BourgeoisieCarmen Lyra

REPERTORIO AMERICANO 93 JOHN KEITH CO. INC.
SAN JOSE, COSTA RICA AGENTFS REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Register Co. Máquinas de Contabilidad BURROUGHS (Burroughs Adding Machine Co. Máquinas de Escribir ROYAL (Royal Tipewriter Co. Inc. Muebles de Acero y Equipo para Cficinas (Globe Wernicke Co. Implementos de Goma (United States Rubber Co. Maquinaria en General (James Motley, New York)
JOHN KEITH, RAMON RAMIREZ, SOCIO GERENTE.
SOCIO GERENTE Años después, doña Elena pudo leer obras mejores. Fué una época de regocijo espiritual: leyó mucho, muchísimo del Siglo de Oro español. el Quijote le despertó tal cariño, que hace apenas dos años emprendió la tarea de leer los ocho tomos que forman el texto y los comentarios de Clemencín.
También ha pasado muy buenos ratos cor.
la Crónica de Bernal Díaz del Castillo. ¡cómo le gustaron los Comentarios reales de Inca Garcilaso! Se necesitaba hacer un esfuerzo para dejar la lectura de prosa tan sabrida. De mil amores volvería a leer Volpone de Ben Jonson. escritores costarricenses. Carmen Lyra, es admirable. le agrada tanto el artículo acerca del Dr. Baer como el que escribió a propósito de lo que han dado en llamar Día de la Madre. Carmen Lyra no podía seguir escribiendo solamente sobre temas bonitos.
Doña Elena lee Repertorio Americano. Es lectura dominical; ese día hay más tiempo para el saboreo. Qué lástima, decía, que Abelardo Bonilla no continuara Al margen del noticiario cablegráfico. De cuántas cosas interesantes nos informaba y qué buenos sus comentarios. Por los capítulos que me leyeron, me parece que El Infierno Verde de Marín Cañas es un buen libro. La Vorágine y Doña Bárbara son sus preferidas entre las novelas sudamericanas. Yama, de Kuprin; es un libro juzgado como inmoral por gentes superficiales. Para mí es una obra excelente. Ya mis ojos no dan. Me habría encantado leer los tres tomos de la Historia del arte de Pijoan. Qué buenas ilustraciones. Por qué no lee los resúmenes de los distintos capitulos. No, porque así no me sabe.
Azorín le gusta mucho. Me encantaría que todos esbribieran como él. Dice muy bien las cosas; nunca hace enredijos.
Waldo Frank, Stefan Zweig, Maurice Paleologue, autores que ha leído con deleite.
Erenburg la cautiva. Es autor que desconcierta. Qué alentador sería que siquiera un 50 de la juventud tuviera un espíritu ágil, fuerte, como el de esta santa viejecita. Bien; ha resultado extensa la introducción. Interesa tanto hablar de doña Elena como que ella nos hable de sus recuerdos. Cuando yo estaba chiquilla, los baños escaseaban en San José. Por la Cuesta de Moras, había una pila hondísima, punto de reunión de muchas mujeres que iban a bañarse y a nadar. Los hombres no podían ir (respeto a la moral de entonces. Los vestidos de baño. Eran originales; ridículos, si se quiere.
Figúrese Ud. que se ponían enaguas viejas de lana: se adaptaban la pretina al cuello; por el hueco donde antes estaba la bolsa, sacaban un brazo y por la manera, el otro.
Ahora me da risa al recordarlo, pero antes me parecía una cosa muy natural. Se imagina Ud. el cuadro con semejantes nadadores. Pocas diversiones había cuando yo era jovencilla. Los bailes de sociedad eran generalmente en el Salón Chaves, situado en la esquina que ahora ocupa la Joyería de Scriba y González. Había muy buenas orquestas. Bailábamos valses, polcas, mazurcas y el baile de lanceros; éste requería mu cha atención, pues tenía figuras diversas El Teatro Municipal estaba donde hoy queda la Escuela Italia. La verdad es que no podría precisarle el lugar. Era un edificio destartalado, feote y de paredes encaladas.
Los palcos carecían de asientos; cada fami.
lia que deseaba asistir a una función, tenía que enviar con anticipación el número de sillas que necesitaba. Al día siguiente, un criado iba a recogerlas. La iluminación. Se hacía con candelas colocadas en arañas enormes que pendían del techo. Se usaban también unas lamparitas de canfín. Era frecuente que una señorita se volviera hacia su amiga. Mirá qué churretes de esperma me han caído en el vestido. En ese entonces se comía muy temprano y como las tandas comenzaban a las ocho, se servía un chocolate antes de partir. Después. a arreglarse. Nada de afeites. Los trajes eran de sedas excelentes; usábamos chaquetillas en punta se tallaban a fuerza de varillas y que dejaban el tronco como metido en un molde. Muy largas y anchas eran las enaguas. El peinado. Se usaba pava, pero no lo que llaman cerquillo. Se sacaban dos carreras laterales y el pelo comprendido entre ellas, se recortaba y luego se hacía en crespos. Atrás, por lo general, se hacían bucles. Sombreros. pañolones. Qué tiempos aquellos!
Aquí no había tintorerías y por eso, cuando se quería tenir algún pañolón bueno, se enviaba a Londres. Recuerdo que los sombreros eran pequeñones y se ponían a la pedrada. Un poquillo de opresión en el pecho, en espera de los tres cohetes que anunciaban la ansiada función. Qué gracia hoy!
Siempre hay funciones, son varios los teatros y muchas las tandas. Reparten programas, las anuncian los periódicos y la radio.
Además, si llueve, se pide un rápido. En esa época no había autos y los coches eran muy escasos. Un aguacero impedia la función. Qué calles! Realmente eran intransitables. Un farol en cada esquina era toda la iluminación. veces, un criado, provisto de una linterna tenía que ir adelante para alumbrar el camino.
Venían compañías espléndidas como la de Villalonga. Así fué como vimos tantas óperas, operetas, dramas, comedias y zarzuelas.
Pero también llegaban prestidigitadores que entretenían al público las horas muertas.
Largos los intermedios: se aprovechaban para tomar algo. El papá, el hermano, el novio, salía a buscar comedera y bebedera a las ventas, situadas frente al teatro. Recuerdo a Caraciola Ocaña, señora dueña de uno de esos puestos, que hacía un café riCo. Dada la orden, era cumplida inmediata mente: al palco llevaban el chocolate o el café, pasteles y tosteles. Con el puntalito estábamos bien hasta las 11 y media o doce de la noche en que terminaba la función.
Un paño tibio, lectores. Ni consuelos para la burguesía (como diria Gorki) ni cosas ofensivas.
USE NAVAJAS SOUPLEX Garage Penón EN TODO TIEMPG LAS MEJORES.
TELEFONO 2061 Av. 10. Al Oeste de El Pelayo. San José.
En este taller reparamos totalmente su auto o camión, a dejarlo comp etamente nuevo, se lo pintamos con elegancia, le cambiamos el capote y le arreglamos el tapiz. Nuestro lema es BUEN TRABAJO PRECIO MODICO DE VENTA: Almacén CASTRO QUESADA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica