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REPERTORIO AMERICANO 83 Un nuevo académico español: Baroja en Itzea Por CORPUS BARGA De La Nación. Buenos Aires, Rep. Arg. Pío Baroja (Visto por Bagaria)
La elección de Pío Baroja para ocupar un sillón en la Academia de la Lengua ha sido considerada, por unos, como el indicio de que con la República algo había cambiado en la docta corporación, mientras que otros han aplicado al escritor los tópicos correspondientes al caso del literato antiacadémico que entra en la Academia, es decir al caso académico más frecuente. una recepción académica, en Francia, el país académico por excelencia, parece que le falta algo si no se halla sazonada con el picante academicismo de que el nuevo académico tenga que sortear la palinodia.
Ningún gran escritor antiacadémico ha dejado por este anti de ser nombrado académico, como ningún político de la extrema. derecha o izquierda. ha dejado de ser clegido diputado por ser antiparlamentario. no porque los escritores antiacadémicos vayan a la Academia a transformarla o porque se transformen al entrar en ella, sino porque la Academia es un iugar común social; su función parece no tanto función como representación y consiste en reunir a las personalidades representativas de la sociedad. No sirve de laboratorio y sí de reunión, de salón que podría, en efecto, renovarse. Si no se renueva no es porque a veces elija antes que a un literato a un mariscal o a un obispo. Eselecciones encajan perfectamente dentro de su propósito social de reunir a los representantes de las clases, y no sólo a los mejores literatos. Pero tampoco se ha de renovar porque entren escritores antiacadémicos. La renovación consistiría en que entraran, como los mariscales del ejército, los grandes capitanes de la industria, los secretarios de Estado, de las corporaciones y de los sindicatos y los ases de los deportes En España, un gran torero debiera en trar en la Academia.
El caso de Pío Baroja es muy sencillo, como todo lo que se refiere a este gran escritor. Se trata del literato más independiente que pueda haber.
Debe, incluso, señalarse, como limitación suva, que no sabe ser sino independiente.
Hasta la independencia que parece lo infinito llega a constituir una limitación de la personalidad. Pío Baroja es el la ciudad guerrillero; es en la lucha de la ciudad y el campo, el guerrillero enclavado y emboscado. No se sabe si resulta en él la ciudad prisionera del campo o el campo prisionero de la ciudad.
El caserío vasco, vagabundo paralítico, no se mueve del monte; pero es muy voluble, parece que la añoranza del vagabunclaje varía continuamente su capresión; a veces, dura con el verde y el sol, o colérica y sombría con el vendaval; a veces, lírica, con el crepúsculo y la columna de humo, o maliciosa y riente con las luces chinescas de la noche, detrás de las cortinas de hojarasca, en la boca de los balcones corridos.
Los instintos de Pío Baroja, instintos de vagabundo, son también paralíticos, no se mueven del campo literario y sufren con violencia las ráfagas de colera o alegría que les depara el tiempo.
Quién sabe si en Pío Baroja sucumbe el sentido social a manos de los instintos errabundos, o si, al contrario, éstos son las flores selváticas de una gran sensibilidad malograda en la sociedad de los hombres.
En la literatura de Baroja hay siempre algo que se escapa, huye, inaprehensible.
Pío Baroja ve España, en cierta manera, como un literato francés. No ha sido nunca francófilo; pero no puede negar que es un afrancesado de los buenos tienpos. Es el escritor español que vive a menos kilómetros de la frontera de Francia. Itzea está en la punta norte de Alzate, y Alzate es el barrio de vanguardia, en la carretera de Francia, de un pueblo navarro fronterizo: Vera del Bidasoa.
Itzea es una casona con su huerto, sus escudos y su veleta. Encarada ante los montes, ve a sus plantas la cinta de una carretera que ha sido para España uno de los caminos del mundo.
Al borde de este camino vive medio año Pío Baroja paseando por amplias salas amuebladas con arcas y sillones antiguos, un museo, del siglo xix españolreunido en memoria del gran aventurero Aviraneta y una biblioteca en el horizonte de cuyos estantes se divisa el panorama intelectual del buen europeo.
Madrid, setiembre de 1934.
tes literato que jamás ha pedido para sí nada a nadie. En un país de no muchos recursos sociales, los escritores que no obtienen directa o indirectamente favores (por otra parte lícitos. de la política, son muy raros. Pío Baroja podía haber sido con la República y antes de la República, diputado, embajador o cualquier cosa por el estilo. Alguna vez en los tiempos de la Monarquía fué candidato republicano a diputado o concejal. Porque se lo propusieron. Ahora le han propuesto ser académico y ha aceptado lo mismo. Es el escritor más independiente y menos pedante. No tiene ni ia pedantería moral. Irá a la Academia como iba a los mitines de propaganda electoral, para decir lo que le parezca, sin someterse a ninguna otra consideración Por esto en las elecciones políticas no le eligieron. La Academia, más sabia, elige de antemano.
Se habla después.
Pío Baroja es como uno de los caseríos de su país Vasco, un desmandade de la ciudad, de la ciudad o república de las letras. Un caserío vasco es la ciudad individualizada; en Pío Baroja se ha individualizado la repúbica de las letras más que en ningún otro escritor, y cuando él ha hablado de esta antigua república ha venido a decir: El Estado soy yo. y no lo ha dicho por no repetir una frase hecha.
El Estado literario de Pío Baroja no resulta dogmático sino arbitrario. Pio Baroja no tiene el pragmatismo de la ley sino la pragmática de los instintos y tiene los suyos reducidos al campo de la literatura donde acecha como un guerrillero dispuesto a la escapada y la agresión. El caserío vasco es también OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario HA APARECIDO ¿A DONDE VA LA MUJER?
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