REPERTORIO AMERICANO 23 Quiere Ud. buena Cerveza. Selecta 66 Tome No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube de animales. Pero él no sabia qué era todo ayuello. La ignorancia en que había vivido hasta ese momento impedíale especificar y diferenciar lo que veía. Por lo demás, sit trico deseo era encontrar al Hombre y medir sus fuerzas vírgenes con él. dónde andará ese guapo? se preguntó. Vamos a buscarlo. siguió andando hasta entrar en el dominio del Hombre. Le extrañaba el cambio del paisaje y la diferencia que notaba entre su abrupta montaña nativa y esta tierra amplia y lisa, donde todo parecia estac bajo el cuidado de una mano poderosa. Le extrañaba también la ausencia de los animales que vivían en la montaña. Ni una perdiz, ni un zorro, ni un conejo. Unicamente los pájaros y los insectos continuaban allí su vida de sempre.
Ya estaba pensando que en esa tierra no habitaba animal alguno, cuando vió, er una pequeña vega junto al río, un Caballo muy flaco. Se detuvo y lo observó un momento. Bah! dijo después. Ese no mi guanta ná.
Avanzó con el vientre pegado a la tierra y cuando estuvo cerca del Caballo, que pacía tranquilo y despreocupado, se irguió repentinamente, gritando. Vos sos el Hombre?
Al oír esa voz gruesa y desacostumbrada, el Caballo dió un respingo, asustado. Aunque hacía años que no veía un León, recordaba perfectamente qué clase de compadre era, y contestó rápidamente. Yo no soy el Hombre, iñor. Quién es el Hombre, entonces? interrogó el León. El Caballo, al ver que el León no pretendía nada contra él, contesto cachazuda y dolidamente. El Hombre, iñor, tá más aajo y es un animal muy malo y muy guapo. mi me tiene bien dao, y porque no me le quería or, me metió unos fierros en la boca, mi amarró con unos corriones, y con otros fierros clavacres que se puso en los talones, se me subió encima y mi agarró a pencazos y puyazos por las costillas, hasta que tuve qui hacer su luntá y llevalo onde se liantojaba, y dey me largó estos rincones onde casi me muero di hambre. Pa qué sos leso? dijo despectivamente el León. Yo voy a uscar al Hombre a ver si es capaz de ponese conmigo.
Siguió andando, y poco más allá, detrás de una cerca de pirca, vió el lomo de un buey.
con sus cuernos. Es es el Hombre. pensó el León. qué bien regrandazas son las uñas que tiene. Pero las tiene en la cabeza, mientras que yo las tengo en las manos. ver si es el Hombre.
De un salto se encaramó encima de la pirca. Vos sos el Hombre? gritó al Buey.
El Buey se puso a temblar, asustade, más muerto que vivo, y sacando la voz como purio, contestó. Yo no soy el Hombre, iñorcito. El hombre vive más aajo.
Pero el León no le creyó. Me querís engañar que no sos vos, porqu estay tiritando e cobardía. te alimas a peliar conmigo. Paqué ese cuerpo tan regrande y esos armamentos que tenis en la cabeza si no pa ganásela a los que no son guapos como yo. Ponele al tiro, si querís! el Buey, viendo que no podría huir del León ni hacerle frente, respondió, casi llorando de miedo. No, iñorcito, por Dios. si yo no soy peliador ni guapo, ya ve qu el Hombre me tiene bien amansao y que cuando yo estaba más toruno y me le quise sulebar, echó unos lazos, me tiró al suelo y me marcó el pellejo con un fierro caliente, qu entuavía escuece. No ve, su señoría, aquí en las ancas. m hizo otras cosas más, bien repiores, que me dan vergüenza. Después me puso yugo y hizo tirar la carreta a picanazos. aqui stoy, iñor, paeciendo hasta qui al Hombre se li ocurra matame pa comeme.
El León, al terminar el Buey sus quejas, le dirigió una mirada de profundo desprecio. Tan regrande y tan. vilote. No servis pa na. Me voy. siguió valle abajo en busca del Hombre, pensando: Toos son aquí unos coardes ninguno es capaz encacharse conmigo.
Ya veía las chacras, y al dar vuelta a un bosquecillo vió un humo y después el rancho de una posesión de inquilinos. Se acercó a los cercos, sin hacer ruido. El Perro del inquilino, que estaba echado a la sombra de un peral, lo olfateo y salió a ladrarle. El León se sentó a esperarlo y pensó. Ese sí que ha de ser el Hombre. Bien me icía mi paire que nuera tan grande. Pero a mí no me la gana este chicoco! Es pura alharaca lo que trae y no se viene al cuerpo.
El Perro, que por instinto heredado sabia lo que era un León, le ladraba desde lejos. ver, Hombre, cállate un poco! le gritó el León. El Perro contestó arrogante. Yo no soy el Hombre, pero mi amo es el Hombre. Así está pareciendo, porque lo que sos vos, no mi aguantay ni la primera trenzá.
And icile a tu amo que vengo a desafiarlo, a ver si es cierto que es el más guapo del mundo, comu icen.
Fué el Perro para la posesión y poco después volvió acompañado del Hombre, que traía al brazo una escopeta cargada y fumaba, apacible, un cigarro de hoja. Bah. dijo el León, al verlo.¡Qué raro es el Hombre! Nu anda con la caeza agacha como toos nosotros. echa humito. Cómo comerá? Anda echao atrás. Bah! Yo tamién me siento en las patas pa peliar con las manos libres. Qué gran ventaja mi ha e llevar?
Poco a poco el Hombre acercóse al León.
Era un labrador, delgado, de bigotes, pálido, de aire tranquilo y reposado, vestido con liviana ropa campesina y calzado de ojotas. Nada había en él de temible ni de feroz, y la fiera no habría necesitado gran esfuerzo para acabar con él. El León estaba sorprendido y miraba fijamente al Hombre, que a su vez miraba al León.
Estaban frente a frente el rey de la montaña y el rey del valle. Vos sos el Hombre? interrogó el León. Yo soy el Hombre contestó el labrador sencillamente. peliar contigo vengo pa saer cuál es el más guapo de los dos en el mundo. Güeno dijo sonriendo el Hombre. Pero pa que yo pelee tenís que sacame rabia. Rétame primero y empués te contesto yo. ante la admiración del Perro, que contemplaba turulato la escena, el León empezó a insultar al Hombre. Asesino, que mataste a mi maire! Ladrón, que le robaste el mundo a mi paire!
Ausaor, que ausáis con los que no son capaces de peliar con vos! Coarde, que te valís de trampas pa peliar. Saltiaor. Bandío. Ya stá, ya insulté. Agora, si sos capaz, pelea conmigo. Güeno dijo el Hombre. Agora me toca a mí.
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El próximo lunes se hace la Serie MEDELLIN. Quedan pocas Acciones Av. Central frente a Cías Eléctricas aquel hombre delgado, de aspecto tranquilo, que de no tener una escopeta en las manos hubiera huido apresuradamente al ver al León, se echó el arma a la cara y le apuntó diciendo. Allá va una mala palaura. le largó un escopetazo y le quebró una pata. Ay, ay, ay, aycito clamó el León.¡Iñorcito Hombre, por faor, no peleo más con usté! más asustado y maravillado que dolido, el León huyó cordillera adentro, seguido de los ladridos envalentonadas del Perro.
Cuando llegó al nacimiento del valle, antes de internarse para siempre entre sus montañas, miró hacia el dominio del Hombre, y dijo. Bien me icía mi finao taita que no juera a peliar con el Hombre! Si con una palaura no más me quebró una pata. qui habría síc si me le viene al cuerpo?
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