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260 REPERTORIO AMERICANO ALBERTAZZI AVENDAÑO ABOGADO SAN JOSE, COSTA RICA OFICINA: 75 vs. Oeste Botica Francesa TELEFONOS: OFICINA No. 3726. HABITACION No. 3133 De aquí nacerá que se acostumbren al ocio y que adquieran los resabios y vicios que le son consiguientes. Esta es una pintura de Guatemala, donde la mendicidad es hija legitima de las expresadas causas, fijas y constantes, fuera de otras que son accidentales. nuestras puertas llegan frecuentemente hombres robustos, ninguno de los cuales deja de saber algún oficio.
No piden limosna, piden trabajo en qué ejercitarse, y con qué mantener una familia expuesta a perecer o a perderse. Cuál será el rico en nido que niegue su socorro a estos infelices, aun en la duda de si imploran o no de vicio? Por que es evidente que no todos los que aman el trabajo pueden dedicarse a él: no hay ninguna proporción entre los operarios y los consumos: un maestro, el dia que no tiene que hacer, cierra el obrador y despide a sus oficiales. qué harán éstos ese día, ganando en los demás un jornal que no les permite ningún ahorro. Si cada comunidad mantuviese a sus pobres, sin ser éstos onerosos a ninguna, se evitaría la mendicidad transeunte.
Mas para esto, era necesario que sus causas fueran de tal modo locales, que tuviesen su origen único en aquella comunidad a cuyo cargo debiera estar el remedio. Por el contrario, sucede que las causas están en las ciudades, y sus efectos se sienten en los campos. Ya se ha dicho que una de ellas y tal vez la primera, son los grandes propietarios, los cuales por lo común no viven en sus haciendas. cuántas familias de arrendatarios ha dejado perecer un gran señor? sin contarse los dolorosos efectos del despotismo feudal en cuanto a la opresión y vejaciones de todo género, el principal daño está siempre en pie, que es el trabajar centenares de hombres para la comodidad de uno solo, el cual disfruta de todos los regalos de la vida, mientras ellos no tienen que comer. De aquí resulta que ni la agricultura ni la industr a florezcan. Nunca las manos mercenarias, los espíritus abatides, ni los cuerpos desmalazados y flojos de jornaleros hambrientos, las han hecho prosperar. Muchos de ellos se cansan de un trabajo que no les da un premio correspondiente y le abandonan; en un año menos abundante los campos se despueblan, y la turbamulta de los necesitados corre en tropel a las poblaciones grandes a arrancar el sustento que de justicia se les debe, y a arrancarle de aquellos mismos que son los primeros causantes de su miseria. En estas lastimosas circunstancias las costumbres se degeneran, se contrae el hábito de vaguear, y el que un día se hizo mendigo por necesidad, lo sigue haciendo por vicio.
esta misma cuestión. Cuáles son los medios de destruir la mendiguez y de hacer útiles a los pobres robustos? No dar limosnas y destruir los hospitales, dijo el abate Montliner, y su Memoria fué premiada. Una paradoja semejante en su rigor no puede sostenerse; pero el premio adjudicado al autor comprueba por lo menos que la opinión públ. ca ha decaído mucho sobre la utilidad de estos establecimientos piadosos. En contra de los hospicios se reune en la Memoria del Dr. Goicoechea cuanto se ha dicho y puede decirse: que multiplican los mendigos en vez de disminuirlos: que son contrar os a la salud pública y a la moral: que son injustos e humanos: que perjudican a la población y a la industria, etc. Todo esto está bien sólidamente demostrado, a pesar de que el autor protesta que su intento no es absolutamente impugnar los hospicios, sino buscar remedio a los inconvenientes que ellos ofrecen. En cuanto a los hospitales, copiaremos lo que se dice en un libro útil, que tiene la felicidad de ser superior a la esfera de los traductores de baratillo, y que por esto sin duda no se ha vulgarizado; pero que entre tantos fútiles y despreciables que salen todos los días en idioma genízaro y mlestizo, debiera traducirse por quien le conservara todo su valor, con a la Historia Natural de Buffon, ya que por desgracia no tenemos otra mejor en nuestra lengua sobre el mismo asunto. Nada diremos nosotros en contra de estos piadosos establecimientos. El espiritu que los ha erigido es sublime, es emanado de la misma Divinidad. Si ellos son un mal, son un mal inevitable, especialmente los hospitales en las poblaciones grandes. Pero lo cierto es que donde el pueblo los mira con repugnancia o con aversión, en donde el jornalero no quiere ser llevado al hospital sino en el último recurso, costándole rubor y vergüenza el no tener con qué asistirse en su casa; allí hay más amor al trabajo, allí hay menos ociosidad, dedicándose todos y afanándose para ganar no sólo lo preciso, sino algún sobrante con que recurrir a los accidentes fortuitos. El oficial suda y se ingenia aun en los ratos de huelga: la mujer es hacendosa y por ningún lugar se da entrada a los vicios que perturban el orden doméstico. Hemos dicho cuales son las principales causas de la mendicidad en Guatemala y basta haberlas indicado para conocer cuáles son los medios eficaces y seguros de removerlas. Poner los consumos en proporción con el número de operarios, si se quiere que no haya muchos de éstos ociosos, porque es imposible que deje de haberlos y cada vez habrá más, si creciendo la poblac on no se aumentan los medios de subsistir. esto se dirigen los desvelos de la Real Sociedad, dando fomento a los ramos de industria establecidos y procurando introducir otros nuevos. esto deben dirigirse los del Real Consulado para proporcionar la salida y el consumo de las manufacturas que se elaboran en el reino, y de las producciones agrarias, propias de sus climas, que pueden beneficiarse. Pero como estos medios, aunque con el tiempo surtirán todo su efecto, son lentos de por sí, y no pueden por de pronto acudir al remedio lel mal, en esta Memoria se proponen arbitrios fáciles y hacederos para ocurrir al mantenimiento de los verdaderos pobres, evitando los perjuicios que causa la mala distribución de la limosna. Exhortamos a nuestros lectores a que mediten sobre la estimación que merecen la solidez de sus pensamientos, los conocimientos prácticos de su autor y el patriotismo con que está escrita.
Por último, refiriéndose La Gaceta a la misma Memoria sobre la mendicidad, insiste en la necesidad de curar ésta no por los establecimientos de beneficencia sino por la radical mejora de los medios de trabajo.
In angello cum libello Kempis. En un rinconcito, con un librito, un buen cigarro y una copa de Anis Imperial Concretándose al espectáculo de los inendigos dice en otra parte: suave. delicioso. sin igual FABRICA NAIONAL DE LIORES San José, Costa Rica Hubo un tiempo en que a la pregunta ¿cuáles son los medios de destruir la mendicidad. se respondía sin detenerse: los Hospicios. La Sociedad de Soissons en 1779, ofreció un premio sobre Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica