54 REPERTORIO AMERICANO go, así es que entre los antiguos se tuvieron ocultas, conservándolas los sacerdotes o bramines para sólo su uso, con exclusión de las otras clases. En tre nosotros el Algebra puede tenerse como ciencia oculta, en el sentido, que antes se daba a todas las matemáticas, porque son pocos los que la entienden. Los fundadores de algunos estados antiguos tuvieron ideas muy sabias sobre la educación del pueblo, haciéndola consistir en la buena moral y las artes útiles; de allí el modo de enseñar por fábulas y alegorías. Si una nación tiene buena moral, buenas costumbres y las artes que ayudan a establecerlas y conservarlas. qué más ilustración necesita con respecto a sus necesidades. Supóngase que un labrador o un menestral no sabe dar razón de un eclipse sino por la fábula bien conocida del dragón; pero que es religioso y útil a la sociedad en el lugar que le cupo en ella. Pues ese hombre tiene toda la instrucción, todo el cultivo convenienic, piense por lo demás como quiera del sistema planetario o aunque no haya janás oído hablar de semejante sistema.
Esas solas doctrinas expresadas en el órgano oficial de aquel tiempo, la Gaceta. en otras materias, tan dignas de estimación, bastan para dar idea del concepto que se tenían formado aquellas gentes sobre el grado de instrucción que necesitaba el pueblo: fabulas y alegorías y tras ellas una doctrina esotérica, sólo para los iniciados.
Hay que hacer la justicia a los patriotas que fundaron la Sociedad Económica. el que sacaron a concurso público prornetiendo el premio de una medalla de oro al autor que mejor desarrollara por escrito la siguiente proposición. Utilidad de las escuelas de primeras letras y el modo de hacerlas prácticas y efectivas.
Pero el concurso quedó desierto durante los tres años que estuvo abierto, sin que se presentase ningún trabajo; lo que prueba, o que nadie creía en la utilidad de esas escuelas o no se discurrían los medios para establecerlas.
En cuanto al estudio de las ciencias superiores, reducida a las eclesiásticas, la Jurisprudencia Civil, la Medicina y la Filosofía se hacía todo en latín.
Entre los hombres célebres de su tiempo, que cita Juarros, se encuentran Fray Tuan Terrasa, autor de un Curso de Filosofía Escolástica. el Padre Fray Carlos Cadena, que escribió un tratadito sobre La Vida de Nuestra Señora. Fray Miguel Dighero, autor de otro libro piadoso con el título de Año Santificado.
Aún se conservan en la Biblioteca Nacional varias obras, manuscritas unas, e impresas las otras que servían de texto en la Universidad de San Carlos, para el estudio de la Filosofía Aristotélica que privaba aún en aquella escuela a principios del siglo xix: Hubo, sin embargo, un hombre ilustre de quien en mi obra Histórica del desenvolvimiento intelectual de Guatemala. me he ocupado con alguna extensión, y que desde las postrimerías del siglo xviii se constituyó en novador de los estudios filosóficos, introduciendo en Guatemala por vez primera el método cartesiano.
De ese venerable sabio, decía el joven den Fracisco Beteta, en 15 de junio de 1814, en acto dedicado a aquel Mecenas, en el aula de la Universidad de San Carlos. Que otros adulen el poder para prepararse apoyos en la carrera de la am bición, o la riqueza para adquirir un pan, indigno desde el momento en que se gana por lisonjas degradadas. Yo fijo mi atención en este anciano venerable que tenemos a la vista: en Fray José Antonio de Liendo y Goicoechea, que ha consumido su larga edad en dar a nuestros sistema de estudios el impulso que lo ha levantado al punto de elevación en que lo vemos. Nacido el Padre Goicoechea a la última extremidad del Reino. 1) en una provincia donde jamás ha habido letras: hijo de padres honrados; pero incapaces de dárselas: huérfano a los nueve años de edad: novicio de San Francisco a los doce: formado en aulas donde solo se oía el eco de Escoto; educado en un Convento donde la constitución de la orden, la autoridad de los prelados, y la voz de los lectores no permitían separarse de su doctrina, la mano poderosa de las circunstancias le arrojaba obstáculos por todas partes. En medio de ellos luchando con todos, se elevó como estas plantas vigorosas que crecen abriéndose paso entre las rocas por la fuerza de su vegetación. El Padre Goicoechea, oculto en su celda como un prófugo, comenzó a cultivar su razón, guía única desde entonces de sus estudios filosóficos. La bibliografía de un escritor juicioso le presentó los diversos sistemas de las sectas, expuestos con más imparcialidad, o con menos interés que en las cátedras. Comparaciones felices le dieron resultados grandes. Su espíritu, semejante al de Fontanelle, Quevedo o Boileau, inclinado a ver las cosas por el aspecto que mueven a risa, descubrió todo el ridículo de este idioma del Escolasticismo, tan obscuro como original. Los libros de matemáticas le ofrecieron el método sencillo de la exactitud. La observación de la naturaleza, le inspiró gusto por las ciencias naturales. La meditación en que el hombre, según la expresión de un autor, reune en un punto todas las fuerzas del espiritu, y aniquiiando la actividad de los sentidos, aumenta la del pensamiento, le llenó de ideas nuevas; y una memoria feliz que a la edad en que otros sólo pueden pensar en el momento presente, recitaba canciones enteras de poetas que había leído en su juventud, conservaba fielmente cuanto leía o discurría. El estudio llegó a ser su ocupación exclusiva. No hubo ciencia que no tuviese para él atractivos irresistibles. Las exactas: las experimentales: la de Locke que descubrió la genealogía langa de nuestras ideas: la de Linneo, tan útil como inocente: la de Muschembrock y Franklin: la de Burón, vasta como su alma grande: la de Nicole, más interesante que las otras. todas le ocuparon sucesivamente; y si en elias no se elevó a la altura de sus autores, en todas manifestó que sus talentos no han sido comunes. Guatemala era ya incapaz de llenar sus deseos. Buscó ideas y conocimientos fuera de este Reino.
Hizo viaje a España por Veracruz y La Habana. Recorrió casi todas las provincias de la Península y algunas de las que están más allá de los Pirineos. Conoció esos países vascongados tan respetables por su moralidad, como célebres por la filosofía de sus fueros. Observó en Vizcaya las minas de ese fierro con que se ha sostenido la libertad de España. En Navarra los efectos de una constitución que se admira hasta ahora: en Aragón sus antiguas leyes; y en Cataluña, el genio de las artes y los progresos del talento aplicado a la industria fabril.
Supo ea Barcelona lo que es policía, y en Madrid lo que es una Corte. Visitó las bibliotecas públicas: estudió el gabinete célebre donde estaban unidas las riquezas más preciosas de los tres reinos: observó los establecimientos literarios: se formó relaciones útiles, y su alma se dilató a vista de tantos objetos, tantos caracteres y tan prodigiosa variedad de usos y costumbres. En medio de ellos no olvidó su antigua patria, ni fué ingrato al país donde habia sido formado. Volvió a Guatemala lleno de conocimientos, de esferas, de tablas, máquinas y libros, poco comunes aún en los países cultos de Europa. Muy distinto de aquellos literatos egoístas que temen dividir la gloria de serlo, comunicando sus pensamientos el padre Goicoechea fijó la suya en participar cuantos tenía. Cerca de treinta años de lecciones dadas como Catedra tico de filosofía y moral, fueron una comuricación continua de ideas útiles. En esta Universidad, en la Sociedad Económica, en su convento, en sus obras, en las conversaciones deleitosas de su amistad sincera, su alma franca no ha cesado de difundir luces y variar el aspecto de nuestros estudios. Rompió el yugo pesado que había impuesto el Escolasticismo. Sostuvo con entereza los derechos de la razón. Enseñó una lógica sensata: dió lecciones de Física Experimental: leyó un curso de Aritmética. Algebra y Geometria, cuando el compás y la pantometra eran instrumentos sospechosos; fué el primero de esta casa en que una filosofía de palabras empezó a substituir lo de la razón y experiencia. Impresos están varios opúsculos suyos de tesis o conclusiones filosóficos, teológicas y canónicas: el de Física Experimental que escribió el año de 1769, cuando en otras Universidades dominaba todavía el escolasticismo: el discurso que dijo en una de las juntas de la Sociedad: la Memoria que publicó sobre medios para destruir la mendicidad y (1)
Cartago de Costa Rica. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica