168 REPERTORIO AMERICANO Iniciación en la angustia (En torno a Sören Kierkegaard)
Por ANGEL VASSALLO. De La Nación. Buenos Aires más se hunde por sí y ante sí en ei abismo de la consciencia del pecado.
De ese abismo lo saca la libertad o certeza. No ya que llegando al cabo de la culpa ésta se transforme o pase a ser libertad o certeza. No. Así como con la angustia y dentro de ella sobreviene la culpa súbitamente así también, mediante idéntico salto. irrumpe la libertad o certeza. Qué es certeza o intimidad? Nombrémosia de otra manera: es gravedad. la cual, a su vez, tampoco puede entrar en una definición precisa. Pues lo que cada cual debe entender de un modo esencialmente distinto o ha entendido y llegado a amar de otro modo, no puede recogerse en forma de definición, sin que fácilmente se convierta en una cosa extraña, en otra cosa. Gravedad es aquello que Macbeth tiene consciencia de haber perdido después de haber asesinado al rey, y que expresa en palabras que sobrecogen de espanto. Desde ahora ya no hay gravedad en la vida, Todo es frivolidad, ha muerto la gloria y la gracia.
El vino de la vida está apurado.
Sören Kjerkegaard Cuanto más hondamente se angustia tanto más grande es el hombre (1. Yo quisiera despertar el sentido yacente en esta sentencia del grave y verídico Kierkegaard. Verídico, digo, no ya porque Kierkcgaard fuera decidor de verdad u hombre de fiar que también lo fué, y grande, sino por esta otra razón más válida: que su pudor esencial no le toleró vivir por debajo de su verdad, porque quiso denodadamente tan sólo su ser verdadero. y fuera de él, nada. Porque la verdad y quizá la altura de los tiempos exija de nosotros esta convicción explícita no es una cosa, ni una relación que entablamos con cosa alguna; algo que nos pertenezca y pueda dejar de pertenecernos, como pertenece el espectáculo a un espectador. La verdad y el ser verídico insinúo son una y misma cosa: un no caducable modo de existir. Una verdad así nada quiere tener que ver ¿fría delimitación de fronteras o jerárquico apartamiento? con la sedicente verdad científica ni con forma alguna de erudición filistea útiles noticias cuando no mera fruición de la curiosidad. la zaga de Kierkegaard, siguiéndole ya de cerca, ya de lejos, pasemos ahora a ensayar un abreviado esquema de la angustia, camino y cifra en que irrumpe aquella revelación. Pues es una aventura que todos tienen que coésta deaprender a angustiarse. quien ha aprendido a angustiarse en debida forma, ha aprendido lo más alto que cabe aprender.
Angustiarse no es lo mismo que tener miedo. Se tiene miedo de esto o aque.
llo; en general, de un qué determinado. Aquel que padece angustia, en cambio. de qué se angustia. De nada. el lenguaje usual dice, en efecto, exactamente: angustiarse de nada. Si fuera necesario atribuir un objeto a la angustia, debería decirse que el objeto de la angustia es la nada, una específica nada que sólo angustiar sabe. ΕΙ miedo versa (o recae) sobre esto o aquello; la angustia conmueve y quebranta (desde adentro) la raíz de la existencia, y se cierne sobre todo lo que expone al ente en fuga en su totalidad. Heidegger. Siendo como es, la angustia es la estructura de la posibilidad, y ved por qué. Si la angustia es disconformidad total, un rechazo alejador (M. Heidegger) de todo lo que es, ello quiere decir que el ser que se angustia puede pasar adelante con relación a su ser inmediato, inmenso y perdido en la ajustada finitud de su mundo. Precisamente porque puede porque puede aquello que ahora no es del todo se angustia, y la angustia. esta impertinente inquietud (Hamann) es reveladora de Trer rey Lear: esa posibilidad. Un animal no se angustia: vive ajustado a su contorno. Un dios. sea griego o de otra parte tampoco; vive ajustado a su divinidad con excepción acaso de uno solo, el dios más verídico, porque fué demasiado humano, y cuya angustia visitó la raíz de la existencia, y nos reveló el ser insondable de la culpa y la firmeza angustiosa de la salvación en la verdad de la fe. Aquello de que la angustia es la posibilidad tiene en Kierkegaard muchos nombres; aquí fijaremos los de certeza e intimidad. Ensayemos ver cómo, partiendo de la angustia, se llega a la certeza, que quiere decir verdad.
Con la angustia sobrevienen la culpa y la libertad aquí certeza. El ser que se angusia se siente culpable intento aclarar: desoladamente finito. No se trata de una culpa que pueda llegar a conocerse por analogía con sentencias policíacas o jurídico penales. Lo opuesto a una ta culpa sería algo de lo más ridículo y miserable del mundo: tornarse un modelo de virtudes, un poco mejor que como lo son las demás gentes, pero todavía no tanto como el párroco. La consciencia de la culpa, objeto de la angustia, conduce a constituírse en infinitamente culpable. Aquí, por lo tanto, el objeto de la angustia es el ser mismo que se angustia, el cual, al volverse hacia sí mismo, descubre la culpa. tanto más grande es cuanto Que sea gravedad acaso pueda inferirse mejor de su privación. Tan pronto falta la gravedad certeza o intimidad, el hombre se hace perecedero. ha perdido su ser verídico, que vale tanto como su realidad. Aquél que ha perdido la gravedad ya puede dirigir contra sí mismo las palabras del demente Oh, tú, destrozada obra maestra de la creación. Ahora la existencia grave descubre todo el tamaño del salto que la separa de la culpa, del no ser de la finitud. Aquí son el horror y la angustia de la culpa. La culpa es la desnuda finitud, la existencia perdida en el momento. la temporalidad olvidada de la eternidad. La gravedad podríamos definirla ahora como la determinación de lo eterno en un ser hu.
mano. Lo eterno, aquí, no es un concepto que se predica del hombre. La existencia humana, en cuanto es gravedad, es ella misma hoy concreta eternidad pregunto. hay acaso alguna otra eternidad a la que una existencia no degenerada encuriosidad pueda atribuir un sentido?
Esta certeza, esta intimidad, esta gravedad y eternidad tienen también otro nombre: subjetividad. Subjetividad antiprotagoneana pues se apacienta de tamaña solidez. ante la que se hace sombra y humo el prestigio de cualquier objetividad Presentes estos supuestos, podemos acceder al sentido y mandamiento del imperativo: seamos subjetivos; la subjetividad es la verdad. Como si dijera: la verdad y el ser verídico son una y misma cosa: un no caducable modo de existir.
la senioren Kierkegaard Belconcepto desentada hacia LA Agencia General de Publicidad de Eugenio el problema dogmático del pecado original. Traducción. de José Gaos. Madrid. Revista de Occidente. 1930. una suscrición al Repertorio. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica