CommunismIndividualism

186 REPERTORIO AMERICANO gada, insistencia majestuosa y cuando ha pasado el ruido de los pies, llega una Voz, más rápida todavía. He ahí, que nada te alegra, a ti que no me alegraste. Desnudo espero el suspendido golpe de tu amor! Pieza por pieza has destrozado mi armadura y me hendiste hasta las rodillas; ya no puedo defenderme más. Dormí y desperté, y mirando con lentitud a mi alrededor me encontré en el sueño. Conmoví los pilares de los horas, volqué sobre mí la vida con el desbordado vigor de mis fuerzas juveniles. Sueño, me hallo, entre el polvo de los años apilados: bajo el montón está mi juventud. Crujieron mis días y como humo se desvanecieron, hincháronse y reventaron como rayos de sol en el arroyo. Sí, ya falló el sueño al soñador, y el laúd al músico. Ya se quiebran los anudados ensueños, en cuya cadena mecí el mundo como un Valle Inclán y Amé. juguete de mi muñeca; cuerdas demaaquellos Pies que me seguían y me se des del día. Me reí en los ojos de la guían, en las gigantescas tinieblas de mañana. Me entristecí y triunfé con tohondísimos miedos. Pero en una impla do tiempo; juntos cielo y yo lloramos, cable cacería con andar imperturbable, y mis mortales lágrimas hicieron salamarcha sosegada, insistencia majestuodas las dulces, suyas. Contra la roja sa, unos Pies avanzaban, y más insisten palpitación de su corazón encendido te que ellos, una Voz: Todo te traicio puse a latir el mío y compartimos un na, a ti que me traicionas.
calor; pero no por eso se hizo mi dolor Bajo ventanas de rojas cortinas, enmás llevadero. En vano humedecieron tretejidas de acogimientos, desterrado, mis lágrimas las pálidas mejillas del clamé (aun sabiendo que era Su amor, cielo, porque. ay. estas cosas y yo no quien me seguía, temía con vehemencia nos entendemos. Les hablé con sonique habiéndole, perdiera todo. mas si dos; su hablar es movimiento; hablan una de sus hojas llegara a abrirse, el con silencios. La pobre madrastra de vendaval de Su advenimiento la cerraría. la Naturaleza, no puede apagar mi sed.
No sabe el miedo de huídas, como el Que si quiere reconocerme, deje caer amor de persecuciones. Huí por las ori de sus senos el velo azul y me muestre llas del mundo y turbé las puertas de los pechos de su ternura. Ninguna leoro de las estrellas y golpeé, clamando che suya bendijo nunca mi boca sedierasilo, sus cerrojos resonantes, desgasté ta. Cerca y cerca viene la persecución, con rasguños, suaves vibraciones argen con imperturbable andar, marcha sosetinas, los pálidos portales de la luna. Dije al alba. Ven! la tarde. Sé pronta. Tápame con las tempranas flores de tu cielo de este tremendo Amante, haz flotar a mi alrededor tu incierto velo, pa(Viene de la página 184)
ra que no me vea! Tenté a todos Sus cha entre el indio y el encomendero seguidores y sólo hallé mi traición en (encomendero que no es necesariamensu constancia, su fe en El, en su desvío te español, como él parece suponerlo. hacia mí, su traidora fidelidad y su consentido engaño. Pedi rapidez a tola pugna entre el individualismo eurode lo rápido, me colgué a la silbante peo, yuxtapuesto artificialmente sobre los hábitos de la raza vencida, y el gran crin de los vientos, ya si barrían dulcecomunismo autóctono que encontro mente presurosos las grandes llanuras Cortés, que la Iglesia amparó, en cierto del azul, ya si impulsados por los truemodo, como único medio de salvar a las nos, metálicamente conducían Su carro a través de un cielo cruzado por los poblaciones indígenas y que las leyes de Indias respetaron teóricamente, hasvertiginosos relámpagos que sus alados ta donde era compatible con la necesipies levantaban: no sabe el miedo de dad de repartir premios y riquezas a los huidas, como el amor de persecuciones. siempre en conquistadores. 2º, México es un país una implacable cacería, vuelto hacia el Pacífico, que huye del un andar imperturbable, marcha Atlántico y se hincha de magnetismos sosegada, insistencia majestuosa, sobreasiáticos. Conserva el rastro espiritual venían los Pies seguidores, y una Voz sobre su batir: Nada te acoge a ti que de los juguetes sagrados que la Nao de China traía desde el Parian de Manila no me acoges.
al puerto de Acapulco, de donde pasaNo pretendí más hallar lo que buscaban México, camino de Veracruz, ba en faz de hombre o mujer; aun pa rumbo a Sevilla. Esta gran circulación rece que algo replica dentro de los ojos oceánica explica sus inadaptaciones y de los niños. Al fin son para mí! sus extrañas reservas de fuerza y de esellos me volví ansiosamente, pero al peranza Tal idea que pudo parecer tornarse hermosos de respuestas de alparadógica a nuestros madrileños ba sus ojos, los apartó de mí, su ángel, la clave del enigma mexicano: la de por el cabello. Venid, vosotros, hijos México. Se ha dicho de la bíblica Ester: de la Naturaleza y compartid conmigo dos naciones hay en tu seno. Pero vuestra tierna amistad. les dije. Dehay que interpretar el texto: realijadme que os reciba labio con labio, zarás tu destino cuando juntes las dos dejadme que me enrede en vuestras casangres en una. Ciertamente, de los ricias, juguemos con las trenzas flotantes de Nuestra Madre; regocijémonos nuevos directores espirituales del indio americano puede asegurarse como con ella en su palacio que tiene las pa Valle Inclán lo presentía pocos años redes de viento los techos azules, beantes. que tienen el oído atento a las biendo, tan puros, como soléis, de un enseñanzas de la India, esta gran mescáliz, bañado, limpio y luciente, del al tiza de arios blancos y dravidios oscuba. Cumplióse así, y fuí una más en su ros.
dulce amistad; abrí la cerradura a los Hay muchos que aman a América en secretos de la Naturaleza. Conocí los su bienestar y en su sonrisa. Valle Inrepentinos sentidos de la osbtinada faz clán resiste la prueba de la verdadera de los cielos; supe cómo suben las nusimpatía americana: a él lo que de bes, hechas espumas, de los salvajes auAmérica le enamora es aquella vitalidad.
llidos del mar. Me levanté y caí con patética, aquella cólera, aquella combatodo lo que se alza o muere; hice a totividad, aquella inmensa afirmación de do formas de mis momentos, divinos o dolor, aquel hombrearse con la muerte.
dolientes; con ellos me alegré o me llené de desolación. Me acongojaba cuando la tarde encendía sus luces temblo LA Agencia General de Publicidad de Eugenio Diaz Barneond, en San Salvador, puede darle rosas alrededor de las muertas deida una suscrición al Repertorio.
con a siado débiles eran, para una tierra tan recargada de males. Es acaso, tu amor una mala hierba inmarcesible, que no sufre otras flores que sobrepujen las suyas. Necesitas tizones para dibujar, artista infinito? Débil gastó mi llovizna su frescor en el polvo; es mi cora.
zón una fuente rota donde se estangan las lágrimas que gotean de los húmedos penisamientos, temblorosos sobre las ramas de mi espíritu. Si todo es así, ahora. cómo será más tarde? Si tan amarga la pulpa. a qué sabrá la corteza?
Obscuramente presiento lo que el Tiempo guarda en sus tinieblas. Truena de vez en cuando una trompeta desde los ocultos bastiones de la Eternidad y las brumas estremecidas se rompen y se desparraman por un instante, y luego tornan lentas a bañar las torres entrevistas, no sin que yo pudiera divisar al que las convocaba, envuelto en púrpura de ciprés coronado. Sé cuál es su nombre y lo que su trompeta dice; si son vida y corazón humanos tu cosecha. abonas tus campos con muerte corron:pida?
Ya llega el rumor de esta larga persecución. Aquella Voz me asedia como un mar hirviente. está tu arcilla, de resquebrajada medio hecha tiestos ya. Mira, cómo te abandonan las caras a ti que me abandonaste. Extraña, miserable, pobre cosa. Quién te ha de amar, siendo. Yo el único que hago algo de nada? Humano amor, pide mereciiniento humanio. Cómo mereciste tú, el más wil cuajarón de toda la arcilla cuajada? Mal conoces, cuán poco digno de amor eres. Quién sino Yo, te hallará digno de amor? Todo lo que de ti tomé no fué para tu daño sino para que en Mis brazos lo buscaras; todo lo que tu cálculo infantil juzgaba perdido en Mi lo he almacenado para ti. levántate, dame la mano y venid. Junto a mí se detiene tu planta. No es, después de todo. mi obscuridad sino la sombra de tu mano. Oh, tú, el. nás amado, el más ciego, el más débil, Yo soy aquel a quien buscabas. Ahuyentaste de ti el amor, al ahuyentarme!
Madrid, enero de 1935.
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