REPERTORIO AMERICANO 123 te barro mortal. Verdad que, al comenzar, dice con lírica ufanía: Pueblo que ama a un poeta digno es de que el lo cante.
Pienso en España siempre que el canto rompe el vuelo como espiral sonora que envuelve todo el cielo: el concor es mi padre, pero el león mi abuelo.
Tal es como, por entre mis bárbaras canciones, pasan veinte naciones con veinte pabellones, se imponen cien tiranos y hay cien revoluciones.
Pero termina: ser, lejos de todos, completamente mlo; porque la gloria tiene, como el placer, su hastío. si piensa en la España profunda y eterna y celebra en su Crónica Alfonsina al Cid y don Quijote, no deja por ello, para que ninguna cuerda falte en su lira, de rendir frívola y galantemerte su tributo a la España de pandereta: Vuelve otra vez Chocano a la intimidad del niño triste, silencioso y solo.
Rubén, silencioso, solo y triste, como él, había adivinado antes que nadie la tragedia de su lírico hermano: este fuerte poeta de alma tan ardorosa sabe bien lo que cuentan los labios de la rosa.
comprende las dulzuras del panal y comprende lo que dice la rosa del secreto del duende.
ce versos de siempre y para siempre.
Sin buscarlo ni quererlo, poetas de calidad tan egregia se incorporan a la tradición de su pueblo y de su raza y la enriquecen con nuevos matices de sentimiento y de expresión que después vemos derramarse pródigamente en la obra de los nuevos poetas y hasta en el lenguaje cotidiano de quienes ni siquiera han leído sus versos. La atmósfera ha quedado llena de su influencia y, sin saberlo, todos la hemos respirado hasta fundiria con nuestra propia vida.
Por ia puerta de un verso de Rubén, herros penetrado a la esencia más íntima de la poesía de Chocano. Estaba escrito que para comprender a un poeta otro poeta debía abrirnos el camino.
Siente Chocano la tragedia del continente ai que, sin rencores ni violencias, quiere servir de verbo profético. Wait Whitman tiene el norte, pero yo tengo el sur. Y, a pesar de su aislamiento aristocrático que lo hace encerrarse no en la clásica torre de marfil sino en la de cristal, diafana y armoniosa, no deja de advertir y vaticinar a los pueblos de América: Madre Andalucía, caja de alegría, pandereta heroica de vibrante son: es a ti a quien debo, Madre Andalucía, los desbordamientos de mi fantasía y las marejadas de mi corazón.
Va como Don Quijote en ideal campaña, vive de amor de América y de pasión de España y envuelto en armonía y melodia y canto tiene rasgos de héroe y actitudes de santo.
Ya en el pórtico de su acendrado Oro de Indias, vuelve a su viejo amor de España, que encarna ahora en su glorioso antepasado don Gonzalo de Córdoba. Seguro de la respuesta afirmativa, pregunta al Gran Capitán: Así escribió Rubén Darío en su Pre ludio de Alma América. Su claridad nos ilumina todavia cuando queremos penetrar en la sonora y frondosa selva de Chocano. Con ella nos internaremos a la mina de este Oro de Indias que es ei sol de América hecho canción.
Puesto que ardis en tu sangre la fiebre que me inspira, recorre con tu espada las cuerdas de mi lira; y me dirás, entonces, si soy a tu mirada digno de que mi lira descienda de tu espada.
Los Estados Unidos, como argolla de bronce.
contra un clavo torturan de la América un pie; y la América debe, ya que aspira a ser libre, imitarlos primero e igualarlos después.
Poeta civil exalta en Guatemala la figura ejemplar de otro excelso símbolo de la raza: el indio Benito Juárez, libertador de México: Vuelve Chocano a unir en sus versos de ahora su amor de América y su pasión de España. que cantó Rubén Darío y que celebraron en su tiempo españoles de tan recia y castiza envergadura como don Marcelino Menéndez y Pelayo y don Miguel de Unamuno. Chocano dos Españas. la España negra y la España áurea. y a las dos cantó con teinura emocionada y filial.
La visión negra, fin de raza. estalla en un grito incontenible: Tencmos en el desarrollo lírico de Chocano la sucesión armoniosa de un motivo inicial que crece, madura, se purifica en el sufrimiento y destila la claridad de un verso que, leal a su antiguo acento, adquiere, de pronto, una nueva resonancia Es el milagro del clásico que, con palabras de todos los días, haCanto este viejo tronco de la montaña azteca poblada ancestralmente de genios y vestiglos, y el torbellino alado de su hojarasca seca que levanta en los aires su columna de siglos.
Canto este viejo tronco de heroicas cicatrices erguido entre el tumulto de las banderas rojas: canto el sudor de sangre que baña sus raíces y el viento de cien años que pasa por sus hojas.
Cansancio mental Neurastenia Surmenage Fatiga general Raza de leyenda, pals de museo, al mirar las ruinas de tu actual dolor, siento que a la espada se me aprieta el puño y que se me aprieta más el corazón.
En la visión áurea, fe de raza. vuelve la consoladora exaltación de la es peranza: Buen hijo de su patria, ama, siente, lucha, sueña continentalmente. El libro, inconciuso, de su autobiografía tiene como paisaje y escenario toda nuestra América convulsionada y azotada por motines y revoluciones. En verso robusto ha sabido Chocano dar las gracias a esta naturaleza pródiga que le ha hecho sentir y comprender toda la grandeza y la miseria que significa la vida de un hombre sobre la tierra. Así ha dicho en su Oda Continental: son las dolencias que se curan rápidamente con KINOCOLA Raza de alegria, país de sol y oro, al mirar tus pompas y tus gracias de hoy siento que en la mano me palpita el arma y que me palpita más el corazón.
Chocano es el buen español de América. Su canto quiere tener la primitiva gracia aborigen iluminada por el resplandor de la heroica raza conquistadora: el medicamento del cual dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que El cóndor engolado y augusto, que retiene su vuelo sobre los picachos de Chile, espanta con su grito el silencio para decir la fuerza de Caupolicán tranquilo cual si fuese vaciado dentro de un molde homérico.
Este cóndor enseña titilando en su pico un lucero: sus alas tienen la soberanía de los aires; su voz pasa libre por el estertor de un trueno: y en sus garras, las cumbres andinas se arrugan como bajo la cólera de un gesto.
Mis versos cubren siglos como si fueran moles: recortan nuevas cumbres y apagan viejos soles; porque así son los incas y así los españoles. presta grandes servicios a tratamientos dirigidos severa y científicamente. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica