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REPERTORIO AMERICANO 263 una res poseen una eminencia que coloca su entrevista completamente fuera de la atmósfera de las meras disputas domésticas y de la susceptibilidad idiosincrásica.
Examínese la situación por un momento. Ahí está Rusia resolviendo todos los problemas que nosotros tratamos vanamente de eludir con el dinero de subsidios al paro, de ahuyentarlos con la fuerza de armamentos, de alejarlos mágicamente por medio de rezos en favor de un resurgimiento del comercio En el curso de la labor hecha para resolver dichos problemas se han realizado descubrimientos políticos, en ciencia política aplicada, de un interés enorme y de una capital importancia. Séame permitido citar los dos principales.
En primer lugar, los estadistas rusos han descubierto que en un país realmente libre es decir, un país que pertenece a su propio pueblo, y en el cual un grupo cualquiera de hombres capaces e inspirados por el espíritu del bien común puede organizar cualquier servicio público que les plazca, sin tener que recurrir al Parlamento pidiendo leyes especiales, y sin tener que paga sumas monstruosas a terratenientes y abogados, la forma en que la gente responde a esa libertad es hasta tal punto mayor de lo que pudo concebirse sin una demostración práctica, que Rusia ha podido efectuar en diez años transformaciones sociales que bajo nuestro sistema hubiesen exigido un siglo, si es que el simple hecho de proponerlas no hubiera determinado la reclusión inmediata en un manicomio para los autores de semejante proposición. Es esta revelación de las reservas de capacidad organizadora y administrativa contenidas en las masas lo que ha impresionado a Stalin tan hondamente, como demostración de que el pueblo es indispensabl en cuanto fuerza política. Lord Passfield, ci devant Sidney Webb, que es tal vez el investigador más científico de la democracia industral entre los que hoy viven, puso la mano inmediatamente en este descubrimiento, y no tardará en hablarnos de ello con la extensión debida.
El segundo descubrimiento fué éste: cómo, bajo esas mismas condiciones de libertad antes citadas, se va elaborando una Constitución, desde los mismos cimientos hasta su remate, al salir dei caos político. En un prefacio reciente he mostrado que el Comunismo no produce ni una dictadura tosca, ni un Comité, no menos tosco, de Salud Pública que emplease la guillotina ciega y desesperadamente, hasta que el verdugo se declare en huelga por agotamiento; sino un clero democrático, seleccionado por propia vocación, que organiza una Iglesia Militante democrática con su Inquisición, unidas por una te común y por sus votos de pobreza y castidad. Para expresarme en términos wellsianos, produce los Samurai que anhelaba míster Wells, en epoca en que liberales y radicales se estaban narcotizando todavía con sueños amorfos de gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo. Rusia ha creado el gobierno del pueblo para el pueblo, por hombres y mujeres a quienes les interesa lo bastante la condición en que vive el pueblo para que se dediquen a esa labor por la labor misma, a través de una jerarquía que es democrática en su base y voluntaria de arriba abajo. Rusia ha realizado el ensueño de Mr. Wells, sacándolo del país de los sueños y llevándolo a la realidad para que el mundo lo vea y lo imite.
Tomemos al propio Stalin. No es ni duque ni señor. ni rey ni canciller, ni dictador ni primer ministro, ni arzobispo ni objeto de unos saludos impuestos por muchachos vestidos con camisas de color, sino simplemente secretario del órgano supremo de control de la jerarquía, sujeto a ser despedido con cinco minutos de previo aviso si no cumple su mandato a satisfacción.
Ha logrado ese puesto por la ley de supervivencia del más apto, y lo ha desempeñado durante años entre las más espantosas vicisitudes que rodearon jamás el doloroso parto de una nueva civilización. Es un estadista que posee una experiencia extraordinaria, unica, comparados con el cual los gobernantes de las potencias occidentales agarrados a un sistema automático y nefando, pertrechados con un surtido de frases vacuas, de historias ficticias de rutinas trasnochadas. parecen hileras de muñecos destartalados en un viejo museo de figuras de cera. ΕΙ privilegio de celebrar entrevista con Stalin es un honor y una oportunidad, de los que puede enorgullecerse hasta el más eminente filósofo social.
Ese privilegio fué concedido, muy merecidamente, a Wells. de qué le sirvió a nuestro Wells? Entró trotando en el Kremlin y vino a decir en sustancia, esto: Señor Stalin, usted es una medianía, con una cabeza también de segundo orden, llena de esa tontería que llaman la lucha de clases, a la que mis amigos del Club no prestarían ni un momento de atención.
Ahora escúcheme a mí, que le voy a explicar las enormes posibilidades del Mundo de William Clissold, etc. etc. también lo que habrá de parecerle a Stalin; pues Stalin, aun cuando ha demostrado que reconoce en Wells a un hombre genial, y como a tal le ha rendido el tributo más alto que estuviera en su poder, no es fácil que sepa lo que todos sabemos en Inglaterra, o sea. que Wells se parece a Carlos Marx en que se niega a tolerar la existencia de cualquier otro guijarro en la playa.
Wells puede desarmar la crítica en su país admitiendo plenamente sus propias flaquezas, haciéndonos reír a todos con ellas, con lo que luego le seguimos estimando lo mismo. Pero ésta es una ocasión en que no cabe valerse de la intimidad británica; y, francamente, más valiera que presentara sus excusas a Stalin y que luego se vengara sobre mí hasta la saciedad.
Es éste un momento en que ha llegado la hora de tomar decididamente la delantera, entre los de habla inglesa, y tener la común decencia diplomática de tratar a Stalin con la consideración más distinguida. Si hay alguien en el Ministerio británico de Negocios Extranjeros que posea la menor previbión y tenga la más leve idea de la situación en el Extremo Oriente, el próximo viaje del príncipe de Gales será para ir a la El príncipe sabrá comportarse debidamente, cualesquiera que sean sus opiniones particulares. Lord Lothian y Lord y Lady Astor, por no hablar de mí mismo, supimos comportarnos irreprochablemlente; tratamos a Stalin del mismo modo que hubiésemos tratado al emperador de una potencia amiga, y desempeño su papel magníficamente, Wells hubiera debido dejar tras de sí las modestas irresponsabilidades de Atlas House (1) cuando estaba visitando el Atlas.
Le vuelvo a repetir mi llamamiento para que aclare, en unas palabras finales, que aprecia realmente las magnitudes representadas hoy día por las palabras Rusia y Stalin.
Por lo que respecta a Maynard Keynes, confieso que me hizo reír llamando a Stalin gramófono. Stalin le dará lo mismo; todos somos gramófonos cuando se trata de la tabla de multiplicar, y Mr. Keynes sabe bien que gramófonos más horripilantes son nuestras Universidades, con sus discos desgastados y trasnochados. En cuanto al reproche que se me hace de no ser científico (un vocablo que en su sentido personal emplean ahora principalmente los boxeadores. no pasaré con ello a la posteridad. El Hombre Científico Perfecto es aquel que resulta tener razón siempre, cualesquiera que sean sus métodos. No existe y no existirá nunca. Faltándonos ése, el hombre más científico es aquel que resulta tener razón el mayor número de veces.
una etc. yo le pregunto a Wells si se va a quedar en eso. Es inútil que proteste diciendo, con toda sinceridad, que no fué así, que él nunca tuvo la intención de que fuera así, y que yo soy todo lo embustero y todo lo snob y todo lo difamador que pueda llamarme su elocuente pluma. Porque esa para frasis mía es precisamente lo que vino a ser, en resumen, la entrevista, y lo que habrá de parecerle a cualquiera que la lea, salvo a H, Wells. Es (1) Presumimos que es el edificio de Londres donde está instalado el Club.
EN BUENOS AIRES, de ud. solicitar el LA Agencia General de Publicidad de Eugenio Diaz Barneond, en San Salvador, puede darle una suscrición al Repertorio. pueRepertorio Americano, a la EDITORIAL PAN AMERICA. Bolivar, 375. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica