REPERTORIO AMERICANO 271 que saca del barro el cielo, me llegue hasta el corazón.
indiferente, indignaba. tras un momento de miradas fuera de sitio y palabras aisladas e incongruentes, se iba. adónde. deprisa. veces, lo veía yo desde mi ventana, erguido en medio del desmonte, las manos en los bolsillos sin fondo del gabán, señalándole el viento su esqueleto, girando, como una veleta mohosa, a los cuatro cielos. Otras, miraba a la casa fijamente. Yo, por si podía sorprenderle entonces el secreto de soledad lejana, cogía esquivándome los prismáticos, y me traía su cara a mis ojos. sus ojillos acercados a la fuerza miraban defendiéndose como clavos, como insectos, dentro de los cristales, con su escapada fijeza sonriente e incomprensible.
CHOPOS Ahí están, echados todavía en el suelo, con sus raíces en el esportón de tierra madre, oliendo a vida y a esperanza.
Han traído tres mil, y todos vamos a sembrar los nuestros. Da gusto ver los que ya están plantados, tan tiernos y tan fuertes, tan sanos, tan vivos, con sus tiesas ojitas sonajas aleteantes y su amorosa agua al pie, empezando ya a arraigar y a sostener el cielo.
Aun su sombra no sirve ni para Parsifal, el perro de Cándido el portero, y el aplauso de sus hojas es lejanísimo, to da vía casi en la madre, allá en el otro campo de Madrid. Pero, qué gozo ya esta gran promesa de verdor, de oro, de esbeltez, de luz, de pájaros, en esta colina yerma ayer, pedazo del planeta que en este momento nos corresponde, y donde estamos poniendo, al ponerlos, para cada primavera, cada verano, cada invierno y cada otoño, con el recuerdo de cada primavera y cada verano, cada invierno y cada otoño, nuestro verdor, nuestro ardor, nuestra dureza y nuestra llamarada!
ALAMO BLACO Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua. Arriba y abajo, Se me abre el alma. Entre dos melodías, la columna de plata!
Hojas, pájaro, estrella; ramilla, raíces, agua. Entre dos conmociones, la columna de plata. tú, tronco ideal, entre nti alma y mi alma. IDILIO Con qué sonrisa, en el paisaje rosa, la madre joven hace, con su mano, más larga la ndanita tierna del niño, que la alza en vano a las cerezas!
Un pajarillo cerca canta, y el sol, bajo el rosal, trenza, vibrando, sus rayos de oro con la yerba fina; y el agua brota blandamente, perfumada de rosas encendidas y de rosas en sombra.
Amor y vida Se funden, como el cielo con la tierra, en un esplendor suave que es, un instante, eterno!
me LA ROSA ¡Qué mejor oración, qué mayor ansia que sonreír a la rosa de la mañana; ponernos su alm a bella en nuestra alma; desearlo todo con su fragancia!
LA CALLE a ¡La perra blanca, limpia y saltadora ayer en el chorro del agua alegre, bajo las colgantes ramas verdes! El sol de primavera le daba en sus bellas facciones vivas. La mirábamos y nos miraba.
Este anochecer, me la he encontrado tendida bajo el farol. La he llamado y no se ha movido. La luz del gas le da (isilbido triste y solo. en sus dulces facciones muertas. La he mirado y no me ha mirado.
EL EXTRAÑERO guí Me lo encontraba, de pronto, en cualquier sitio: al subir una solitaria escalera, en el ventanal del descanso; en mi cuarto abierto; en el puente del canalillo; de pie junto a un banco inelegible. Era alto y albino, con un abán ancho equivocado de botones y largo y raído, el mismo en invierno y en verano, que sólo dejaba verle sus botas rígidas de otro, los ojos azulencos, las veteadas barbas secas y las manos temblonas. Nunca supe si llevaba o no sombrero. Sacaba su librajo de heráldica de entre el gabán y la carne, al sol, al viento, a la nieve, don.
de, cuando fuera, y me decía, señalando escudos y coronas desdorados, unas cosas ininteligibles, en un castellano inconexo, judío.
Nadie lo había visto nunca entrar ¿cuándo, por dónde salía? De noche, al mediodía, al amanecer, por la tarde, el viejo estaba allí. Parecía un ser de otros siglos (dibujado súbitamente, por no sé qué plástico espejismo. que ya 90 se entendiera con nosotros, aunque hablaba casi con nuestras palabras. Era casi verdad, casi mentira. No se sabía qué hacer con él, si acomodarlo o despedirlo. Nada a todo. Daba pena, era En el tributo a un fabulista del. Viene de la página anterior) niverso. Muchas fábulas llegan es lo nuestro. No sabría optar como Vergara después de un viaje de siglos. mi antepasado entre todo o nada. Si Esta que guardo manuscrita aquí se 110 santo que se sea bueno, si no bueno llama: La zorra y la cigüeña. Pues prudente, si no prudente advertido. En bien; Pilday la recogió de boca del mi casa de fieras no se reparten prepueblo para el Panchatantra de Cos raios a la virtud, si no a la cordura.
roes. Del palhi en que la escribió pasa He visto que leías de reojo el libro al pelvi, del pelvi al siriaco, del siria de Buenaventura Esperiers. Yo tamco al árabe, del árabe al griego, del bién como este autor he hecho mesa griego al latín, del latín a la versión redonda con celestinas y abades disohebrea del rabino Joel, del hebreo al lutos. Discurrí primeramente cuentos italiano, del italiano al francés, del fran de malignidad casi tenue para que cés ya que no directamente del árabe zumbasen como avispas tras los abanicomo para algunos humanistas de la cos de las damas. Cargué más tarde la vieja España, al castellano, a mi plu mano así de chiste como de licencia pama, a la boca de los seminaristas de ra condimentar mis fantasías. ConseVergara. Es una, aunque no la misma. no importa que se sepa picar bajo cielos distintos en el fluir de las y encender los paladares más broncos épocas. He escrito y he dedicado a Mu de la Rioja. Mi tío Munive tan indulnive esa fabulilla, Las ranas pidiendo gente se resolvía a amonestarme cuanrey. No se puede afirmar, perro gedo se murió. Un día el Tribunal de Loneroso, que sea mía. Esas ranas han groño mandó seriamente que me prencroado insistentemente antes que en la dieran. Corrí a la Corte y gracias a mía en el epígrama Nuit que La Egonio Llaguno, que es del despacho Fontaine compuso para Margarita de universal de Gracia y Justicia y al inLorena duquesa viuda de Orleans. Han quisidor Abad y La Sierra me salvé de croado antes aun en un apólogo de Ma sambenito y de vela, y todo se redujo ria de Francia y antes, mucho antes a recluirme en el convento que los Patodavía en otro Fredo, continuador de dres Carmelitas tienen en Baracaldo.
Esopo. No se puede así y todo negar Escribí para distraer al prior sobre la que es mía pues le he prestado mi idiovida regalada de los frailes. No sé si ma que es prestarle otra existencia la Inquisición me perseguirá otra vez No me arguyas que el oficio de fabupor relapso. Voy a continuar aquí mis iista no es abnegado o no lo es sufi memorias contra el teatro español de cientemente. La gracia con que vuela don Vicente García de la Huerta. Luede boca en boca un apólogo es la flor go iré a Bilbao a reunirme con unos de un esfuerzo. Sí: de un esfuerzo pa parientes.
za aligerar las palabras y meterles den Don Félix María de Samaniego ha tro la música irrefutable con que nos callado. El perro miraba y meditaba.
apresan. No se nos pida virtud de liEl viento hacía un manso ruido en los naje heroico ni siquiera virtud que no chopos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica