StrikeVíctor Raúl Haya de la Torre

214 REPERTORIO AMERICANO Escribir? Imposible. Un pequeño lápiz y el reverso de paquetes de cigarrillos me sirvieron en ciertas ocasiones para dar noticias de mi situación o comunicarme con otros presos. Pero esto era raro y difícil. La vigilancia fué siempre severa. Yo habría querido escribir muchas cosas. Dos o tres libros habrían podido salir conmigo del Panóptico. No dejarme escribir era una de las consigsignas y, naturalmente, una de las torturas.
CUANTAS COSAS MAS. Algún día escribiré el relato com pleto de mi prisión. Quizá me sirva para distraer los días de la vejez, si llego a viejo, nos dice riendo Haya de la Torre. Por ahora no tengo tiempo para eso. Seis meses pasé en cama para evitar que se cumpliera la nueva amenaza de cerrarme las ventanas, si se me veía pasar delante de ellas por los vigilantes y espías, puestos expresamente para controlarme desde un patio. Enfermé. El día que fuí llevado a la enfermería a los diez meses de prisión, observé que iba dejando un rastro de sangre al caminar. Tuve que vendarme para evitar la várisis. Durante los dos meses de enfermería, compartí mi prisión con un loco y con dos moribundos, a uno de los cuales asistí en el trance tinal. Cuando la noche del 35 de abril volví a mi celda, se inició para mí una nueva etapa de rigores. Otra huelga de hambre de cinco días y un nuevo director, probo y humano, el Comandan te Rojas. En esos días releí con cridado la Filosofía de la Historia Universal de Hegel. Recuerdo bien que, entonces, cerraba el libro a las 11 de la noche cuando oía las marchas de la banda de músicos que salía de las audiencias de la última Corte Marcial. Hegel, es también un gran compañero de prisión. Manuel Vázquez Díaz fué el primer compañero a quien pudo ver a goEl vizcaíno en el Foro Romano las dos días antes de salir. En él viy EN CAPILLA Aquellos días de la Revolución de Trujillo fueron de gran inquietud, nos dice Haya de la Torre. Sin embargo, como apenas sabía lo que pasaba, no podía darme cuenta del alcance de los acontecimientos. La tarde del 26 de ju lio recibí un mensaje verbal, laconico, y que, por la persona que lo llevaba, me merecía todo crédito: Se ha perdido la revolución totalmente me dijo y mañana al amanecer será usted llevado a Trujillo para su juzgamiento por ia Corte Marcial. Parece que ya no hay esperanza. Entonces contenzó mi noche de capilla. La actitud sombría de mis vigilantes a la hora de comer fué bien expresiva de que algo grave sc esperaba. Tan pronto como se marcharoa, inicié la labor de escribir mi mensaje de despedida a la Nación y a mi Partido.
Durante seis horas tracé con letras pc queñísimas en los papeles de cigarrillos aquel documento. Al margen de ciertos libros, escribí en inglés y co alemán, breves mensajes que podrían ser descubiertos algún día indicando el paradero del mensaje y también por escrito, confié a Riojas el derrotero Tomada de la excelente Antologia de la poesía española e hispanoamericana (1882 1982. por FEDERICO DE ONIS. Madrid, 1984 Hierba es ruin cuanto fué mármoj fiero.
botín de abejas son las imperiales vías, olvido sobre el Arco de Septimio Severo que cobijara los gloriosos días. Cizañas, hojas viles, manchan las aras, en penumbras hoscas, roncan los abejorros inciviles, violinean, ruralmente, las moscas.
abracé a todo el Partido. El coronel Pardo también estuvo la misma mañana de mi salida. la de la madrugada del 10, vale decir, a la misma hora justa en que quince meses y cuatro días antes se habían cerrado las puertas de mi celda, la cadena de hierro que me privó de la libertad me fué entregada. Salí con ella y aquí la conservo.
NI UNA SOLA PALABRA DE RENCOR. Dónde estás, sueño ayer del mundo, el albo varón que, perorando en la tribuna, con la palabra te tuviste a salvo?
La hiedra escala el muro sin continencia alguna. La Historia, es jirón de humo que desvanece el soplo de la vida?
Dices esto, en el solar magno, cepa torcida, con tus granos que se hinchen de claridad y zumo?
Las lagartijas prueban sus alarmas zigzagueando en las piedras. La enemistad del caos que vigilaba en armas, tuvo su sede en esta orgía de las yedras, aquí, para que se alfombre de ignaro césped y se borren las rutas por las que iban las tropas de las carnes en jutas, conduciendo a las selvas, claridad, ley y nombre. Haya de la Torre termina su relato.
Ni una sola palabra de rencor han proferido sus labios. Al día siguiente de mi libertad, nos dice comencé a trabajar para e!
Partido. Nunca he desarrollado mayor actividad que en estos doce meses de labor. Muchas ideas que desarrollé en mi celda están ya en marcha Yo no tengo tiempo para ocuparme de alentar venganzas, La venganza del aprismo debe ser salvar al Perú. La tarea es difícil y estamos afrontándola con serenidad y con decisión. Estoy contento porque no perdí tiempo en la prisión y a pesar de las circunstancias terribles de mi encierro, estudié, pensé filosofi y proyecté. Los quebrantos de mi salud que produjo la prisión, están casi vencidos. Mientras yo viva, no distraeré un ápice de mis energías a nada que no sea la gran causa del Perú lion y justo. He jurado servir al Pueblo, kc prometido poner al servicio de la justicia social todos los alientos de mi existencia. Por eso, en la prisión o cn ini cuarto de trabajo, no pierdo minutos. Ni me preocupan las cóleras del adversario ni me conmueven sus amenazas. Tampoco me inferiorizan sus ofensas. Sobre eilas y a pesar de ellas, trabajo. Estoy seguiro de que el pueblo del Perú está conmigo y sé que todo lo sufrido y todo lo hecho por mí, es digna ofrenda para su gran dolor y su gran anhelo de justicia.
No soy más que un soldado del pueblo y él juzgará mi obra.
Haya de la Torre termina sus palabras y nos abraza. Al fin han conseguido ustedes que hable, covapañeros, de cosas que guardaba sólo para mí. Si ha de ser por el aprismo, está bien.
Ahora, a trabajar ustedes y yo, porque ésta es la mejor manera de conmemorar el aniversario de la libertad.
EL AMICO AMABLE DEL CONDENADO MUERTE Haya de la Torre calla por más de un minuto. Luego prosigue: Aquella tarea terminó tres horas antes del amanecer, lo recuerdo bien. entonces recurrí a un libro que había escondido, porque en aquellos días se me prohibió obtener más lectura. Thomas Smollet, un célebre humorista escocés del siglo xviii me sirvió de compañero inolvidable: Humphrey Clinker es una de sus obras más entretenidas. Les aseguro a ustedes que es una buena lectura para un presunto condenado a muerte. Cuando terminé aquel libro, amanecía.
Sentí como que un amigo amable se alejaba de mí. Esperé. esperé cuatro días, porque los mensajes anunciadores de la muerte no eran desmentidos. El 19 de agosto, oi la voz de un reo común que gritaba en el patio: Haya de la Torre condenado a muerte! Puedo asegurarles que lo único que me interesaba era que el plazo de la incertidum.
bre se, abreviara. Sin lectura, aquellos días eran pesados y desagradables. Por eso me declaré en huelga de hambre durante una semana hasta que recibi nuevos libros y prensa. Un mes después supe la suerte de mi hermano y de otros compañeros, aunque imprecisamente, porque oí una conversación de los empleados durante una noche. En los escombros, creo en el hombre!
Sale, clásico agüero, del Arco de Septimio Severo una paloma.
Alta, ejemplar y decaída Roma!
Cuando el Foro Romano fué armonía aquí se irguió un alcázar, alla un templo y, entre columnas, rotas hoy, movía la ciudad, su alma de alto ejemplo, en el remate de una via que de aquí salia, seguía, seguía, subía y entraba en mi comarca montañera, la sangre que aqui traigo, como aceite votivo, fluía en la tiniebla de la noche primera. Entre escombros, hoy, bárbaro redento, vivo.
Ramón de Basterra (Las ubres luminosas. Bilbao, 1982. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica