Imperialism

148 REPERTORIO AMERICANO OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la lunta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338 en por esa que la avasalla, no para elevarle un canto imperialista y servil, sino para negar luego el valor de esa obra. Es bueno dar su juicio fiel: Frecuentemente suele medirse nuestra cultura de hoy por el avance económico, el estado sanitario, las vías de transportación, el volumen de las importaciones y las exportaciones, etc. etc. como si el progreso de la técnica y el maquinismo norteamericano fuese un termómetro a propósito para medir las temperaturas de un pueblo formado otro clima moral. Son claras las palabras del escritor puertorriqueño.
Abundan los infelices que en estos países razonan comparativamente. Han oído decir que el yanqui civiliza, que el yanqui da cultura y pueblo que recibe la influencia yanqui imperialista es pueblo ascendido al disfrute perpetuo de los mayores bienes. La existencia colectiva se transforma recibiendo los beneficios que ha recibido Puerto Rico en treinta años de dominación.
existencia transformadora suspira el desgraciado que no razona sino como colono. En este aspecto trágico, Puerto Rico es el más grande ejemplo de dolor que pueda presentarse a estos pueblos en vísperas de volverse posesiones del imperialismo. Pero todavía Pedreira puede citarse en un pasaje vivo y grande: Todo esto a pesar de lo que se callan los comparatistas: si es verdad que tenemos más escuelas y más centrales y más oficios y más de todo, no menos verdad que también hemos aumentado fabulosamente el número de quiebras, de suicidios, de locos, de criminales, de tuberculosos, de fraudes, de peones y en general de infelices. El aumento de la población no justifica proporcionalmente el auge que ha adquirido nuestra desgracia colectiva. El aparato con que el imperialismo ha traído civilización y cultura a Puerto Rico es ostentoso y estruendoso. Lo que tienen los yanquis en su propio suelo tienen los puertorriqueños en el suyo. Aquí se copia, se trasplanta la escuela, la carretera, la fábrica, la agricultura, el comercio, Puerto Rico no tiene nada que envidiar a los Estados Unidos ni en sanidad, ni en pedagogía, ni en cuestiones bancarias, ni en la multitud de cosas que han convertido al yanqui en pueblo opulento. El orgullo vanidoso de la colonización ha sido volver al revés, transformar totalmente a Puerto Rico. Pero el clima moral no ha podido variarlo. La plantado una civilización y una cultura enteramente en el aire.
Esto explica, a nuestro juicio, la petición del Gobernador Winship. Encuentra al cabo de treinta y siete años de dominación yanqui una rebeldía que no tiene otro freno que la pena de muerte. Desentona el puertorriqueño en el paisaje ostentoso preparado por el yanqui. como desentona es urgente exterminarlo. La criminalidad ha aterrado de seguro al Gobernador. como el coloniaje vive nada más que de la imposición, no ahonda en busca de las causas de ese estado espiritual del puertorriqueño. Allí tiene el Gobernador Winship el libro de Pedreira que le da el camino claro para explicar la dejadez con que el puertorriqueño se mueve en medio de la opulenta y ostentosa civilización traída a la isla por la ocupación yanqui. El clima moral es uno e invariable. El imperialismo sólo mira la imposición y juzga que levantando edificios y construyendo carreteras ya tiene hecha obra permanente de arraigo. Todos los programas de adelanto desarrollados por el imperialismo yanqui en las naciones dominadas por medio de sus milicias, 1:alagan un rato al nativo entontecido. Pero es sólo un rato. Al cabo de los años el yanqui encuentra sólo hostilidad y se pregunta cómo es que sus edificaciones y sus enseñanzas no han logrado transformar el alma Sárbara del pueblo dominado por él. cuando las estadísticas a que es tan aficionado le revelan como contraste a sus numerosas escuelas y fábricas, es a sus largas carreteras y pacientes saneamientos, un aumento terrible de quebrados, de suicidas, de locos, de criminales, de tuberculosos, de fraudes, de peones, incomprensivo y soberbio pide que se vuelva a la pena de muerte.
Puerto Rico es el ejemplo conmove.
dor para todos estos pueblos amenazados por el imperialismo yanqui. Allí se ha ensayado lo que a cada uno se impondrá conforme el imperialismo vaya haciendo presas. Cada avance en firme de organizaciones imperialistas como la United Fruit Co. la Pan American Airways, Inc. la Electric Bond and Share Co. etc. es el acercamiento a la posesión. Los entontecidos y los pícaros que viven de lamerle la planta al yanqui que les da prebendas pregonan que la salvación de estos pueblos está en la influencia que sobre ellos llegue a ejercer el yanqui imperialista. Hablan, como decíantos, del progreso impuesto por el yanqui en cada nación hecha colonia por la imposición de las milicias. esos progresos son los que pinta Pedreina admirablemente en su libro sobre Puerto Rico. Allí están las redes de ca.
minos, las escuelas, las centrales, ias importaciones y exportaciones, las industrias colosales. Es obra del yanqui colonizador todo ese innumerable conjunto materia! El infeliz y el malvado que sueñan con iguales beneficios para el país que habitan hacen el recuento de tanta empresa civilizadora y piden un cambio de nuestra existencia. Es decir, piden que nos entreguemos al tutelaje del yanqui que con sus normas ostentosas de colonización aporta la carretera, y el ferrocarril, y el banco que hacen cambiar favorablemente para una colectividad entera la existencia.
Allí está Puerto Rico para maldecir al imbécil y al malvado de estos pueblos. Nada ha cambiado aquel pueblo a pesar de la civilización y la cultura que con empeño tenaz ha querido importar el yanqui. La desgracia es siempre colectiva y se ha empeorado. Mantira que da nada permanente y transformador el yanqui que coloniza para acatar la política imperialista. No tiene por qué dar nada a pueblo que avasalla o a pueblo que se entrega por vileza, por miseria y desvergüenza. Puerto Rico ha querido darle, porque a Puerto Rico lo recibió como compensación del coloniaje español y en hacerlo grande y visible al ojo que transforma en elogios cuanto topa con refulgencias en su trayectoria empobrecida, está su vanidad de conquistador imperialista. Pero si estos pueblos no los recibe como trofeo sino que se echan a sus pies por la vileza de sus hijos viles, lo que hará de ellos será establos. lo que espera a pueblos que se entregaron en esa forma animal! Puerto Rico pasó como cautiva y guardan sus hijos la dignidad que el yanqui no ha podido matar. Nosotros, si caemos por el pregón que hacen los ciegos y los malvados, no ten.
dremos entonces la dignidad que ha salvado al puertorriqueño. Sepamos es.
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