REPERTORIO AMERICANO 93 en esas calles empinadas de la antigua Ginebra, en casa de un librero bibliófilo. Comi los huéspedes del antiguo Coppet, es admirador vitalicio de su paisana. Impreso en Londres, fechado en 1813. Casi todas las obras de la ilustre desterrada se imprimían entonces sucesivamente en capitales difererentes. Lleva mi ejemplar las armas de lady Mary Deerhusi: dos esbeltos corceles de flor en la boca sosteniendo un escudo nobiliario que se resume en esta divisa francesa: Faire sans dire.
Admiremos una vez como se divierte la casualidad. Hacer sin decir. cual frase heráldica sienta menos en un libro de la alborotada mujer que lo dijo todo a borbotones y vivió condenada a la celebridad. como ella misma decía, sin poder despojarse nunca de su egotismo vistoso. He escrito confesaba ella en el mencionado libro para persuadirme a mí mismsa. pero en realidad es para seguir miran.
dose al espejo ustorio de su alma. Arde el amor como un mediodía tropical, como una carta de la religiosa portuguesa entre esas páginas que ella quiso redactar fria y teóricamente en el lenguaje de las máximas. Cuánto no daríamos por no haber amado nunca, por habernos conservado ajenos a ese sentimiento desvastador que, semejante al viento quemante de Africa, reseca la flor, abate su tierno tallo que debia crecer y dominar! Gloria, ambición, fanatismo, nuestro entusiasmo tiene intervalos; sólo el amor nos embriaga a cada instante, y nada nos fatiga de amar. porque el amor es la única pasión de las mujeres; tan mal les sientan la ambición, el apetito mismo de gloria, que con razón quedan estas aficiones res.
tringidas a unas cuantas. El amor es la historia de la vida de las mujeres; es un episodio únicamente en la de los hombres. Pobre Germana! Ni los delirios verba les de su primer maestro, Juan Jacobo, nos conmueven tanto como su teoría de la pa.
sión. Hallamos harta retórica en el llanto de la nueva Heloísa, y nos estorba a ratos en Rousseau la hipocresía de la gloria. Es.
taba siempre atento al rumor de Europa y.
de sus adversarios, el ginebrino enfurruñado y esquivo que sólo parecía buscar ermitas y soledades. En Coppet, por el contrario. la gran europea. como se la llamaría hoy, no le hace ascos a la gloria terrestre. Ni a casa de Hugo más tarde acuden mayo.
res emisarios de la adhesión universal. Su vanidad puede estar satisfecha. Con mucho menos, Amiel hubiera perdonado al destino que lo condenó a la oscuridad. Sí, a todos los hombres suele divertirles este triste sucedáneo de la ventura humana que se llama la celebridad. Dicen desdeñarla y se enfadan si un cronista aturdido olvidó sus nombres en la nomenclatura de un entierro.
Pero en cambio a esta mujer, muy mujer, no la engañan apariencias. su lindo parque el mismo que recorro en estos mo mentos. acude el mundo a decirle primo res y lindezas. Rodeada y adulada, con su lira aparatosa sus turbantes de turca, sus reyes de quita y pon, la señora de Stael no se deja engañar por el cumplido universal.
Dolorosamente lúcida, sabe ya que todo es nada si el fervor de un alma gemela nos hace falta. Por su fama y su voluntad, se impone a los hombres débiles, pero ¿dónde está ese gran amor compartido, sin el cual la vida no vale la pena de ser vivida? su estado de alma puede reducirse a biblico proverbio, a filosofía de copla o de seguidilla. Cólera y pena los diría mejor una guitarra que la suntuosa lira de Coppet: un símbolo puesto que reune las con en cuanto a la naturaleza y a las cosas, diciones que ha de alcanzar el arte, y este es el aspecto en que con más cuando se trata de un monumento: propiedad se afirma la obra de Zúñiga.
cumplir cometidos, ejercer influencia, El bloque, la masa que son en esculser sugestión, sabia lección, ejemplo. tura los elementos vivos y fuertes, se Cuando, un país como el nuestro, está han transfigurado sin perderse hasta alpasando por la vergüenza de perder canzar la más fina ternura que puede 172 niños por cada mil que nacen, mien dar lo humano, y esto sin recurrir a la tras los Estados Unidos pierden sólo 65 pose dramática, al beso o al ademán de en esos mismos mil, debe pensar que su la madre que amamanta, sin contraer tipo dilecto de maternidad tiene que miembros ni facciones para alcanzar andar inuy mal y que no es a ése, preefectos de expresión decadentes. Se cisamente, al que ha de hacérsele estatrata sólo de la madre que ha de serlo tua, puesto que se trata de una cuestión eminentemente social que debe en condición natural, normal, armónipreocupar a todos, pero, muy especialca. que no ha sido deformada por tenmente, a las madres que lo son de ver dencias equívocas ni realidades injusdad.
tas. Lleva junto a sí al niño y lo proComo dijimos al comenzar, esta idea teje con su cuerpo y su regazo, como de que las madres tengan estatua.
están los pajaritos en sus nidos o las es una idea como cualquier otra. Pero al semillas en las celdas que les ofrece el elegir la que ha de colocarse ante la fruto. Es en suma, exaltación serena vista de todos, mediante un libre conde vida en todos sus aspectos, como curso, es una dicha que se haya esco urge ya que sean las madres de una gido una obra de arte y que la tal obra nación que pierde anualmente en el corresponda a un artista nuestro. En crecido número de los niños que muesu sentido estricto, crear obras de arte ren la riqueza mayor que tienen los es realizar un trabajo de dignificación, pueblos.
Visita a Madame. Viene de la página 88)
Coppet un público homogéneo para escuchar pira versos de amor y escucha piropos inmelodías de Racine y admirar a Corina. Los ternacionales. Stendhal, que estuvo de tranmas parciales retratos de sus coeta neos, las sito en Ginebra, nos cuenta que el último más calurosas efusiones de amistad no lo otoño ccurrió aquí la reunión mas asomgran, um embargo, enganarnos. La señora brosa de los Estados Generales de la opide Stael nunca tuvo prestancia física, ni nion europea. Ni Voltaire ha conocido glocuando joven esposa del embajador de Sue ria semejante. Residen orillas del lago en Faris intrigaba en sus salones de la Leman las seiscientas personas más distin.
calle de Bag Cuando madame Vigée Leguidas de Europa; el ingenio, la riqueza, los brun la retrata en Coppet casi hermosa, con mas grandes títulos, todo esto viene a bus serafica expresión de portalira, su simpatia car el placer en los salones de la mujer no llega hasta pintarla delgada. Corina es.
ilustre tá allí como en éxtasis, escuchando el vien Miro en torno mio para evocar tal conto que baja de una ruina llustre al valle de junción de soinbras, y trato de adivinar en los hombres y va a resonar en su icstru la partitura abierta, en la carta del escamento.
parate, ante el espejo donde solía Corina Nos reímos hoy, pero no se rieron los amarrarse el turbante, los secretos palpitanhoinbres de su tiempo. Aqui, en su lindo tes de esta alma de fuego. como la llamó castillo, donde estamos palpando los extraLamartine. Tal vez su secreto, como el de nos turbantes que ella cenia a la cabeza y tantas otras mujeres, se redujo a la apun.
descifrando los manuscritos de sus libros, tada fatalidad de no haber nacido hermosa vivió un séquito casi extravagante de afi. Ay, infeliz de la que nace fea. debiéraliados que difundieron su gloria.
mos decir corrigiendo apenas el verso famo Coppet. dice el señor Kohler, a quien So. Infeliz es la mujer de talento fulgurandebemos una linda monografía sobre la se te cuando comprende que nada suple esa esñora de Stael es, entonces, La Sociedad pléndida injusticia del destino, esa donación de las Naciones en miniatura y en espeteologal, esa inmediata evidencia que es la ranza. Alemanes, franceses, griegos, suizos, belleza física. Amoríos, admiradores de su rusos, polacos; principes, poetas, filósofos, talento, snobs quizá ya los había antes lindos barbianes como el señor Rocca, que que los definiera Thakeray, sí los tuvo a fué su marido tardio, o el suizo tunante que porfía la señora Stael en su alcoba misma.
compartió la luna de miel en la Italia reco Pero ella ha escrito la frase casi intraducrrida a marchas forzadas. Conviven o pasar tible sobre la gloria que es el pis ailer aquí algunas temporadas José Bonaparte, de la felicidad. Resígnese a la gloria quien ex rey de España; el principe Augusto, So no puede ser feliz y acepte esta falsificabrino lel gran Federico de Prusia; el aba ción, este triste sucedáneo de la ventura te Raynal, amigo de nuestra independencia quien con los oropeles se contenta.
americana; lord Byron, en plena juventud como para explicarnos de peregrina maarcangelica; Chaeaubriand, que ya perse nera que ella no se contaba en ese número, guía a Julieta; Schiegel, de quien se ha burescribió una de sus más singulares y descolado Heine tan sabrosamente; Benjamín Cons nocidas obras. Sus otros libros, De Alematant, que simula su primer suicidio para nia. Corina. son universalmente comentaexaltar el amor de Corina, mientras la voz dos y traducidos. El maestro de literatura del duque de Montmorency, huésped y facomparada, Paul Hazard, me confirmó ultivorito de la castellana, grita a los criados: mamente que en Francia y en el mundo la Tírenlo por la ventana!
tino el conociniiento de la Alemania románAquí so vive fraternal y tumultuosamente, tica se debe a aquel ensayo magistral de la representando tragedias clásicas. Racine o viajera, escrito en volandas como un reporVoltaire. para divertir a los invitados y tero genial. En cambio, es libro raro éste a los lugareños del pueblecito que van de que trata Del influjo de las pasiones sobre asombro en asombro. La más linda mujer la felicidad de los individuos y las naciones de Europa a la sazón, Julieta Recamier, sus He tenido la fortuna de hallar un ejemplar a cia En el fuego en que me abraso te quisiera ver arder, para que sepas, ingrato.
lo que cuesta un buen querer.
En mérifos no fundo mi confianza que amor no es de justicia sino de gracia.
Ginebra, 1934. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica