26 REPERTORIO AMERICANO tos, muy moderna aparentemente, y en el fondo igual fué la mía. Oigo sin que me adviertan. lo mismo, exactamente lo misino: sigue sin haber afición a nada. Estudics, deporte, cines, snobismo. Tonterías! Ellos concluyen ganando unas oposicioncitas, y ellas, si consiguen casarse, son tan felices como sus abuelas.
Paseo calles, muchas calles. Soy un enamorado de Madrid. El antiguo, achaque de viejo, me gustaba más. Aquella Castellana inolvidable limitada por la verja del Hipódromo y la estatua de Isabel la Católica. Aquel Madrid hecho para el carro y, como todo lujo, para el coche de dos caballos! Aquella carrera de San Jerónimo! Atardecido parecía un ascua. Luces, gentío, risas.
En la libreria de Fe situábanse en grupo, exhibiendo su inmortalidad de cotorrones, Campoamor, Silvela, Galdós.
En Lhardy, los petimetres y gomosos, con Benlliure y Saint Aubín a la cabeza. Las señoras, como ídolos fabulosos, cargadas de sedas, plumas y alhajas, pasaban y repasaban por su fielato: Allí va la Laguna.
Allí va la tal. Allí va la cual. Aquel Madrid. In angello cum libello Kempis. En un rinconcito, con un librito, un buen cigarro y una copa de Anis Imperial suave delicioso. sin igual FABRICA NACIONAL DE LICORES San José, Costa Rica Tres cuentos chinos Si los españoles no tratáramos a Dios con tanta confianza, la fe parecería mayor.
Las pobres ganancias de un gran escritor Hablamos de literatura. El diagnóstico ba ojiano es terrible. Uno escribe porque en España el tiempo hay que pasarlo de algún modo. dice Baroja Escribir no tiene mayor importancia que otro menester cualquiera. Lo único importante que yo le veo es que no se gana para vivir. Yo, con la pluma, consigo, el año que más, unas seis mil pesetas. cuente que, según los editores, soy de los que venden más. Aquí, desde el duque al chofer, y desde la cocinera a la gran dama, nadie se preocupa del libro. La vida actual tiene muchas exigencias inmediatas: el naturismo, el sol, el automóvil, la buena mesa, el baile, las piscinas, el cine, la aventura. dónde está quien, por recreo, se encierre a solas con un volumen para pasar la tarde? Esto ya no lo concibe la gente.
Se escribe poco y malo; decae la novela. qué. Quién que no sea un loco o un descentrado va a ponerse a escribic novelas, en el mejor de los casos, por menos de quinientas pesetas mensuales?
El espectáculo es muy sencillo de resumir: no hay literatura buena porque no hay un céntimo para quien la produce; los viejos están mandados retirar, y los jóvenes con talento persiguen la gloria y la fortuna en actividades más fáciles. Y, claro, los pocos jóvenes que se arriesgan en literatura son unos pelmazos que no hay quien los soporte.
Lector que atrapan, lector que curan de la funesta manía de leer. El público, en cambio, lo que sí compra es el libromueble. Yo conozco a pobres diablos que no gastan dos pesetas en un libro razonable y se suscriben a la Historia de la Arquitectura Universal. en treinta tomos, por cuatrocientas pesetas, y conozco clase media provinciana que sueña con poseer el Espasa. como me decía una señora, porque hay que ver lo bien que decora una habitación!
No estoy quejoso de mi profesión. Para qué. Escribo, materialinente, sin esfuerzo. Miro al reloj y me digo. Falta un cuarto de hora para cenar; voy a entretenerme haciendo unas cuartillas. las hago. Por lo común trabajo en la mañana y algún ratillo de noche No necesito ningún estímulo artificial: no bebo; fumar, poco: un pitillo después de las comidas, y éstas muy breves. Hay que cuidar las articulaciones! Las novelas las escribo divirtiéndome, sin preocuparme más que de la acción. Luego corrijo y pulo, en lo posible, la prosa.
Paseo mucho. En invierno, las tardecitas de sol soy feliz. La vejez sin enfermedades es una edad deliciosa. Ya no hay prisas, ya no hay apetitos urgentes de ningún género, ya no hay problemas. Todo me distrae. Veo por ahí a la juventud, chicas y chicos junPor ROMULO TOVAR Colaboración. Costa Rica y enero de 1936 EL SUPLICIO De un antiguo libro chino es este cuento. Soji es un esclavo en la casa de Shan Tung, encargado de cuidar al hijo de Shan. El hijo de Shan se llama Ting. Este pequeño Ting tiene entre sus juguetes un leoncito vivo y domesticado por el hábil Soji. El animalito fué enviado como un regalo para el niño por un hermano de Shan, llamado Mang Tung, hombre muy cariñoso. Un día Soji dejó caer al leoncito por descuido y el pobre animal se murió a consecuencia del golpe. El niño Ting, hijo de Shan se puso triste cuando vió al leoncito muerto, se mostró muy enojado con Soji y lloraba lamentablemente.
Ei padre para tranquilizar el ánimo del niño le dijo. No llores hijo mío. Escribiremos a mi hermano Mang para que nos envie otro leoncito. Por el momento. quieres que castiguemos al esclavo Soji?
Shan había estudiado los libros sagrados y era muy sabio en sus principios. Si contestó rápidamente el niño. Quiero que lo mates.
Shan se asustó al escuchar semejantes palabras, pero siguió preguntando al niño. Por qué quieres que lo matemos. Porque él ha matado a mi leoncito Shan se dijo: o este niño tiene malas inclinaciones o va a ser un gran juez. Bien. qué muerte quieres que demos a Soji? preguntó de nuevo. el niño dijo apresuradamente. Quiero que le cortes primero las orejas, después las manos. Lo sentaréis al sol, desnudo, cubierto de miej el cuerpo para que lo devoren las hormigas, mientras él ve sus orejas y sus manos que pondréis en un plato parecido a!
que se usa para comer el arroz entre los esclavos.
El padre se quedó asombrado. Es verdad que el niño parecía repetir un fragmento de alguna narración de piratas cortada por Soji; pero la prontitud del ingenio del niño le llamó la atención y se dijo: este niño tiene la vehemencia de un loco o de un príncipe. Está bien observó el padre casi conmovido. Todo se hará conforme como tú lo has dicho. la mañana siguiente fué llevado Soji al jardín de la vieja casa de Shan. Se le ato con una cadena a un árbol. Fueron invitadas al suplicio varias personas de la confianza de Shan. El verdugo tenía en sus manos unas grandes tijeras nuevas. Comenzó la dolorosa ceremonia. Cuál mano quieres que cortemos primero a Soji? Preguntó Shan al niño, el cual parecía tener en aquel momento un semblante varonil, severo e inflexible, aun cuando no dejaba de estar conmovido. Quiero que se le corte primero la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica