BolshevismCapitalismCommunismLeninPrivate PropertySocialismStalinVíctor Raúl Haya de la TorreWorking Class

REPERTORIO AMERICANO 251 como los demás jornaleros, tiene que aceptar lo que Stalin y su Gobierno estiman que le conviene, y la pregunta que Wells pudo haber hecho es ésta. Es que los líderes bolcheviques no son los Clissolds de Rusia, y no tiene razón Wells cuando sus esperanzas de salvar a la sociedad las cifra en una conspiración de Clissolds, elegidos y nombrados por sí mismos? por otra parte. no tiene también razón Stalin al afirmar que esos líderes han de ser hombres de vocación irresistible, convencidos de que el capitalismo es un robo organizado contra el proletariado, hombres resueltos a acabar con ello sin ninguna clase de miramientos, del mismo modo que se acaba con otras clases de bandolerismo, y en absoluto indiferentes a sus intereses inmediatos al perseguir tal objetivo?
En esa descripción puede reconocerse fácilmente a Lenín y a Stalin, pero no a Clissold, ni a Rockefeller, ni a Ford.
De todos modos, sean nuestros libertadores apóstoles o bien parvenus enérgicos, no se puede negar la premisa de Stalin de que no podrán transformar e!
mundo hasta que logren el poder polítiY también que, como no tengan un ideal comunista por el cual sientan más interés que por cualquier propio provecho personal, emplearán su poder en racionalizar el capitalismo, en vez de destruírlo. Wells no teme esto, porque cree que el capitalismo no es un sistema, sino un caos. Nunca cometió error más craso. El capitalismo, en teoría. sobre el papel, es de todas las utopías la más sistemática y cabalmente razonada.
Fué su carácter completo y lógico, como plan capaz de obtener un rendimiento social óptimo de la institucion de la propiedad privada, lo que hizo que pensadores humanitarios como De Quincey, Austin, Macaulay y los Utilitarics se reconciliaran con él, aun presenciando pleramente sus horrores actuales y los previsibles, antes de que el Socialismo pudiera concebirse como fuerza polítca. El sistema capitalista, como tal sistema, sigue enseñándose como norma básica en nuestras Universidades, y por lo tanto nos sigue amenazando la horrible posibilidad de que Wells llegue a estudiarle algún día, y se pierda para el Socialismo tan completamente como Asquith el deán Inge. El problema está realmente planteado entre la propiedad privada, con su distribución automática a base de privilegios, y la propiedad pública, con una distribución igualitaria deliberadamente impuesta. Clissold no sirve para el Socialisnto mientras eluda este problema. De William Morris dijo Wells que era un poeta y un decorador.
Esa no es la significación que William Morris tiene para nosotros; los poetas y los decoradores abundan por ahí.
significación característica de Morris fué su opinión, libremente expresada, de que los capitalistas ociosos son unos ladrones infames (1. para él el adjetivo infame era algo más que una mera decoración. Se echa de menos este matiz en Clissold; sin embargo, es el lema constante del Socialismo.
En esta reseña de la colisión entre Stalin y Wells, entre una fuerza irresistible y un obstáculo inconmovible, echaros de menos la descripción de Stalin por Wells y la opinión que aquél le meT. a han resuelto con éxito, aunque no sobre la base de la propiedad privada, y aunque no en todos los casos haya sido inriecesario emplear la presión suave, pero persistente, del cañón de una pistola sobre el occipucio de Clissold. así transcurrió la conversación. No es literalmente cierto que la entrevista no ofrezca pruebas de que nuestro querido Wells posea el sentido del oído; pero me atreveré a decir que la famosa táctica de Robert Owen: No discutir nunca: repetid vuestra tesis. pocas veces habrá sido aplicada con más rigor que por Wells en esta ccasión. Me divierte tanto más cuanto que cuando conocí a Stalin, la primerísima cosa que advertí en él fué que era un hombre que sabía escuchar como pocos. No he visto nunca a un hombre que hable tan bien y que, sin embargo, muestre tan poca prisa en hablar como Stalin. Wells es un excelente conversador; pero es el hombre del mundo que peor escucha. Es una suerte que así sea; pues su visión es tan amplia y tan segura de sí, que la más leve contradicción Gespierta en é!
una furia ciega que se descarga en impaciencia desdeñosa y elocuencia vituperativa. ante ello es muy posible que Stalin no fuera tan indulgente como los antigos más íntimos de Wells aqui en su tierra.
Stalin le ofreció una salida. Le dijo. Qué pueden hacer. oz Clissolds. aun animados de las mejores intenciones, si no son capaces de plantearse la cuestión de la toma del Poder y si no tienen en las manos ese Poder? Todo lo más podrán cooperar con la nueva clase que tome el Poder; pero por sí solos no podrán cambiar el universo. Esa es la tarea de una clase fuerte que aniquile a la clase capitalista, y que a su vez se erija en dueña absoluta. esa clase es la clase obrera. La intelectualidad técnica (los Clissolds, ya se entiendie)
puede desempeñar un papel histórico independiente La transformación del inundo constituye un proceso largo, complicado y doloroso. Tamaño propósito exige los esfuerzos de una clase que imponga respeto.
Es curioso observar hasta qué punto se parece esto a cuando Gladstone o Bright hacían gestos respetuosos ante ei altar de ese ídolo del siglo xix, que se llama la Opinión Pública. Wells pudo haber recordado a Stalin que los bolcheviques consiguieron la victoria por el concurso de la gran clase de los campesinos soldados, que se empeñaron hasta el último instante en mantener la propiedad privada en su forma más extrema de propiedad campesina.
Desde entonces Stalin y sus colegas no han abandonado un momento, a su vez, la gran tarea de exterminar esos campesinos y de sustituirlos por industrialistas cultos.
Ya no es una paradoja decir que esa política cuenta con el apoyo entusiástico de sus víctimas más inteligentes en el mundo que no esté cordialmente de acuerdo con el principio de que, cuanto más diferente sea la suerte de su hijo de la suya propia, tanto mejor. Mas el jornalero ruso corriente, CO. 1) La expresión literalmente empleada por Morris fué damned thieves. Pero el epiteto damned tiene en el uso corriente a más de la acepción que, desde luego, le dió William Morris y recalca aquí Shaw, un sentido harto más fuerte y peyorativo que su traducción literal condenado. Corresponde más bien al que he.
mos estampado más arriba.
no CADA DIA UN LIBRO NUEVO es el lema de la EDITORIAL ERCILLA cuya BIBLIOTECA AMERICA ha publicado ya.
DUQUE, novela social, por José Diez Canseco. Obra de crítica a la sociedad de Lima. 50 JESUITAS, GOBERNADORES, MILITARES ESCRITORES, por Domingo Amunátegui Solar, Ex Rector de la Universidad de Chile 90 LA MANCHA DE DON QUIJOTE, por Augusto Halmar. Preciosa evocación de un estilista admirable. 60 PANORAMA DE LA LITERATURA ACTUAL, por Luis Alberto Sánchez.
La literatura de hoy en pocas estampas. 85 BOLIVARISMO MONROISMO, por José Vasconselos. Un vibrante alegato latinoamericano. 90 INDICE DE LA POESIA URUGUAYA CONTEMPORANEA, por Alberto Zum Felde. La mejor antología crítica desde 1900 a nuestros días. 90 RAUL HAYA DE LA TORRE EL POLITICO, por Luis Alberto Sánchez. Historia del movimiento aprésta y de la lucha antimperialista.
Incluyense escenas de Costa Rica. 00 LA ARGENTINA EN NUESTROS LIBROS, por Manuel Gálvez. Un conjunto de comentarios acerca de la actualidad argentina. 85 PEDRO MORENO, el INSURGENTE, por Mariano Azuela. La revolución mexicana por el autor de Los de abajo 50 DIEGO PORTALES, por Máximo Soto Hall. Biografía del eximio político. 85 De venta en ESTA ADMINISTRACION y en la LIBRERIA PERRIN Pedidos directos a la EDITORIAL ERCILLA Santiago (Chile)
Casilla 2787 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica