Violence

124 REPERTORIO AMERICANO Pues te place, pasea por Indias: a rus pies se deshace el frufrú de las hojas de todas mis selvas; y a tus ojos, se ensancha mi Azul. Oh si hubieses venido, señora, cuando yo era Virrey del Perú!
Desmesurado como nuestra naturale za, el poeta va recogiendo en su canto la voz de América y la pasión y muerte de sus héroes. Bolívar le inspira uni poema, por desgracia, sin terminar: El Hombre Sol. El protagonista de nuestra gesta revolucionaria aparece como una fuerza cósmica, entre un coro de montažas, grave, solemne y religioso, resonancia en lengua de Cervantes del coro de la antigua tragedia. El Canto Cuarto, Ayacucho y Los Andes, único que el poeta ha podido escribir, conidenado a menesteres más prosaicos por las urgencias materiales de la vida, está lleno de la emoción heroica y sagrada de las viejas epopeyas que celebran y anuncian el nacimiento de un pueblo.
Si Chocano logra escribir su poema, le seremos deudores de la epopeya de América.
Por su profunda intimidad religiosa sabe ser este poeta el verbo de un continente, el vate que exalta, amonesta, aconseja, sin olvidar por eso gustias, sus anhelos, sus esperanzas, que, macerados en un sufrimiento silencioso, aparecen en su verso con un ritmo claro, puro y sereno.
Humilde en su orguilo, delce en su arrogancia, digno en su altivez, que no desafía pero que no teme la violencia adversa, muestra Chocano en su poesía un alma nueva encerrada en un antiguo vaso de dolor. Hay versos, como los de la prisión, en los que resplandece la más desolada nota humana que, acaso por eso mismo, es la más divina. Entonces es cuando comprendemos la adivinación genial de Darío que vió actitudes de santo en el cantor de Alma América.
Yo me imagino el sayal de la humildad franciscana que cubre con su augusto silencio un heroico dolor: Tienen estos versos el perfume de un cofre antiguo, la fragancia de una Tradición de Ricardo Palma resucitada por el soplo mágico de la poesía. Virtud de poeta es la de enlazar el pasado legendario con el universo nuevo que en su canción está naciendo. Así las notas de Oro de Indias van penetrando en nuestro espíritu con el encanto irresistible de una sinfonía heroica que teníamos olvidada pero que, al aparecer, se apodera de nosotros y nos deja prisioneros de su gracia Como en la magistral creación de Beethoven podríamos ins cribir como lema y clave del hechizo de esta poesía: la alegría, por el dolor.
cano, queda grabado a fuego en la mente del grande español viene a confirmar ei fenómeno literario que un sutii crítico dominicano llamaba metafóricaimente el retorno de los galeones. Dice Unamuno de Chocano: Es un ambicioso y la ambición es camino de gloria.
Y, al recrear cn uno de sus más intensos poemas religiosos uno de los símbolos del poeta de América, le da la gloria de colmar la más legítima am bición de todo poeta: la de vivir, por un milagro de fecundidad espiritual, en el corazón de los lectores de sus versos y aumentar el mundo de las imágenes con nuevos hallazgos, que resuenan más tarde en la obra de contemporáneos ilustres en la historia del pensamiento y la cultura.
Desterrado en el siglo, enamorado dei pasado esplendoroso de su país de oro, Chocano que, según su predilecta fórmula goethiana, cree que poesía es el arte de pensar en imágenes inventa leyendas miríficas con el deslumbramiento de un remoto príncipe oriental. Al! cómo sueña en unas Mil y Una Noches de América él, que ha hecho del libro mavavilloso el compañero inseparable de toda una vida! Esa su triste infancia sin juegos tiene un brote de encanto cuando la madre habla de Scherezada. así, paradójicamente, se da el milagro de que quien nunca fué niño se haya conservado, por eso mismo, niño para siempre.
Llega el poeta la mundo bajo un signo sombrío.
El lo recuerda en unos versos que comienzan con un onomatopéyico ritmo marcial: sus an3 Al hablar de Alma América decía Menéndez y Pelayo que sus brillantes e inspiradas poesías han de ser un nuevo lazo entre España y América. Unamuno apuntaba: Chocano me trajo a otro mundo. Me llevó a América, a la América que se ve, se oye, se huele, se gusta, se palpa y se recuerda; y al llevarme a América me trajo a España, la España de nuestras leyendas y también a la España en que vivo. Un poema, entre todos, cautiva la atención del maestro salmantino: El cóndor ciego.
Dice de él: Trata de uno de los asuntos más profundamente poéticos, más sugestivos, más abismáticos que pueden darse; y es del cóndor al que sacan los ojos, lo sueltan, se eleva derecho, como cieyéndose en el fondo de un tajo andino y tratando de evitar rocas salientes, en busca de luz, buscándola arriba y cada vez más arriba, llega a alturas irrespirables y plegando la cabeza sobre el pecho, se desploma muerto de sfixia. Impresionó tan profundamente a Unamuno este símbolo del cóndor, que muere en el verso de Chocano con las alas tendidas y la cabeza en alto. que, lustros más tarde, rezaba el místico del sentimiento trágico en el endecasílabo bianco de El Cristo de Ve láquez: Cuando nací, la guerra llegaba hasta la sierra más alta de mi tierra.
Como estoy satisfecho de las persecuciones y el laurel de la frente me ha brotado en el pecho, hermana mía, hermana, dale en tus oraciones gracias a Dios por todo lo que sufrir me han hecho! ahora completa estos versos de antaño con unos más serenos, en los que dibuja el panorama de la inquieta y mudable fortuna de su vida: Oro del Corazón, amasado con lágrimas y sangre, este Oro de Indias que revela hasta el fondo una ternura que el poeta guarda avaramente oculta. ΕΙ dolor no le hace olvidar la lección de la gracia; y los cantos de la prisión, que son verdaderos salmos de serenidad y amor, se confunden con los versos galantes y finos en que el poeta, desterrado en el mundo contemporáneo, recuerda nostálgica y melancólicamente su vida de virrey: Me fui a viajar en busca de mi; y hoy que regreso, llego a encontrarme. Encuentrome al fin. Niño otra vez?
Niño soy, madre mía: me lo dice tu beso.
Yo sigo oyendo cl mismo cuento de mi niñez. Quizás és niño alguien sin juego, ni risa, ni carrera. Por lo mismo que nunca lo fuí como debiera, ya sé que no he dejado de ser niño jamás.
Nuestras indias aportan el oro peru España le fija la ley; y tal oro, acuñado en monedas, suele a Indias, a veces, volver.
Tú eres onza del oro de Indias, con el sello y el busto del Rey!
Ciegan, crueles, al cóndor de los Andes, lo sueltan, y el ceñudo soberano de las crestas, creyéndose en el fondo de barrancas sin luz, levanta el vuelo derecho, a plomo, así como guardando sus alas en los tormos de las rocas; va buscando 12 luz sin ojos, sube, no la encuentra ¡cuitado! y va subiendo y llega a las alturas en que el aire para el vuelo y el huelgo se adelgaza; no logra respirar, sigue buscando la luz de vida con sus cuencas ciegas; pliega sobre su pecho que revienta su corvo pico y se desploma muerto.
Es la sabiduría del viaje. Sabiduría que se repite a lo largo de toda la obra del poeta que, en lo esencial, sabe permanecer fiel a sí mismo. Por poco que nos fijemyos, hemos de encontrar estas correspondencias y resonancias de los libros iniciales en su obra de madurez y plenitud. Sin otro ánimo que el de insinuar un tema a los estudiosos, diremos aquí que la piel del puma, el ala EN Nueva York, con The Franklin Square Agency (49 East, Thirty Third Street) consigue Ud. una suscrición al Repertorio Americano.
Este drama de la naturaleza americana que, a través de un poema de ChoEN BUENOS AIRES, le vara solicitar el Rep. pueRepertorio Americano, a la EDITORIAL PAN AMERICA. Bolivar, 375. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica