34 REPERTORIO AMERICANO que a pesar de estas condiciones llegó a todos los niveles de lectores e influyó sobre una masa inmensa.
La literatura portuguesa es muy grande; pero por razones del idioma, injustamente desconocido, ha tenido en muy pocas ocasiones esta suerte de que uno de sus miembros se universalice en poco tiempo y quede plantado medio siglo en el mismo punto de su éxito inicial.
Sin embargo, él ha sufrido bastante de las traducciones flojas o pésimas.
Pero lo mismo que contó en la vida Eca de Queiroz con el amigo selecto, lleno de devoción hacia su persona, ha habido algunos traductores suyos ardientemente fieles a su obra y bastante dignos de su menester. Fernández Florez ha sido esto para él en España, y es lástima que no haya más obras de mi padre traducidas por este escritor escrupuloso.
Llano, muy llano, con ese tipo de naturalidad del latino clásico que así para vivir como para escribir es un hombre clásico.
Ma u el Cossío fué él y fué su ambiente Por AMERICO CASTRO De Revista de Pedagogía. Madrid, septiembre de 1935. Concluye. Véase la entrega pasada)
más, aquel hombre todo dulzura y atenuaciones. Para escribir decía tengo que calentar mi caldera, y eso requiere dos o tres horas previas de concentración. Yo lo haré, le prometo que lo haré. Tengo que ordenar todos los papeles, que son muchos, muchos, y no he de morirme sin hacer lo de Francisco. Querría escribir también ciertas cosas sobre historia del arte para que ahí queden; sí, sí, qué duda cabe; ipero si tiene usted razón! Su voz, fuerte y armoniosa hasta el fin, subía de tono, se caldeaba. había que detenerle, porque el esfuerzo evidentemente le era nocivo. Luminoso, entusiasta, acogía toda noticia o idea, y la orlaba de comentarios penetrantes. Decía, sin embargo, que nada nos enseñaba, que sólo servía ya de pared de rebote, para que ensayáramos nuestras personales maneras de ver. La verdad es que nunca nos apartábamos de Cossío sin haber logrado un provecho intelectual, y un goce para la fantasía. Qué anecdotario el suyo! Anécdotas que no aspiraban a ser ingeniosas, como suelen serlo las de los especialistas en tal género. Las de Cossío eran trozos de historia, de realidad poetizada, densos, cargados de color, relatos en que la minucia se incorporaba llena de atractivo y de resonancias. Ya no se estila contar cosas en esa forma. Lamento que mi memoria deleznable no me permita reproducir aquellos sucintos y deliciosos relatos. De niño, en El Escoriai, conoce al que fué último prior de los jerónimos en aquel monasterio. Su imagen infantil de la Revolución de setiembre, reminiscencia de viajes por toda España. Algunos amigos recordábamos junto a su lecho los momentos en que habíamos conocido la máxima escasez de dinero, y él tuvo también que contar, porque en Leipzig, donde tenía forzosamente que ver establecimientos docentes, pasó cuatro noches en la sala de espera de la estación, porque el escaso haber de que disponía no daba sino para comer un poco y servirse de las duchas públicas.
Un maravilloso conversador, y un lector único. nadie oí leer el Quijote con el arte perfecto que él lo hacía. Cuando miramos hacia la realidad humana en este momento de hoy, sorprende que haya habido en torno a uno tal clase de hombres, hombres con vida artística, sin estirada ufanía, sin desplomes de vulgaridad ni insignificancia. Conocemos personas eminentes, que realizan éstas o las otras actividades, muy valiosas, pero cuya vida, como tal, no constituye la mejor porción de su obra. es que ahora no se practican esas enseñanzas de caligrafía moral, en que el propio vivir actúa de dechado. Terrible y maravilloso oficio el de proselitista moral, religioso o político (un recuerdo a la acerada austeridad de Pablo Iglesias. Vidas unitarias, de un bloque. Las gentes de hoy vivimos en tajante escisión; la fachada de cada uno (en el mejor caso)
es su obra, a la que todo se pliega, y no la oficina cerrada en que aquélla se fragua. En Cossío y en Giner la obra surge como una concesión más a esa entrega incesante de lo mejor que había en ellos. Si el escrito resulta después que posee valor autónomo, tanto mejor; mas no se olvide que todo fué benefactoría: bien y amor para España y sus hijos.
Tampoco es dable observar hoy aquella combinación de aristocratismo y de simple He solido charlar mucho con Cossío de lo que yo consideraba una grave dolencia hispana: el oralismo, o sea la fugacidad e instabilidad de los esfuerzos. Por de contado que Cossío escribió mucho más de lo que era esperable del género de vida que su alta misión le impuso. Su Greco no ha sido superado, y sobre temas pedagógicos expresó bastantes cosas esenciales, que otros con más competencia habrán de valorar. De todos modos, en más de un caso, al oírle una observación profunda o sagaz acerca de arte, letras o vida, y al decirle que cómo no escribía algo sobre ello, respondía así: Si ya se lo he dicho a usted, qué más da. Lujo señorial, en él explicable. Aquel hombre espléndido consagró su vida a la acción, a la construcción oral. Su tiempo fué de todos, de cualquiera que llegaba en solicitud de una palabra, que sin tasa ni mesura era administrada con olvido absoluto del interés propio. El interés consistía justamente en ocuparse de los demás. No siempre, por otra parte, el visitante poseía la necesaria discreción, ni era merecedor de tan suave acogida. Una vez, cierto extranjero que luego publicó algo sobre el Greco, fué a ver a Cossío poco antes de ser dado a la imprenta su célebre libro. Con el manuscrito a la vista, el autor comunicó pródigamente cuantos datos se le pedían. Al final, el francés grecófilo dice a Cossio si no podría confiarle aquel manuscrito, que parecía interesante, para que él se documentara.
Muchas veces le incité a murar su puerta contra el asalto constante a su generosidad espiritual. Preveía lo que ha ocurrido, que iba a marcharse sin hacer lo que ahora no podrá realizar nadie. Justamente por la indole de su vida, en la Institución había mucho de tradicional, que constaba en los recuerdos y no en el papel. Los mismos papeles, las cartas inéditas de Francisco ofrecerán bastantes incógnitas a cualquiera que no sea Cossío. menudo le rogaba que, ya que su estado de salud espiritual lo permitía, dictase por lo menos un esbozo de sus memorias, que habrían sido una crónica muy sazonada de aspectos españoles (que la historia grande no abarca. y al mismo tiempo, base para un análisis de la personalidad de Giner y de la suya. No fué posible. Es muy difícil atajar el rumbo de unos hábitos cuando se alcanzan setenta años. Tendría que haberse mostrado duro y tajante con los deMAS DE 25 AÑOS DE LABORATORIO CON MAS DE 300. 000 EXAMENES son LA MEJOR GARANTIA del LABORATORIO DEL Licenciado CARLOS VIQUEZ Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica