194 REPERTORIO AMERICANO Valle Inclán y América Por ALFONSO REYES. De Cervantes, La Habana. 60 Este an mo DAR El elccuente m2 Valle Inclán Visto por Massaguer Valle Inclán Por MANUEL DOMINGUEZ Por mil partes aparece América en la obra de Valle Inclán: a veces, de caso pensado; otras, en un vago fondo inconsciente si es que puede hablarse de inconsciencia para un escritor que pondera siempre las siete evocaciones armónicas de cada palabra.
En la Sonata del Estío, encontramos la Niña Chole, la mestiza dulce y cruel que el Marqués de Bradomín descubre entre las ruinas de Tuxpan, envuelta en el rebocillo de seda y vestida con el huipil de las antiguas sacerdotisas, sobre un paisaje de piedras labradas y arenales dorados, palmeras, indios y mulatos con machetes, y cabalgaduras llenas de plata. Preciosa miniatura que apenas enturbia cierta frase de la Niña Chole sobre el flete de Carón. que e!
negro de los tiburones va a pagar en el otro mundo.
Aquí inaugura el maestro la interpretación artística, sutilizada, del ambiente mexicano, escogiendo las escenas, ias palabras, los tipos más cargados de color; solicitando levemente los datos de la realidad para que todos resulten expresivos; trasladándonos a un momento convencional del tiempo, donde puede juntar lo más mordiente y vivo de los rasgos de algunas épocas. Así, aplica a los asuntos americanos el procedimiento con que trataba los temas peninsulares; aprovecha las sugestiones de los primitivos cronistas y soldados, que usaron de la pluma de las memorias cuando ya no podían más con la espada de las hazañas; o tal cual fugitiva evocación de la América de Chateaubriand. éste verdadero creador de la selva virgen. donde los árboles gritan corno en Dante. y procura siempre aquella objetividad parnasiana del Flaubert de la Salambó, sobre cuyo fondo estrellado corren poco a poco los velos de una melancolía católica y céltica, trémula de lágrimas y palpitante de insaciables anhelos. Es la noche americana de los poetas suspira el Marqués doblado en la bonda de la Dalila. y sentimos que en sus palabras tiembla el llanto.
Por las páginas de La lámpara maravillosa se percibe también la obsesión de los recuerdos americanos: En la llanura sólo florecen los cardos del quietismo. El criollo de las pampas debe a la vastedad de la llanura su alma enbalsamada de silencio, y si alguna emoción despiertan en ella los ritmos paganos, es por la mirra que quema en el sol latino la lengua de España. aquella adivinación: Todo el conocimiento délfico de los ojos es allí convertido en ciencia de los oídos, y en suitil aprender de topos. Se siente el paso de las sombras clásicas, pero ninguno puede verlas llegar. Los pueblos de la pampa, cuando hayan levantado sus pirámides y sepultado en ellas sus tesoros, habrán de hacerse místicos. Sus almas, cerradas a la cultura helénica, oirán entonces la voz profunda de la India Sagrada. Esta idea se afirmará De La Revista Americana de Buenos Aires. Marzo de 1933 más tarde, con el segundo viaje a México.
En La pipa de Kif La tienda del Herbolario es una aromática bodega de olores americanos; con especial predilección por el rasgo exótico y si es posible. grotesco, correspondiente a la estética del poema. El poder sintético es desconcertante y esa Xalapa, ese Campeche, esa Tlaxcala entrevistos a través del humo de la marihuana, como lindos monstruos de alucinación y recuerdo, no se olvidan más. Decididamente, Valle Inclán prefiere la América mexicana: la más misteriosa y la más honda. finalmente, en los Esperpentos y creaciones últimas, hay una recuerdo, que va y viene, de las palabras mexicanas, de los giros y los equívocos mexicanos. Es un murmullo que anda por la parte liminar de su alma, pero el escritor lo deja sentir con plena conciencia de lo que hace. Los que estamos en el secreto, saboreamos y sonreímos. agradecemos esta dignificación artística que don Ramón concede a tal o cual disparate humilde de nuestro pueblo, a tal o cual injuria recogida en labios de un jarocho de la costa o de un charro del bajío.
Pero, sobre todo, América ha sido para Valle Inclán algo como un empuje oportuno de la vida, un deslumbramiento eficaz que le abrió los ojos al arte. decidí irme a México porque México se escribe con De aquí, de este primer viaje, procede el milagro de Valle Inclán. El hombre que México le devolvió a España, contenía ya todos los gérmenes del poeta.
En plena época colonial, Baltasar Dorantes de Carranza hablaba de las Indias con abominación y a la vez con mal encubierto rencor de amor. Fisga de imaginaciones. decía. Anzuelo de voluntades! La imaginación y la voluntad de los españoles peninsulares volaban hacia América, que ejercía en la vida de la raza una función tónica, de ideal, de golpe de viento purificante. Igual función sigue desempeñándo América para los españoles más altos, durante el siglo de independencia: Castelar vuelve a ella los ojos con esperanza y con alivio; se cura de sus tormentas políticas, enviando sus confidencias y desahogos a los lectores de América. Unamuno. cuyo padre vivió en Tepic, y que aprendió a leer hojeando libros mexicanos declara un día, entre melancólico y soberbio: Si yo fuera joven, emigraría a América. Ortega y Gasset trae de América un secreto de fantasía renovada semejante al de Fausto. a Enrique Díez Canedo le es tan familias la literatura americana que, acaso por primera vez, se vuelve, bajo su pluma, un capítulo de la literatura española Valle Inclán escribe y sueña con México. De su segundo viaje trae dos experiencias profundas: persiste la lu(Pasa a la página 186) la luz y el color y el sonido sólo son cerebrales fantasmas. ALMAFUERTE) todo es como el color y el sonido en el cerebro. Es verdad que estamos siempre colorando el mundo con el prisma de nuestro temperamento. Pretendemos hablar de los demás y sólo hablamos de nosotros mismos.
No podemos salir de la caja craneal, nuestra prisión oscura, la caverna que dice Anatole France. entonces qué hacer para retratar a los escritores. Dejar que se pinten ellos mismos, se reflejen tales como son en la luna de su estilo. Qué no haya crítica! Pues casi no lo es el resumir y ordenar la forma y el fondo, lo que sintió y pensó cada escritor. así va a presentarse Don Ramón del Valle Inclán, retratándose en escorzo. Apenas si nos permitimos el lujo de delinear el marco.
Su dicción es única entre tantos que manejan con gallardía el verbo de Cervantes.
En frente a los otros escritores de su patria, le son aplicables estas palabras del amante de la pecadora mejicana en la Sonata de Estío: todos los españoles nos dividimos en dos grupos, el Marqués de Bradomín y los demás.
La arquitectura verbal castelariana, mapa de un vasto género, resulta, comparada con la airosa de las Sonatas, la construcción recargada y pretenciosa al lado de la esbelta sencillez del Partenón. No es brillante en la acepción gastada del vocablo. Todo en él es suave y distinguido con delicadeza aristocrática. Se pinta en uno de sus héroes que (Para a la página 191. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica