs. El monte negro, por Alan Hillgarth Traducida del inglés por el autor con la coLos Nos. y de la interesante revista laboración de Antonio Rivas y Reus. MaEl Gallo Crisis. Libertad y tiranía. Editada en Orihuela. España.
La edita la benemérita Editorial Señias: Ramón y Cajal, 27. OrihueESPASA CALPE, Madrid.
la. Murcia. España.
drid. 1935.
Con la cordialidad del envío: Enrique Munguía: Poema del héroe.
Con un dibujo fuera de texto por Francisco Castillo Nájera París.
Con el autor: Rue de Longchamp Paris XVIe.
En las muy valiosas publicaciones de la «Revista de Filologia Española» acaba de aparecer ésta, que a todos, por igual, nos interesa: Federico de Onis: Antología de la poesía española e hispanoamericana (18821932. Madrid. 1934 1212 páginas nutridas. Hay qeu volver a ellas.
Extractos y otras referencias de esta sobra se darán en ediciones próximas Una gran novela de Bolivia, narración integral. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica