REPERTORIO. AMERICANO 35 Hallar sin buscar Por LUIGI PIRANDELLO Trad. de El Mercurio. Santiago de Chile En arte hay que hallar sin buscar.
Este no es el principio, sino la conclusión de un largo razonamiento, del soliloquio a que me he dejado ir pasando mis ojos por estos volúmenes deshojados y abiertos sobre mi mesa, que en estos días me he obligado a leer para puntualizar mi juicio solicitado sobre la reciente producción literaria. Hallar sin buscar? Fortuna, entonces. Sí; helos aquí en estas dos mil páginas impresas, los tres o cuatro escritores que entre todos retienen, cada uno por diversos motivos, mi consideración; y la mayor es, instintivamente, para el más afortunado, quiero decir como artista. En arte hay que tener fortuna; en este sentido es artista y tiene la posibilidad de revelarse como gran artista sólo el que por tantas señales difícilmente definibles, pero que se advierten de continuo en su obra, y mejor leyendola al azar de las páginas que se van abriendo. sea el tono de su humor, el ademán de los ataques, ciertas picardías inocentes o francas inconveniencias que se hacen perdonar no sé cómo ni por qué. nos da la impresión precisa de hallarse en familiaridad con la voluble diosa. Esto es, de ser un desgraciado. Cómo, cómo? Sí, señores: de ser un desgraciado, uno que tiene que ver con la fortuna.
Lejos de mi intención, como veis, que estas palabras puedan suscitar en los buenos escritores buenos, seriospero que no me parecen en peligro de llegar a ser grandes (cuestión de fortuna. sentimientos de envidia para los favoritos de la suerte. Al comprobar que en Italia hay un florecimiento de escritores substanciosos y algunos afortunados, todos los cuales aumentarán el valor y mantendrán el tono de la literatura patria, he experimentado, como es de rigor, una gran satisfacción y luego, de pronto, una gran pena por algunos, por la vida que les espera; y he sentido el deseo de escribir dos palabras para explicar a los otros que, respecto de la vida, los verdaderos afortunados son elios, hasta porque siempre están en tiempo para cambiar de oficio si lo desean; pero el que lo desempeña.
con ese demonio que de cuando en cuando lo ayuda, no podrá cambiarlo jamás, por mal que le vaya. No tiene escapatoria Está destinado.
Es difícil, dificilísimo, que un artista afortunado lo sea también como hombre. Esto lo sabéis y os parece extraño que haya contradicción sólo porque no pensáis. Es difícil, porque entre una buena oportunidad para él, hombre de carne y hueso, vestido de paño, en la vida, y una oportunidad igualmente buena para el artista, espíritu desnudo, en su trabajo desinteresado, entre la fortuna y la indagen de la fortuna o la fortuna de una imagen, si es verdadero artista jamás titubeará al escoger y escogerá la imagen. No creéis que sea tan Le pa manos: muchas veces sólo el triste necuerdo, como les sucede a los cajeros con los billetes de mil. Hablo, se entiende, de artistas y cajeros honrados.
Toda persona seria comprende por esto que la vida del artista está llena de riesgos, demasiados riesgos, y por poca cosa, dado que no se vive sino una vez.
En consecuencia, guardese el artista como de la peste de ser una persona seria.
Más le conviene dar ejemplo de virtudes heroicas. Hasta es el único para quien la virtud heroica así a la buena de Dios, a merced de la fortuna, como su vida es siempre un buen negocio.
Pero. por qué, después de todo, esta necesidad áe hallar sin buscar?
Un ejemplo. Algunos años ha, venía a verme un muchacho para leerme ciertos cuentecillos a medida que los escribía. Terminada la lectura, se discutía y yo me esforzaba por poner en claro el punto vivo de la composición y el modo de llegar a él por la vía más directa, aunque le pareciese, y de ello me daba cuenta, que tomar las cosas por ese lado lo disminuía todo.
recía una mortificación que sus cuentecillos, después de este tratamiento, resultaran ¿cómo diré? más cuentecillos que antes. Es cierto que tenían poca consistencia; pero. qué podíamos hacer él y yo si eran tan poco? todavía eran algo. Aun recuerdo uno, el caso de un individuo consciente de tener una cara antipática. bonito. Le hacía ver cómo hay que tratar a la fortuna, la fortuna de haber hallado alguna cosita, fortuna grande; un pequeño hecho, un pequeño contraste de sentimientos, un movimiento del espiritu; con cuánta paciencia hay que contemplarla, en silencio, sin respirar, sin moverse, o girando circunspectos en torno suyo, el ojo fijo y abierto, con el corazón en la garganta, atentos para entenderla, para estamparla en la mente, ponerla al fuego, entrar luego en el discurso, cogerla cuando esté bien estudiada y conocida, hecha nuestra. y entonces, el desinterés de no usarla con vicio, sino con cortesía de caballeros, invitarla a entrar, para recibirla en la frecuente el caso de tener que escoger entre estas oportunidades que se pre sentan al mismo tiempo y en oposición?
Pero es un hecho que ocurre y sólo a un artista puede ocurrirle, como a los hombres de bien el escoger entre el deber y el placer. luego, es lo mismo en el caso si se presenta una sola oportunidad; supongamos que sea la verdadera: en vez de cogerla por los cabellos, el artista con el primer movimiento instintivo, dará un paso hacia atrás para reflexionar si la soportará su arte, y, entretanto, la ocasión pasa de largo; y si está pronto a cogerla considerando su trabajo, ya es otra. Una fortuna necesaria. Un arnés del oficio. Una fortuna que por definición es necesaria. sine qua non. es fácil descubrir que, por lo menos, habrá perdido todo sabor.
Pensadlo. Dónde han ido a parar todos los caracteres agradables de la verdadera fortuna, de la fortuna usual, tal como es para todos los mortales que no tienen la insigne suerte de haber nacido para el arte?
La fortuna es bella, es fortuna, cuando nos abruma con lo superfluo, cuando es un don lo inesperado de la vida, un lujo de bondad que gasta con nosotros la suerte; en suma, algo de más, como acabo de decir, sin lo cual no es cierto que no habríamos de seguir adelante.
Pero. cuándo sólo se puede seguir adelante a condición de ser siempre afortunado, todas las veces, o al menos dos veces de cada tres, esto es tener la fortuna como pan y agua, como primera cosa al comenzar la jornada, fundamento primario de la jornada de trabajo; pero nada más que fundamento, porque el resto, es decir, todo lo que importa, queda por lograr a fuerza de terribles fatigas sin las cuales la fortuna tan necesaria en principio, tan esencial, queda como si no existiese? Dejemos esto.
No niego que se maneja ntucha fortuna, pero observad cuánta nos queda en las JOHN KEITH Co. Inc.
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