178 REPERTORIO AMERICANO caso.
yo, como periodista, merezco una re tiempo le volvimos a columbrar, que baja.
descendía, apareciendo sucesivamente Entendido admitió el librero. del tamaño de pájaro, de gato, de perro. Permítame que le diga también que de niño, y, por fin, tal como era, viniensoy autor de varias novelas y que, como do a quedar sobre el suelo, donde contiescritor, merezco cierta bonificación. nuó trabajando, es decir, taladrando ro Perfectamente.
ca, corno si no hubiera ocurrido nada. Debo decirle también que soy ac Aquí veis bien un magnífico ejemplo de cionista de la casa y, de acuerdo con los perseverancia estatutos, tengo un descuento del diez en esto está, amiguitos míos, el sepor ciento sobre las compras.
creto del buen éxito, como es el caso Ni más. ni menos.
del pobre pero honrado obrero del cerro Finalmente. Me presentaré a usde Holliday. Por supuesto, vuestra perted. Soy Mark Twain. Téngal er severancia en el trabajo no siempre secuenta al hacerme la facturita.
rá apreciada por quien debiera serlo. Con toda admiración, maestro! No lo que para el obrero de que os he Entonces. Cuánto le debo? hablado. Cuando el capataz, hombre Absolutamente nada, caballero duro, procedió a pagarle en la tarde del concluyó el librero. Yo soy quien le sábado, le desconto de su jornal lo codebo un dólar. Quiere usted pasar rrespondiente a los quince minutos que a la caja a recogerlo?
había estado en el aire.
Un día, para comprobar si sus lecto Otra vez sucedió que una pobre neres prestaban atención a lo que escribía, gra, vieja ya, cayó sobre la lumbre y metió en uno de sus artículos la si pereció abrasada. El amo de la negra, guiente frase: En el azul firmamento vecino de Mark Twain, acudió a éste se cernia un solitario esofago. En se muy acongojado, diciéndole. Sabe usguida una joven lectora le escribió ex ted lo ocurrido. Nuestra pobre Brigitrañándose de que hubiera tomado el da, tantos años sirviendo en casa y moesófago por un ave, y Mark Twain le rir asada viva. Si usted nos escribiese contestó: El esófago es quizá el ave un epitafio digno de su muerte! Mark más rara que vuela. El diccionario que Twain tomó la pluma y escribió: Sirrrá hacerte creer que el esofago no es vienta leal y honrada, siempre con la ave ni mucho menos, pero no le hagas carne bien asada.
Yo he visto volar bandadas de Como orador de las sobremesas, pamillones de esófagos.
pel inevitable en Norteamérica, hay que Hallábase en cierta ocasión Mark recordar el discurso que pronunció en Twain presenciando una plática religio un banquete dado por el Lotos Club, el sa en una escuela dominical de Hanni 17 de marzo de 1909, en honor de Anbal, Estado de Missouri, dirigida a ni drés Carnegie. aquel discurso perteños de ambos sexos. Tomó la palabra necen los párrafos siguientes: y les dió estas explicaciones. Yo, señores, me voy pareciendo algo Ahora, queridos amiguitos, voy a a un viejo que en otros tiempos conocí, referiros un sucedido que nos demos y el cual, en ocasiones como ésta, acostrará lo que vale la perseverancia, es tumbraba a comenzar su peroración redecir, la constancia en el trabajo. Cuan latando una anécdota acerca de su abuedo yo era pequeñuelo, aquí, en Hanni lo. El hombre tenía muy mala memoria, bal, acostumbraba ir a jugar al cerro de y nunca concluía el cuento, porque Holliday, que todos vosotros, por su siempre, sin saber cómo, se desviaba hapuesto, conocéis muy bien. Juan Briggs cia otro asunto. Solía empezar refiriensolía ir al lugar conmigo. Supongo que do que su abuelo fué un día a un prado no habrá entre vosotros niños tan bue donde había un carnero formidable, un nos como los que había entonces, por magnífico morueco. Al buen viejo se le que siempre todo lo de los tiempos pa cayó en la hierba una monedita de plasados fué mejor. Pero esto no hace ta de diez centavos, y al notarlo se deahora al caso. Ello es que un día esta tuvo y se inclinó para recogerla. El moban haciendo barrenamientos en el ce rueco le estaba observando, y tomó la rro de Holliday para volar rocas que actitud del individuo como una invitaestorbaban, y un obrero practicaba muy ción para proceder como a un carnero laboriosamente un taladro para prepa corresponde. Pero en aquel mismo morar uno de los barrenos. El hombre tra mento el orador, mi amigo, se acordó bajó y trabajó con empeño hasta hacer de que su abuelo tenía una sobrina con un agujero de profundidad suficiente; un ojo de cristal, y pasó a referirnos después colocó la pólvora y atacó ésta, que la tal sobrina acostumbraba a presprimero con cuidado, después con más tar el ojo a una amiga suya en los días fuerza, y tanto llegó a atacar, que el que ésta tenía destinados a recibir visibarreno estalló, lanzando por los aires tas. Mas el ojo aquel no se ajustaba los pedazos de roca y al obrero que so bien a la cuenca de la amiga, quedaba bre ella trabajaba. Juan Briggs y yo, flojo, y cada vez que la mujer parpadesde lejos, lo vimos remontarse a las deaba, el globo de cristal se volvía del alturas, y parecía como que iba dismi revés. Atento el auditorio a saber en nuyendo de tamaño: primero abultaba qué paraba aquello, sucedió que al macomo un niño; luego, como un perro: nifestar el orador que la dueña del ojo después, como un gato; en seguida, co tenía otro tío, llamado Reginaldo Wilmo un pájaro, y por último dejamos de son, interrumpió su peroración dicienverlo. Pero Juan Briggs y yo seguimos do: a propósito de este Reginaldo, mirando al cielo por la parte en que oigan ustedes lo que le ocurrió: entró había desaparecido, y al cabo de algún un día en una gran fábrica de alfombras, se distrajo, y lo enganchó una de las correas sin fin de la maquinaria.
Arrastrado por la correa recorrió toda la fábrica, hasta que su cuerpo quedó reducido a menudas trizas, y éstas, debidamente distribuídas y entretejidas, en una magnífica pieza de alfombra de triple espesor y de sesenta y nueve metros de largo. Su esposa compró la alfombra, la inhumó con todo respeto e hizo erigir sobre el lugar un monumento con esta inscripción: la sacra memoria de los sesenta y nueve metros de alfombra que contiene los restos mortales de Reginaldo Wilson. Imitad su ejemplo! el orador continuó hablando acerca de su abuelo, pero sin que se llegase a saber si encontró o no la moneda de plata. etc. etc.
He insistido sobre las anécdotas de Mark Twain porque su literatura es particularmente anecdótica y tiene ese tono frívolo y pasatempista de la anécdota.
Su cbra no es un libro ni muchos libros, sino una entonación desenfadada, Lo importante en él es que reaccionó contra la moral convencional, y en sus frases zumbonas hay algo apotegmático contra los caletres obsesionados y macizos.
Mezcla de anecdotismo y grandes frases al revés es su obra. Volvamos a oir algunas de sus frases: En la duda, decid la verdad. El hombre es el único ser que se ruboriza o que, por lo menos, necesita ruborizarse. El ruido no prueba nada; muchas veces la gallina que acaba de poner un huevo cacarea como si hubiese puesto un asteroi.
de. Ser bueno es noble, pero enseñar a los demás a ser buenos es más noble aun. y más fácil.
Representa el humorismo norteamericano optimista, reborondo, pelicular.
Le faltó lo que tuvo Poe para ser cumbre intelectual del pensamiento: el contraste de lo verdaderamente trágico, sin que por eso el sarcasmo tuviese que dejar de ser menos verdadero.
Los humorismos son distintos y no hay que creer que vienen de Inglaterra, aunque la palabra escogida venga de allí. El humorismo supremo es el de Cervantes, que no deja saber en su Quijote cuándo propugna la comicidad o la sublimidad de su héroe, comprometiéndole en lo grotesco y en lo dramático.
Aceptamos del lenguaje de los puertos una palabra que sustituyese el apelativo de tragicomicos que éramos.
El humorista español que reía ha seuido el aire de Mark Twain, que Camba, dijo en una ocasión: Hay una gran diferencia entre el humorista español y el humorista yanqui.
El yanqui hace humorismo para ganar dinero, mientras que el español lo hace para consolarse de no tenerlo.
No es esta diferencia circunstancial la que separa un humorismo de otro, sino abismos profundos.
Pero el caso es que este centenariado joven se ha reído del mundo con risas claras, que le han puesto en camino de ser más serio, pero con la verdadera seriedad, no con la seriedad del burro. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica