REPERTORIO AMERICANO 269 RINCON DE LOS DE LOS NIÑOS Una página de Juan Ramón Jiménez Sacada del precioso librito Poesía en prosa y verso (1902 1932. De Juan Ramón Jiménez, escogida para los niños por Zenobia Camprubi Aymar. Signo. Madrid, 1933. Ay dulces abrevaderos del horizonte; aguas claras; remansos de eternidad; verdes riberas erráticas. PASTORAL He venido por la senda, con un ramito de rosas del campo.
Tras la montaña, nacia la luna roja; la suave brisa del río daba frescura a la sombra; un sapo triste cantaba en su flauta melodiosa; sobre la colina habia una estrella melancólica.
He venido por la senda, con un ramito de rosas. Se acerca, amiga, un momento, a todo: puertas, majad arroyos, rosas, orillas. y sigue, sigue nostálgica. Pantanos floridos, donde resuena la blanda brama de blanca constelación, piara de vacas blancas!
La luna va lentamente, desnuda, bella, extasiada, cantando a la tierra ignota, por sus cantinos del alba.
PRESENCIA DEL CAMPO Como una rueda visible del cielo, la luna roja va acarreando la noche sobre la campiña sola. Aquí y allá, en las colinas, los perros, ya entre las sombras, Se vuelven, un punto, y ladran a su enorme luz redonda. Lo que trae el carro es sueño de no sé qué ndano pródiga, de cuyo dueño, tan sólo se ven estrellas remotas.
LA COJITA La niña sonríe: Espera, voy a coger la muleta!
Sol y rosas. La arboleda movida y fresca, dardea limpias luces verdes. Gresca de pájaros, brisas nuevas.
La niña sonrie: Espera, voy a coger la muleta!
LA PUA Entrando en la dehesa de los Caballos, Platero ha comenzado a cojear.
Me he echado al suelo. Pero, hombre. qué te pasa?
Platero ha dejado la mano derecha un poco levantada, mostrando la ranilla sin fuerza y sin peso, sin tocar casi con el casco la arena ardiente del camino.
Con una solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico, le he doblado la mano y le he mirado la ranilla roja. Una púa larga y verde, de naranjo sano, está clavada en ella como un redondo puñalillo de esmeralda.
Estremecido del dolor de Platero, he tirado de la púa; y me lo he llevado al pobre al arroyo de los lirios amarillos, para que el agua corriente le lama, con su larga lengua pura, la heridilla.
Después, hemos seguido hacia la mar blanca, yo delante, él detrás, cojeando todavía y dándome suaves topadas en la espalda.
LA FLOR DEL CAMINO ¡Qué pura, Platero, y qué bella esta flor del camino! Pasan a su lado todos los tropeles (los toros, las cabras, los potros, los hombres. y ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su vallado solo, sin contaminarse de impureza alguna.
Cada día, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el atajo, tú la has visto en su puesto verde. Ya tiene a su lado un pajarillo, que se levanta. por qué. al lacercarnos; o está llena, cual una breve copa, del agua clara de una nube de verano; ya consiente el robo de una abeja o el voluble adorno de una mariposa Esta flor vivirá pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno.
Será su vivir como un día de tu primavera, comp una primavera de mi vida. Qué le diera yo al otoño, Platero, a cambio de esta flor divina, pa2 que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo y sin término de la nuestra?
EL NIÑO EL AGUA En la sequedad estéril y abrasada de sol del gran corralón polvoriento que, LOS TRONCOS MUERTOS Yg están ahí las carretas. Lo han dicho el pinar y el ento, lo ha dicho la luna de oro, lo han dicho el humo y el eco. Son las carretas que pasan estas tardes, al sol puesto, las carretas que se llevan del monte los troncos muertos. Cómo lloran las carretas, camino de Pueblo Nuevo!
Los bueyes vienen soñando, a la luz de los luceros, en el establo caliente que sabe a madre y a heno. detrás de las carretas, caminan los carreteros, con la aijada sobre el hombro y los ojos en el cielo. Cómo lloran las carretas, camino de Pueblo Nuevo!
Un cielo de ensueño y seda, hasta el corazón se entra.
Los niños, de blanco, juegan, chillan, sudan, llegan. menaaa!
La niña sonrie: Espeeera. voy a coger la muleta!
Saltan sus ojos. Le cuelga, girando falsa la pierna.
Le duele el hombro. Jadea contra los chopos. Se sienta.
Ríe y llora y rie: Espera, voy a coger la muleta!
Mas los pájaros no esperan; los niños no esperan! Yerra la primavera Es la fiesta del que corre y del que vuela.
La niña sonrie: Espera. voy a coger la muleta!
JOHN KEITH Co. Inc.
En la paz del campo, van dejando los troncos muertos un olor fresco y honrado a corazón descubierto. cae el ángelus desde la torre del pueblo viejo, sobre los campos talados que huelen a cementerio. Cómo lloran las carretas, camino de Pueblo Nuevo!
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JOHN KEITH, RAMON RAMIREZ Socio Gerente.
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PASTORAL La luna es, entre las nubes, una pastora de plata, que, por senderos de estrellas, conduce manadas cándidas.
El cielo le da lagunas azules, suaves cañadas, llenas de níveos rosales y de abrigadas cabañas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica