REPERTORIO AMERICANO 151 no es médico aparezca como si lo fuera; pueden darle permiso para matar, mas no pueden darle el poder de sanar, no pueden hacerlo médico verdadero si él no lo es en sí El verdadero médico no se jacta de su habilidad, ni alaba sus medicinas, ni procura monopolizar el derecho de explotar al enfermo, pues sabe que la obra ha de alabar al maestro y no el maestro a la obra. El que no ha nacido para médico, nunca tendrá éxito. El médico debe ser leal y caritativo. El que se ama a si mismo y a su bolsillo, hará muy poco bien a los enfermos. El conocer las experiencias obtenidas por los demás. y esto es lo que se puede conseguir en la Universidad es útil para un médico, pero todo el saber de los libros no puede hacer médico a un hombre a menos que él lo sea por naturaleza. Mutato nomine. se nos ocurre que aquel que tiene el poder de servir a la humanidad en la promulgación, estudio, defensa o aplicación de las verdades y principios eternos del Derecho, será abogado, jurista o jurisconsulto. No importa el nombre. El hábito no hace al monje. No cabe duda que la Universidad no puede crear jurisconsultos como no crea filósofos o poetas una academia o un colegio. Al que es jurisconsulto, filósofo o poeta, en sí, la Universidad le da la oportunidad de ponerse en contacto con la experiencia de los siglos en su respectiva línea de investigación o arte, y le permite dar así al mundo la nota tónica de su genio, de su arte o de su personalidad. aquel que no trae en sí la armonía, la belleza y la nobleza de carácter fundamentales para interpretar la vida en su aspecto jurídico, y el poder de sanar las enfermedades del cuerpo social, la Universidad sólo puede conferirle el privilegio de un diploma, que acredita el hecho de haber terminado un cierto curso de estudios, y hacer que aparezca abogado como si lo fuera.
Puede darle patente de corso como socarronamente decía un togado de nuestra cofradía, pero no puede hacerlo abogado, si no lo es en sí. esto, desgraciadamente, no lo quieren comprender algunos de nuestros seudojurisconsultos, tal vez de los que creen que el apelativo de doctor les sienta mejor que Licenciado. como el niño que pedía a su padre que le cambiara el nombre a la cuchilla, por el de hacha, para que cortara más y mejor.
El verdadero abogado es humilde como los sabios; grande de corazón; vive una vida de perfecta devoción al servicio altruista de sus semejantes; no se jacta de su habilidad; rehuye la pompa, la publicidad y las vanidades fatuas encarnadas en la mediocridad circundante; sirve con amor y devoción; brinda su talento y su corazón a la causa de la Justicia, como un Apóstol; no alaba, ni se enfatúa de sus éxitos que son el resultado del ejercicio de su profesión como un sacerdocio; no trata de monopolizar la explotación de su cliente y sabe de sobra que su obra ha de ser perdurable y alabará al maestro cuando el ya ha dejado su labor terrenal por otra superior.
El que no ha nacido para abogado, nunca tendrá éxito. Puede conocer las experiencias de los demás, obtenidas en el claustro universitario con utilidad en sus labores, pero todo el saber de los libros y de sus profesores no hará de él un jurisconsulto. a menos que ya él lo sea en su mente y en su corazón. los doce años, Jesús discutía. y sin título universitario, con los doctores de la Ley en el Templo de la sabiduría.
El caso de Costa Rica no es único.
Si oteamos el horizonte legal de nuestra América y de Europa, encontrare mos, sin lugar a duda, procesos semejantes de fracasos profesionales, habida cuenta de las variaciones de medio y de cultura propias de cada pueblo. Lo que consideramos inaudito y escandaloso, es la medicina con que se pretende curar el mal, suspendiendo cursos de Derecho en nuestra universidad. Sospechamos que a ningún hombre o mujer cultos de América o España se ocurriría tal medida, e invitamos a los pensadores y abogados de habla española a ratificar nuestra tesis y probarnos el error, ya que no comprendemos có.
mo los periodistas de fuste de Costa Rica, editorialmente, y como un solo hombre, no han salido a la defensa de los fueros de una cultura superior amenazada. Un conocimiento del Derecho debería ser la posesión de la mayoría y no privilegio exclusivo de unos pocos. pues, la ignorancia de los principios fundamentales de la Ley no se concibe hoy día en ningún hombre culto. Un entrenamiento legal es esencial a todo hombre que espera servir con éxito en los negocios, las profesiones, la agricultura, el comercio, la industria o la banca. Tal la expresión de William Howard Taft. es este aspecto de cultura legal superior aplicable al servicio de la comunidad, a través del canal ya del comercio, de la industria, la agricultura, la banca, de la administración pública, del poder judicial o en organizaciones privadas, el que parece desconocerse por entero entre aquellos que pretenden cegar la fuente del Derecho a los jóvenes de Costa Rica. En todas partes hoy día, el entrenamiento legal de los jóvenes es utilizado por las empresas manufactureras, actividades financieras, comerciales, grupos mineros, corporaciones de transportes aéreos, marítimos o terrestres, negocios agrícolas, promoción de empresas, compañías de seguros y mil más. los cursos de Derecho no tienen por única finalidad la preparación de alumnos. sobresalientes, medianos y mediocres. para el expedienteo o el pleito de comadres. sino que por el contrario, educando al joven en las posibilidades de cien actividades diferentes inspiradas en un espíritu de servicio social, y, en las cuales el Derecho es in.
dispensable, los capacita para servir mejor a la patria y a la cultura universal. En esta forma, unos se dedican a la práctica de la profesión, especializándose siempre, y en ella, tienen suceso efectivo los que son jurisconsultos de verdad, cinco o diez de cada ciento de graduados de los que nacieron para abogados, porque lo son por naturaleza. De los 95 restantes, como en otras profesiones, la estadística nos dice que unos pocos obtienen un mediano éxito y subsisten a flote, otros, ninguno, no tienen pasta de abogados aunque posean los conocimientos que les dió la universidad, preparación que los puede hacer utilísimos. y aun darles un éxito en muchas otras actividades.
Otros muchos graduados en las facultades de Derecho, ya especializándose en las múltiples líneas de actividad a que los lleva su inclinación particular, entran de lleno en la práctica del profesorado, de la banca, del comercio o de la judicatura. de esa diversidad de posibilidades que se ofrece a las adaptaciones del talento, del carácter o del genio de los alumnos, nace la posibilidad, de eliminar parcialmente la ineptitud y el fracaso que se observa en Costa Rica donde todo abogado ha de pleitear. o politiquear y de estimular la moralidad e integridad de carácter, perdidas tan a menudo en esa lucha desigual por el pan de cada día, en que se ve envuelto el profesional que se enorgullece y ufana de su calidad de tal y de su diploma, sin que ellos le permitan subvenir con decoro sus necesidades.
Este problema es trascendental a la vida futura de la Nación. Deberíamos contemplar la posibilidad de organizar la Educación superior en forma adecuada a un orden social en proceso de evolución rápida, precipitada por la crisis económico social. Basarse en una comprensión de los hechos y de los cambios que hoy ocurren, y especialmente en la investigación de las causas que producen estos cambios. las fuerzas que operan. con clara conciencia de la crisis del espíritu si es que ella existe, según los signos externos del problema que comentamos, planear la evolución de las instituciones universitarias no al molde europeo o norteamericano, sino al molde tico más en concordancia con los ideales que condensen el sentir nacional superior. Sería mucho pedir a los Presidentes de las Facultades de Derecho de las Universidades de México, Buenos Aires, Bogotá, Lima, Santiago y la Habana, su valioso criterio al respecto. ALBERTAZZI AVENDAÑO ABOGADO SAN JOSE, COSTA RICA OFICINA: 75 vs. Oeste Botica Francesa TELEFONOS: OFICINA No. 3726. HABITACION No. 3133 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica