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372 REPERTORIO AMERICANO OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338 no sus cío.
Nuestro poeta o prosista, por su lealtad a la clase trabajadora (ya haya nacido o no en ella) y por selección natural de asuntos fuertes y expresivos, escribirá cada día más sobre las luchas del agricultor y del trabajador. Pero si su visión es sana, ésta hará sea cual fuere su asunto el material para el arte revolucionario. El término proletario aplicado al arte debe referirse a la clave y a la visión en que se conciba la obra, más bien que al asunto.
Debe ser un término cualitativo, cuantitativo. Una historia de la vida de la clase media o de la vida intelectual, o aun de figuras mitológicas, si está encendida con la visión revolucionaria, es arte proletaria más efectiva y arte más eficaz para los proletarios. que un anaquel lleno de novelas insípidas acerca de trabajadores estereotipados.
Quiero caracterizar dos de nuestros problemas específicos.
Nosotros los escritores tenemos dos caminos para llegar al dominio de nues tro material. Tenemos que penetrar la vida en las personas y en nuestro propio yo.
Estos dos caminos son realmente uno: y el escritor tiene que em prenderlos los dos a la vez, de otra manera no podrá adelantar en ninguno. Si miramos a las personas o a las clases, excepto con el ojo del conocimiento de nuestro propio yo, no las veremos; y si miramos hacia nuestro yo interior, excepto con un ojo disciplinado por el conocimiento objetivo, veremos solamente las neblinas del egoísmo que son la negación del verdadero yo. Aun más complejo es este doble camino que tenemos que tomar, y nunca dejar de tomar. Si miramos a las personas de una clase, no las conoceremos a menos de que no veamos la clase opuesta. Si miramos al presente de cualquier escena, no la conoceremos a menos de que no veamos dentro de ella el pasado. y su dirección dinámica: su futuro. Esta es la dialéctica del artista.
Porque las clases estén en un conflicto mortal y porque nosotros hayamos tomado partido, esto no quiere decir que ellas no tengan nada en comúr. quiere decir que tienen la vida en común. La lucha de clases, para nosotros, es un foco de luz, una forma moderna, por la cual se revelan intempestivos ingredientes de la naturaleza humana comunes a todo el mundo. No es un sustituto del entendimiento, sino una especie de espectro en el cual el hambre, la pasión, el amor, la piedad, la envidia, la adoración, el ensueño, el miedo, la desesperación y el éxtasis reciben un orden dinámico moderno.
El otro ramal de nuestro camino simultáneo es el propio yo. El yo es el número entero de valor y de acción social, la norma y forma de vida como el El escritor hombre puede conocerla.
revolucionario debe entender la persona, o sus retratos de la lucha social serán achatados y efímeros como un cartel en una cartelera. Desde el tiempo de Shakespeare, Cervantes y Racine, los artistas estaban creando la imagen del Alma solitaria. la voluntad latómica una imagen que sirvió para constituir el medio en que podría florecer la economía individualista protestanteburguesa. Tenemos que tener poetas para cantar la imagen de la nueva y más real persona: la persona que se da cuenta de que está integrada en un grupo y en el cosmos; la persona a través de la cual habla el todo célula consciente del orden consciente comunista.
Sólo haciendo ver claramente los valores intempestivos en la lucha de clases a todos los miembros de las clases explotadas y a las personas sensitivas de todas clases (pues bajo el capitalismo todos los hombres honrados y todas las mujeres honradas están oprimidos)
puede el escritor estimular la voluntad para la acción revolucionaria. Sólo profundizando su comprensión de las formas culturales históricas, tales como la religión, en la cual estaban sintetizadas, por defectuosa e impuramente que fuera, las intuiciones más profundas del hombre acerca de su naturaleza orgáni.
ca (como la voluntad creadora del hombre maduro está sintetizada en el ensueño y en el juego del niño) puede ei escritor tocar el espíritu del trabajador y del agricultor y de la clase media americana, para libertar su espíritu de formas anticuadas y llevarlo por nuevos canales creativos. sólo así podemos nosotros salvarlos de las devocioncs decadentes que son el cebo traidor de los fascistas.
Así, que el escritor revolucionario americano de menos que todo el cuadro, es mala filosofía, mal arte y mala estrategia Sabemos que hay guerra; hemos declarado esta guerra nuestra; y sabemos que en la guerra la estrategia es importante. Pero ésta es una guerra cuyo campo de batalla es el mundo el mundo de extensión, y no menos el mundo de profundidad interior. En esta batalla hay sinnúmero de luchas separadas. Muchos, combatiendo en frentes especiales, se ven obligados, por lo crítico de su posición, a ignorar su relatividad en el todo; o a menospreciar y olvidar valores que no parece puedan aplicarse a su necesidad única y urgente. Por lo tanto, nosotros los escritores debemos conocer la anchura y profundidad de toda la lucha; conocer su fondo y su primer plano: conocer sus valores fundamentales dentro de sus fines inmediatos: para que, por la experiencia común de nuestro trabajo, se guarden el equilibrio y la unidad; para que en la fiebre de la lucha no languidezca ninguna herencia humana de verdad y libertad; y que la gran guerra por el Hombre se mueva, sin error ni ceguera, hacia su fin. Nuestro trabajo especial es el universal. En nuestro campo, no puede haber estrategia, sino la verdad entera.
Si algún escritor pone esto en tela de juicio, dudo que sea un artista; y dudo que sea marxista. Si creemos que el Comunismo es el próximo pasu orgánico del mundo que va a libertarse liberando las fuerzas mundiales de salud, tenemos que creer en un arte que revele las profundidades del hombre que marquen este destino. Encerraremos en nuestra obra la sustancia de la vida: la sangre, el hueso, el ojo, el abrazo consciente de la necesidad cuyo hijo es la libertad sabiendo que en tanto como demos vida a esta verdad, nos estamos moviendo y moviendo a los que nos oyen, hacia la Revolución.
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