REPERTORIO AMERICANO 51 Quiere Ud. buena Cerveza. 66 Tome No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube el panameño. Nos ha sondeado y la respuesta ha sido franca.
No merece el odio nuestro un habitante que padece las mismas imposiciones que nos abaten y abaten a todos los habitantes de estas naciones.
Mañana las tierras que ahora acuerden cedernos como definitivas en el arreglo con Panamá serán de propiedad de la organización rapaz que las necesite para sus explotaciones. Nada las libra rá de ese dominio. Esto suponiendo que no estén a estas horas sin esa esclavitud. Del lado de Panamá ocurrirá lo mismo. De tal suerte que los afanes del momento por llegar a un nuevo tratado fronterizo no son sino preparación de negocios. El error grande sería traer rencores. éstos pueden despertarse si fracasan las habilidades de las camarillas para obtener el tratado.
Pero entonces habrá que denunciar y como se nos hablará del amor a la patria y del deber de defender su territorio, tendremos que acudir los panameños y nosotros a darle otro sentido a la patria. Por lo pronto contentémonos con afirmar que en lo que convengan como bases para el arreglo de fron as no existe participación popular alguna. Es negocio de círculos. Si perece diremos que debe convertirse entonces en negocio colectivo para darle trato colectivo y por consiguiente, per durable.
dice el lenguaje ramplón del hombre de periódico nuestro no encuentra por esos rumbos otra cosa que tierras que no están disputando los costarricenses que viven penosamente de su trabajo diario. Allí hay tierras, muchas tierras, pero parecen ser de la codicia que acapara lo mismo en Costa Rica que en Cuba en Honduras. Posiblemente en Panamá hay acaparadores que también necesitan definir la línea fronteriza para demarcar sus latifundios. mueven la algazara periodística y política y encaminan soluciones hacia el nuevo tratado.
Pero todo es obra de camarillas. А las colectividades no se las interesa mientras la línea pueda ser definida por las camarillas. Cuando es necesario que las colectividades impongan la frontera guerreando, entonces se las reune y se les habla del santo amor a la patria.
Deben luchar por ese santo amor para no permitir que la artería extranjera se lleve inmensas regiones en donde el santo amor puede encontrar reposo y modo de vivir. Mientras el tratado resulte pacíficamente no pasa la discusión de las camarillas. no puede ser diferente, porque la frontera es negocio que da aureolas y reales. Vemos todo lo que se ha hecho en torno a la frontera nuestra con Panamá y nos parece que no vale la pena mover algazara periodística. Aquí no existe el afán de terminar con disputas.
Como no lo ha existido en ningún país con iguales problemas limítrofes. Si hubiera efectivamente ese fin saludable se haría participar en los arreglos a las colectividades Se las instruiría y se las pediría que entraran en relación nas con otras para plantear el asunto en su forma real. Nadie que discutiera libre mente problema semejante dejaría de preguntarse en primer lugar de quién son las tierras que están disputándose en aquellos lugares por donde hacen curvarse extremadamente la linea trazada sobre el mapa. Esto nos preguntamos cuando vemos el gran empeño por convertir en problema de actualidad social nuestra frontera con Panamá. No podemos olvidar que los intereses capitalistas son poderosos y cuando convierten a nuestros países en campo de sus actividades, no tienen reposo. ΕΙ latifundista es peligroso y si lo vemos situado precisamente en las regiones fronterizas, tenemos que suponerlo en menesteres oscuros.
Al lector panameño le hemos dicho que nuestro parecer el del hombre inconforme que no tiene conexiones ni con políticos, ni con negociantes. Le hemos dicho que se lo damos para que juzgue si en su país este mismo campanazo de fronteras lo han dado determinados intereses capitalistas. Le hemos pedido informes acerca del grado de entusiasmo que allá exista por el proyectado arreglo.
Para todo eso es que le hemos hablado de la indiferencia colectiva, mejor dicho, de las colectividades, por este asunto de límites con su país.
Lo creemos deseosos de saber si hay amistad u odio en el costarricense por Chile, país de humor Por ISAAC FELIPE AZOFEIFA Envio del autor. Costa Rica y enero del 35 me una Mientras escribo, un leve otoño se pega a las ventanas con su ala de frío y sol furtivo. Estos primeros días de enero así me lo parecen.
Amarillean débilmente los árboles y de algunos cae la presistente lluvia de hojas que signa el otoño Una suave melancolía se entra en el recuerdo. Voy a decir de Chile, país de otoños sin olvido.
Si por mar va descubriéndolo, el viajero camina durante largos días dominando un paisaje de costa inhospitalaria. Tierras ocres bajo un implacable azul. Iquique, Antofagasta, grises y extendidos. Caletas, pequeños puertos mineros. Salitre. Cobre. Más cobre. Hasta alcanzar una bahía de asombro. Ancha y cerrada al mismo tiempo, la de Valparaíso da una gran impresión de brazos abiertos. Sin dejar campo al descanso de la playa, ascienden los cerros bajos, palpitantes de caserío y jardines, como grandes pájaros serenándose. Hacia Santiago, el tren corta un paisaje de tierra dura, seca, sarmentosa. En efecto, es de viñedos. Desde lo abrupto de los repliegues costeños se lanza el viajero sobre meseta de amplísiino horizonte en donde Santiago de Nueva Extremadura, coronada de racimos simbólicos, anuda el sur de ganados y trigos al norte minero.
Esta es ciudad que se hace amar. Crea una manía de ambular por toda ella buscándole aquel íntimo recodo de ternura que hemos perseguido en la amada mujer.
Tiene un genio femenino y un fino perfil despreocupado. Hay sobre ella un sensual airecillo. Amor baila en el aire como una estrella cercana y la ondulante pasión es suave y profunda, con el dulce sabor oculto de un fuego en otoño madurado. La sangre vasca hace marfil y azul en sus mujeres, con altos muslos pulidos de aguas frías, macizos y sobrios de deporte, pequeño y duro de cima el pecho, y en lo arriba de la armazón descrita, la cabeza de melena clara, en gran soledad de oro hierático La mujer chilena propicia al viajero una impresión de hermetismo y lejanía, prometedores de dones profundos, no sabría decir cómo ni por qué, En los países con bien marcado reloj de estaciones, el estilo de vida cambia se OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica