REPERTORIO AMERICANO 359 el día; no falta el hermano mayor o la parienta.
Alegan que a lo menos se sienten allí con ellos. no es cierto, porque los chiquitos no están sino con la calle, tremenda persona.
Los otros lados de la negra industria sobra tocarlos: los padres a poco de comenzar el oficio. ya saben que niño bien comido, coloradote o piernas fuertes, no sirve para pedir. Poco a poco caerán en el cultivo de la anemia o la mugre hijo. El transeúnte, para ellos, debe ser un perverso, el que no para ni toca sino el niño flaco, el alma en pena.
Cruzando a estas mujeres y haciendo la miseria de darles, porque el gesto se va solo, como el paso, y al español como el respirar, mientras le oigo el alegato mañoso, pienso en el odio que esa carne de mujer debe de sentir por la turba de la que vive y se muere: del transeúnte. Hay que acordarse de que hasta la madre más caída en vileza es una mujer limpia, lavada como por su propia leche.
Pero a la frase de el niño, no. que vale por un grito de salvación, se me ocurre que habría que aparejar la otra. El hombre, no. Tampoco el padre.
Porque si en el menester sin adjetivo el niño se estropea, pudiese ser que el hombre degenere más aún. Que el hombre se halla endurecido para la calle. Que el hombre casi es calle por su natural. Que el hombre resiste mejor la hediondez del estacionamiento en el crucero o la estación. Que ese hombre guardado en la casa o ambulando, no en mendigo, sino en vago, mientras le buscan el pan, se vuelve un absurdo mayor todavía?
Pero es que es muy grave también el estropeo del varón, y es mucho a unos niños que le dicen padre, y otro tanto a una sociedad.
Me cuentan que el vicio de mendigar lo toma él con más facilidad que la mujer, de la cual siempre tira la casa, que acaba por recuperarla. Lo dudo bastante. Se yerra haciendo ley con unos cuantos casos de truhanes a quienes se toma por obreros.
Ha corrido mucha agua bajo los puentes; es decir, ha engrosado en los últimos años la dignidad proletaria, y el obrero que cae en la mendicidad es hombre que lo hace apretando los puños o la mirada. de humillación colérica, y alguna vez la mano coge la moneda como una brasa, y el mismo que da siente la escocedura del ofendido.
Me dirán que es peor lástima ese hansbre metido y guardado en un hogar, haciendo de ama de cría, y que no se soporta ni siquiera la idea de carnero o de ciervo echado al sol con los animalitos en torno. estos miedos no me dan miedo y hasta me dan cierto gozo.
En nuestra raza que no las sajonas. el hombre, por un prejuicio tonto, rehuye el quedar horas con sus hijos, y no digamos el jugar con ellos.
No quiere aniñarse por mantener la distancia mis chilenos dicen el respeto. Es padre más pueril el sajón, que travesea a lo bobo con sus críos, que se hace su lector del domingo y que sabe de muy buen saber que el padre también ha de ser un tierno, aunque de otra manera que la madre, porque paternidad y maternidad no son los opuestos que algunos se creen, que son dos tiempos musicales turnados o conjugados.
Alguien ha dicho por allí que el padre perfecto llevaría dentro un bendito tercio de madre, como la madre cabal llevaría un listoncito del padre, gracias al cual puede guardar y icelar bien.
Aquel hombre sin trabajo que tiene que soportar el que su mujer mendigue, tal vez quedado en casa descubra de pronto, como un tesoro, la delicia del padre niño, del viejo traveseador o contador de historias. si se ve forzado a hacer alguna vez comida suya y de sus niños, mejor que mejor: la novedad le sabrá a grotesca primero: después, a natural; un buen día, una dulzura estrenada muy tarde. Los niños, no. como dice Carner. Ojalá el hombre tampoco!
en Contra la anti. Viene de la página anterior)
gemebundo en cada esquina y el desfile si.
niestro junto a las terrazas de los cafés y el hallazgo perpetuo en cualquier andanza de mil doloridos y necesitados que la adversidad o un tino deliberado redujo al oficio permanente de náufragos. Sí, mas no se me oculta la dificultad que experimentan las leyes contra las costumbres, la enérgica voluntad de un día contra los resabios seculares.
Pero la sociedad delinque gravemente y favorece la peor amenaza contra sí misma porta Más de 25 AÑOS DE LABORATORIO cuando consiente el baldón de los niños errantes, unas veces alquilados por empresarios del gran negocio patético; otras, desperdigados, soltados a lo que pesquen, por padres y madres en quienes fallaron resortes esenciales de la naturaleza, y muchas veces, sin duda, reales víctimas sin alternativa de la cruel miseria, voceros de calamidades ciertas. Aquí del castigo a padres o especuladores indignos y de la recogida, en cualquier caso, de todos los niños forzados a la antiniñez, ahora sin más recurso que envilecerse en la costumbre cultivada de su condición, o ser primero dramáticos testigos y luego jueces pavorosos de cuanta belleza, gracia y bienestar les rodea, les consiente y casi para las santas voluptuosidades de la caridad barata les necesita.
No existía, como hoy, abundancia de orfanotrofios, de escuelas maternales, de jardines de niños, de refugios limpios y claros, de aulas y talleres del Estado añadidos a tanta libre institución benéfica cuando pintara Holbein la maravillosa tela que guarda el Museo de Barcelona. Aparecen en ella dos niños menesterosos, en cuyas trazag dejó huellas sutiles la contemplación de tanto bien y aun inocente alegria, Inasequibles, en cuyas figuras queda el rastro, apenas perceptible, de innumerables miradas de despego. Uno de los dos rapaces es de alma todavía pura y serena, sin atreverse a creer que no hallará en algún meandro de la vida benevolencia Pero ya el otro es juguete de una precoz malicia, dispuesto a no urdir na.
da leal. En las calles de Madrid he vuelto a verles a menudo (están difundidísimos. y no sé cuál de los dos me inspira al pasar un segundo de más aguda aprensión.
con más de 300. 000 EXAMENES son la mejor garantía del LABORATORIO del Licenciado CARLOS VIQUEZ Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica